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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

DERECHOS CIVILES Y DEMOCRACIA

DERECHOS CIVILES Y DEMOCRACIA

      Hay fechas que quedan grabadas para siempre en la memoria colectiva como los brutales atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos o  del 11 de marzo de 2004 en Madrid. Si el dolor, el sufrimiento y el deber moral que las víctimas y su memoria nos exigen es común, lo cierto es que la respuesta legal y política en ambos países ha sido, desde entonces, bien distinta. Mientras en España se produjo una auténtica rebelión cívica ante las manipulaciones y engaños del Gobierno Aznar con las consecuencias que todos sabemos, en la salud democrática de la sociedad americana, se han producido síntomas preocupantes. De hecho, asistimos a un proceso de regresión de los derechos civiles que, bajo el pretexto de luchar contra el terrorismo internacional y salvaguardar la seguridad nacional, suponen la reducción de parcelas de la libertad individual y colectiva.

     La aprobación poco después de producirse los antentados del 11-S de la llamada Acta Patriótica y reciente prórroga de la misma, han supuesto la ampliación de la categoría de “terrorismo”, lo cual permite al Gobierno federal vigilar y espiar a cualquier ciudadano u organización bajo esta acusación, y lo que es más grave: sin necesidad de autorización judicial. Además, se concede un poder excesivo (e impunidad) a las fuerzas de orden y a la Agencia de Seguridad Nacional (que agrupa, entre otras, a la CIA y al FBI). Finalmente, se produce la reducción de un considerable número de derechos (habeas corpus, privacidad comunicaciones, derecho fianza) y permite detenciones por tiempo ilimitado, deportaciones, registros ilegales etc.

     Bien distinta es la situación en España :tras los atentados del 11-M,  la sociedad española no ha sufrido ningún tipo de deterioro o regresión en la calidad de sus derechos y libertades. Se ha potenciado la lucha contra el terrorismo islámico radical, pero sin que ello haya supuesto una ola de rechazo y xenofobia hacia la población extranjera, especialmente la musulmana, que convive entre nosotros. Frente a la militarización de las relaciones internacionales propugnada por Bush, se ha optado por ideas de futuro de gran calado cual son la Alianza de Civilizaciones. Frente al empecinamiento en implicar a España en una guerra injusta desoyendo el clamor contrario a ella de la mayor parte de la ciudadanía, se ha tenido el coraje político  de retirar las tropas de Irak, de aquella “región hortofrutícola”, como la definió el exministro Trillo, que sólo producía racimos de....bombas. Una decisión tomada siendo conscientes de que ello nos granjeaba la enemistad del todopoderoso presidente Bush.

     De este modo, Estados Unidos y España, dos países que han sufrido el cruel azote del terrorismo internacional, han reaccionado social y políticamente de formas distintas. Mientras en Estados Unidos asistimos a una preocupante regresión de los derechos civiles, en España, una reacción cívica, tan contundente como madura, dió, dimos, una lección de participación democrática y, desde el dolor, se dejó claro que el futuro se construye mejor desde el respeto, el diálogo y la cooperación entre los pueblos y naciones, que no desde la fuerza desproporcionada del más fuerte.

     Por ello, resulta indignante el lenguaje demagógico y catastrofista de la derecha española en estos últimas fechas. Lo mismo ocurre con las declaraciones que prodiga el expresidente Aznar, que tanto critica en el extranjero la gestión del Gobierno del Presidente Zapatero, y que sin embargo no ha dicho una sólo palabra sobre el deterioro de las libertades civiles en los Estados Unidos. Y es que, en estos temas, el expresidente Aznar, que tanto opina de la realidad “apocalíptica” española,  embargado como está por la amargura y el rencor, se convierte en un silente complacido incapaz de molestar lo más mínimo a su poderoso amigo americano.

     Debemos recordar  que, en materia de lucha antiterrorista, ésta siempre debe estar sometida a la supremacía del estado de derecho. En consecuencia, el liderazgo mundial que se autoconcede Estados Unidos, no sólo debe  basarse en el poderío político, económico y militar que obviamente tiene, sino, sobre todo, en valores éticos y morales. Los principios que simbolizan Lincoln, Luther King o Jessie Jackson. Estos son los principios que hacen, de verdad, grande a un país y lo convierten en auténtico modelo y referencia a seguir para el mundo civilizado. Como decía recientemente el Presidente Zapatero, frente al odio y al rencor entre pueblos, creencias y naciones aventado por algunos, desde los sectores sociales progresistas debemos intentar “ganar la batalla de las ideas y de los principios”, auténticos cimientos de un mundo más libre, justo, respetuoso en la diversidad y, desde luego, solidario. Por ello, en este tema, la ciudadanía y el Gobierno español han dado un ejemplo moral. Y eso es lo que cuenta.

 José Ramón Villanueva Herrero  

(Diario de Teruel, 29 diciembre 2005)

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