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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

CONTRA EL FANATISMO

CONTRA EL FANATISMO

 

Si el texto del Manifiesto Comunista escrito por Marx y Engels en 1848 comenzaba con la conocida frase “Un espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo”, que tanto alarmaba al orden establecido de la época, hoy en día  se dibujan en el horizonte nuevos espectros, estos bien distintos al anhelo de transformación social marxista, como son el fundamentalismo y los fanatismos emergentes, aquellos  que atacan  nuestros valores de civilidad, respeto y convivencia democrática como a partir del 11-S quedó grabado para siempre en nuestras retinas y en nuestro corazón.

Sobre el tema del fanatismo resultan muy interesantes (y oportunas) las reflexiones de Amos Oz, escritor y relevante intelectual de la izquierda pacifista israelí recogidas en su libro Contra el fanatismo (Madrid, Siruela, 2003),  en el que reúne los textos de tres de sus conferencias (“Sobre la naturaleza del fanatismo”, “Sobre la necesidad de llegar  a un compromiso y su naturaleza” y “Sobre el goce de escribir y el compromiso”).

Amos Oz nos recuerda que “no es lo mismo perseguir a un puñado de fanáticos por las montañas de Afganistán que luchar contra el fanatismo”, razón por la cual intenta ofrecer una reflexión sobre la naturaleza de las distintas formas de este espectro amenazador. Para entender lo que significa la vieja lucha entre la civilidad y el fanatismo, hay que recordar que el germen de este mal no es patrimonio exclusivo de nadie y que puede brotar en cualquier lugar ya que, “el fanatismo es más viejo que el Islam, que el cristianismo, que el judaísmo. Es más viejo que cualquier ideología o credo del mundo”. Ello me recuerda que, Shlomo Ben Ami, historiador, destacado miembro del Partido Laborista de Israel (Avodá) y antiguo embajador de su país en España y actual vicepresidente del Centro Internacional de Toledo por la Paz (CIT), suele decir que toda persona llevamos dentro de nosotros, latente, a “un enano fundamentalista” que, en determinadas circunstancias, puede aflorar y apoderarse de nuestro pensamiento y conducta.

La semilla del fanatismo brota siempre que se adopta una actitud de superioridad sobre los demás, siempre que se exige la total adhesión a unas ideas o creencias determinadas.  De ello se derivan características (bien conocidas) comunes a todos los fanáticos cuales son:  el culto a la personalidad, la idealización de líderes políticos o religiosos y, también, “la adoración de individuos seductores”, los nuevos ídolos de la sociedad actual. Las consecuencias de todo ello resultan nefastas ya que propician, la aparición de “regímenes totalitarios, ideologías mortíferas, chovinismo agresivo, formas violentas de fundamentalismo religioso”  y lo que el escritor israelí llama “la idolatría universal”, la cual rinde culto a los nuevos ídolos musicales, deportivos, etc.

Oz, que se define como “experto en fanatismo comparado” dada su condición de judío nacido en Jerusalem, nos describe sus diversos tipos, que coexisten y se manifiestan diariamente a nuestro alrededor. El fanatismo no sólo son gritos histéricos y actitudes violentas, sino que también adquiere “modales más silenciosos”: con mordaz ironía, alude a algunos no fumadores que nos quemarían vivos, a algunos vegetarianos que nos comerían o a algunos pacifistas que matarían en caso de no aceptar sus posiciones, actitudes y modelos de vida cuando ésta adquiere tintes fundamentalistas.

La esencia del fanatismo reside en el deseo de obligar a los demás a cambiar sus modos de vida o pensamiento. En este sentido, el ejemplo de Bin Laden resulta revelador. En la mente del líder de Al-Qaeda su fanatismo parte de la idea de que los valores occidentales habían debilitado seriamente al Islam. Por ello, para defenderlo, Bin Laden considera que no sólo es necesario golpear fuerte a Occidente (ahí está la tragedia del 11-S para demostrarlo), sino que hay que “convertir” a nuestra sociedad secularizada y laica. Amos Oz resume con claridad el  objetivo final del islamismo radical: “Sólo prevalecerá la paz cuando el mundo se haya convertido no ya al Islam, sino a la verdad más rígida, feroz y fundamentalista del Islam. Será por nuestro bien, Bin Laden nos ama esencialmente. El 11 de septiembre fue un acto de amor. Lo hizo por nuestro bien, quiere cambiarnos, quiere redimirnos”.

Semejante afirmación no debe sorprendernos si pensamos que el fundamentalismo islámico del s. XXI no difiere en nada respecto al fanatismo cristiano del medievo europeo. La idea de “redención” esgrimida por Al-Qaeda es la misma que  la utilizada por la Inquisición, que, con sus prácticas bárbaras, consideraba que torturando o quemando en la hoguera a infieles y herejes, éstos, en caso de arrepentirse, lograrían la salvación eterna de sus almas.

Frente al espectro del fanatismo irracional, se hacen necesarias actitudes y soluciones sólidas y eficaces. Los conflictos internacionales que fomentan actitudes fanáticas sólo se resuelven con un profundo sentido de la justicia y la solidaridad, lejos de toda dominación económica o paternalismo político. Ciertamente, una forma de combatir el fanatismo es la capacidad para resolver con valentía y visión de futuro conflictos enquistados como el de Oriente Medio. Oz, que lleva defendiendo desde 1967 la existencia de un Estado Palestino, en un tiempo en que los pacifistas israelíes podían celebrar sus mítines y congresos “en una cabina telefónica”, plantea avanzar hacia “zonas de acuerdo”, siquiera sean “de acuerdo parcial”, que permitan llegar a “compromisos dolorosos”, pues supondrán renuncias por ambas partes. No existen fórmulas milagrosas para resolver este conflicto pero el camino es claro: existencia legal e internacionalmente reconocida de “Dos Estados para dos pueblos”, vuelta al mapa anterior a 1967 con la devolución de todos los territorios ocupados por Israel, y disposiciones especiales para los casos de Jerusalem y los Santos Lugares, como se apuntan en los Acuerdos de Ginebra  de 2003. En un futuro, Amos Oz plantea un horizonte de colaboración mutua con la creación de un Mercado Común de Oriente Medio, idea apuntada años atrás por Ben Ami quien defiende una posible Confederación entre Israel-Palestina y Jordania. En este sentido, la ONU, la Unión Europea y la naciente Alianza de Civilizaciones tienen mucho que decir…y que hacer.

Frente al fanatismo religioso, político, étnico o territorial, Amos Oz nos convoca a la imperiosa necesidad de combatir la injusticia, de intentar abrir tenazmente caminos a la esperanza para que la vida, la razón y la justicia prevalezcan frente a todo tipo de fanatismos.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(La Comarca, 20 junio 2008)

(Diario de Teruel, 22 junio 2008)

 

 

 

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