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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

EL FINAL DE LA TREGUA DE ETA

EL FINAL DE LA TREGUA DE ETA

     Todos estamos comprobando, hace ya tiempo, el estado de crispación y de desconcierto que se está sembrando en la sociedad española como consecuencia de los acontecimientos relacionados con el terrorismo de ETA. El tema es extraordinariamente complicado y de difícil solución y que puede acarrear graves consecuencias para la convivencia en el futuro, por lo que las fuerzas políticas deberían ser especialmente cuidadosas y prudentes a la hora de abordar esta cuestión.    El Gobierno de Rodríguez Zapatero, reconociendo la existencia del conflicto en Euskadi, primera condición para su solución, tendió puentes e intentó el acercamiento al entorno de ETA en aras a la consecución de la paz. Los Gobiernos del PP hicieron lo mismo y la oposición  se mantuvo en un segundo plano, siendo especialmente discreta, respetando y apoyando la política del Gobierno. Ese parece ser el camino y no hay otro. Los partidos políticos deben ir unidos y en la misma dirección, de lo contrario el fracaso puede ser estrepitoso.  El intento de Rodríguez Zapatero ha sido loable, mas probablemente no debería haberse embarcado en este mar tenebroso, sin contar la implicación y apoyo del otro gran partido de carácter estatal.    

      Admitido lo anterior, cabe decir que una vez perdieron las elecciones en marzo de 2004, los dirigentes populares han seguido una política de hostilidad constante contra el Gobierno, que ha generado un estado de crispación en la sociedad española, desconocido desde tiempos de la Transición, e impensable en cualquier país avanzado.  Esta actuación de los populares pudiera explicarse por el enfado que les causó la imprevista derrota electoral del 14-M. O quizás se debiera a que tomaran las riendas del partido los halcones. O a que el PP eligió ex profeso la estrategia de la confrontación permanente, como la única manera de alcanzar el poder.  Lo que si parece cierto es que desde el 14-M los Rajoy, Acebes, Zaplana y compañía, han dado muestra de un nerviosismo, nada conveniente, en la vida política.

      La actual dirección del PP ha optado por una táctica arriesgada y de consecuencias imprevisibles. Parecen movidos por la desesperación. Son todo un conjunto de políticos que, como no tienen futuro, no tienen nada que perder. Si, tras la derrota electoral del 14-M, el partido hubiera llevado a cabo un congreso y hubiera hecho una autocrítica, se hubiera dado paso a una nueva generación de políticos que, libres y no comprometidos con el pasado, estarían haciendo una oposición útil para la sociedad y más legitimable. Como saben que todo se lo juegan a una carta, no tienen problema alguno en embarcar a todos correligionarios y a todos aquellos sectores de la sociedad que puedan embaucar, con el apoyo incondicional de determinados periódicos y emisoras de radio, en un viaje que no tiene otro objetivo que derrocar al Gobierno de Rodríguez Zapatero. Primero se inventaron la mentira de la conspiración en la masacre del 11-M. ¡Qué de cosas hemos tenido que oír un día tras otro, tratando de vincular estos atentados con la banda terrorista de ETA! Mas la verdad desagradable asoma, y a la trama islamista se le cae el velo, y en el tercer aniversario, el juicio está demostrando que no hay rastro alguno de ETA. Como esto ya lo sabían, han tenido que montar otra gran mentira. Independientemente que el Gobierno socialista haya podido cometer errores en todo el proceso de negociación con ETA, lo que parece indiscutible es que por primera vez en la historia de nuestra reciente democracia un gran partido, que ha detentado el Gobierno de España, y que cabe pensar que lo hará en el futuro, ha decidido servirse con fines partidistas de la política antiterrorista del Gobierno de Rodríguez Zapatero. Es posible que los socialistas hayan errado en su cálculo, al pensar que podían afrontar, sin el pleno apoyo de la oposición, un final pactado de ETA. Probablemente han calibrado mal, las repercusiones en la opinión ciudadana de su actuación en el caso De Juana; pero lo que no se puede decir, de ninguna manera, que Rodríguez Zapatero sea cómplice de los terroristas, que el PSOE sea un traidor a la patria o que el Gobierno esté vendido a ETA. Los dirigentes del Partido Popular saben perfectamente que no es así, y a pesar de saberlo, han decidido tirar por la calle del medio y jugar con los sentimientos de una parte importante del pueblo español con fines partidistas. No se puede decir ante cientos de miles de españoles que España está en peligro, a no ser a costa de una gran irresponsabilidad .

      Convendría recordar el ejemplo de lo sucedido en el conflicto de Irlanda del Norte, donde el Reino Unido  y la República de Irlanda, desde fines de 1993 intentaron, de forma decidida, poner fin a uno de los conflictos más enquistados y sangrientos del siglo XX, convencidos de que no se podía condenar a Irlanda del Norte a un futuro de muerte y desesperación. Usaron el diálogo, la imaginación, la paciencia y la discreción. Los grandes partidos políticos del Reino Unido apostaron por la paz, entendiéndola como una cuestión de Estado, no partidista. En consecuencia no se entorpecieron, llevando ramos de flores a los lugares donde se produjeron las matanzas del IRA.  Los medios de comunicación fueron especialmente discretos y respetuosos con el tema. Se habló mucho y durante largo tiempo con las asociaciones de las víctimas. El largo camino hacia la solución del problema comenzó en diciembre de 1993, cuando el entonces primer ministro conservador británico, John Major, y el exjefe de Gobierno irlandés, Albert Reynols, firmaron en Londres la declaración de “Downing Street”. Ahora han recogido el fruto Tony Blair y Peter Hain. Es lo menos importante. Aquí nadie se pone medallas. El triunfo es de todos, como también hubiera sido el fracaso.

      Todos los políticos españoles deberían tenerlo en cuenta. Ya sabemos- es un tópico decirlo- que las situaciones entre Irlanda del Norte y Euskadi son muy diferentes. Ni ETA es el IRA ni el Ulster es Euskadi. Ni España es el Reino Unido. Es verdad,  mas a pesar de todo en algunos aspectos la solución de este conflicto podría servir de referencia a Euskadi: es el modo, la estrategia, las técnicas con las que se ha abordado y dirigido todo el proceso de superación del conflicto armado.

      Finalmente, podrían resultar para la clase política española altamente aleccionadoras las palabras pronunciadas en una reciente entrevista por parte del sacerdote irlandés Alec Reid, mediador en el conflicto del Ulster, y afincado desde hace seis años  en Bilbao, donde se ha situado en medio de todos los agentes políticos. Reid nos advierte que, “en Irlanda del Norte se necesitaron treinta años para aprender algunas cosas. La primera: se debe respetar  siempre la dignidad de las personas ya que es un valor supremo fundamental. La segunda: el único camino para resolver un problema es el diálogo. Ningún conflicto tiene solución por la vía de las armas. Lo que pasa es que en España no hay una cultura democrática entre partidos, ya que la democracia es demasiado joven. Si los partidos políticos se escucharan durante media hora sin interrumpirse, encontrarían al menos algunas cosas en las que estarían de acuerdo”.  

Cándido Marquesán Millán y José Ramón Villanueva Herrero

(Diario de Teruel, 8 junio 2007)

1 comentario

pep -

ud parece un buen historiador,pero se le ve el plumero mucho.
En todos los articulos el psoe no se ha equivocado nunca