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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

ANNAPOLIS, UNA ESPERANZA LEJANA

ANNAPOLIS, UNA ESPERANZA LEJANA

      El próximo 27 de noviembre se inicia en la ciudad americana de Annapolis la Conferencia de Paz sobre Oriente Medio. Una vez más, pese a las muchas dificultades que nadie ignora, se pretende reabrir un proceso que permita sentar las bases para resolver el eterno conflicto entre Israel y Palestina.

     Patrocinada por los EE.UU., la Conferencia tiene como objetivo ser el punto de partida para la creación de un Estado Palestino independiente antes de finales del 2008. A tan importante encuentro están invitados 38 países (21 de ellos musulmanes): los más importantes miembros de la Liga Árabe, los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, el G-8, así como otros diversos países, entre ellos España. En cuanto a las instituciones, además de la ONU, la Liga Árabe y la Unión Europea, asistirán el FMI y el Banco Mundial como observadores. Por otra parte, la Conferencia se prevé articularla en torno a tres partes temáticas: “Desarrollo económico”, “Reformas de instituciones y construcción de capacidades” y “Paz completa”.

     Ciertamente, el escepticismo de los analistas políticos y de la población, tanto palestina como israelí, parecen presagiar que Annapolis va a tener, por lo menos a corto plazo, muy escasos resultados. Tras los frustrados Acuerdos de Oslo (2000) y el estancamiento de la Hoja de Ruta impulsado por los EE.UU. durante los últimos años, una leve esperanza  de paz puede ahora abrirse paso. Desencantada la población civil palestina, lo cual ha producido un auge del fundamentalismo islámico, obsesionada la ciudadanía israelí con la seguridad y el terrorismo, titubeantes los políticos a la hora de afrontar con valentía concesiones mutuas sobre las que cimentar una paz justa, bueno es recordar algunas propuestas surgidas de la sociedad civil, harta de padecer desde hace 60 años este sangriento conflicto.

      En primer lugar recuerdo la tenaz labor llevada a cabo por el movimiento pacifista israelí Paz Ahora (Shalom Ajshav) desde su fundación en 1978. Esta asociación, de la que forma parte activa el escritor Amós Oz, ejemplo de compromiso militante con la izquierda pacifista, lleva tres décadas demandando negociaciones directas de paz y denunciando la injusticia que supone la ocupación de los territorios palestinos cuya devolución, incluido el Golán, siempre ha exigido. Por ello, pese a las incomprensiones de unos y otros, Paz Ahora, al igual que el partido Meretz-Yachad, socialdemócrata y pacifista, apoyan posiciones, no siempre conocidas suficientemente, de un judaísmo comprometido con la justicia y con la paz.

     En este contexto, bueno sería también tener presente  las propuestas del casi olvidado Acuerdo de Ginebra del 1 de diciembre de 2003. Este, pese a no tener carácter oficial, fue firmado por un grupo de intelectuales y políticos tanto israelíes como palestinos y al cual se llegó tras mas de dos años de discretas negociaciones entre ambas partes, lideradas por Yossi Beilin, dirigente de Meretz-Yachad y el político palestino Yassef Abed Rabbo. En la práctica, supone un plan alternativo al proceso de paz en Oriente Medio, más avanzado y con mayor concreción que la Hoja de Ruta. Sin embargo, los Acuerdos de Ginebra no han sido respaldados por el Gobierno de Israel ni por el Consejo Legislativo palestino, a la vez que sus firmantes eran acusados frecuentemente de “traidores” por sus respectivos países y, no obstante, ofrecen ideas dignas de tener en consideración.

     En primer lugar, con arreglo al principio “paz por territorios”, Israel reconoce la creación de un Estado Palestino, a la vez que se compromete a devolver el 97,5 % de los territorios ocupados en 1967, desmantelar todos los asentamientos de Cisjordania (en Gaza ya lo hizo en 2005), que el monte del Templo y la explanada de las mezquitas queden bajo soberanía palestina, lo cual supone aceptar la división de Jerusalem, la cual pasaría a convertirse en la capital de los dos estados. A cambio, Palestina reconocería la existencia del Estado de Israel, lo cual, todavía, no ha hecho de forma oficial.

     Otro compromiso-clave en el Acuerdo de Ginebra es el derecho al retorno de los refugiados palestinos. En este aspecto, Palestina renuncia al retorno de estos varios millones de refugiados a Gaza y Cisjordania, pudiéndolo hacer sólo una parte de ellos y con derecho a recibir indemnización por parte de Israel.

     En este tema, frente al liderazgo mundial ejercido por los EE.UU, el papel de la Unión Europea (UE) debe ser cada vez más activo. Es por ello que se está ultimando un amplio plan de ayuda política y económica por parte de la UE para facilitar el éxito de las negociaciones de paz. Este Plan, diseñado por Javier Solana, Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad de la UE,  y la Comisión Europea, pretende canalizar la ayuda europea a Palestina que ésta consolide sus instituciones y frene el radicalismo islámico. Teniendo en cuenta que la ANP recibió de la UE durante este año 2007 la cifra récord de 1.000 millones de euros, se pretende ahora incentivar la actividad económica en Palestina (formación, créditos, facilidades comerciales), la mejora de los servicios públicos (Sanidad, Educación, Justicia), el establecimiento de una fuerza policial democrática y la continuidad de todos los proyectos humanitarios y para los refugiados actualmente vigentes.

     La situación es difícil, los programas maximalistas, imposibles. La tenue esperanza de paz que Annapolis simboliza puede ser viable a medio plazo si los políticos israelíes y palestinos asumen compromisos y renuncias mutuas, si la sociedad civil deja oír su voz y si la UE y los EE.UU. desarrollan una auténtica labor de mediación y apoyo. Tal vez así, la paz sea posible en la sufrida tierra de Palestina, en la sagrada y sangrante Tierra de Israel. 

     José Ramón Villanueva Herrero

     (Diario de Teruel, 27 noviembre 2007) 

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