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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

INTELECTUALES ISRAELÍES A FAVOR DE UN ESTADO PALESTINO

INTELECTUALES ISRAELÍES A FAVOR DE UN ESTADO PALESTINO

     

     En el siempre convulso y agitado Oriente Medio, con una preocupante escalada represiva en la Siria de Bashar al-Assad, un conflicto palestino-israelí enquistado y con el proceso de paz embarrancado, una noticia ocurrida hace unos días pasó un tanto desapercibida en los medios de comunicación occidentales. El pasado 20 de abril, coincidiendo con la pascua judía (Pesaj), un grupo de intelectuales, artistas y académicos vinculados a la izquierda israelí, firmaron un Manifiesto a favor del reconocimiento del Estado Palestino con arreglo a las fronteras previas a 1967, esto es, la posición defendida por la comunidad internacional, basado en la solución “Dos pueblos, dos Estados” destinado a acabar con lo que definieron como “inmovilismo” del actual gobierno derechista de Binyamin Netanyahu y que suponga el primer paso para el logro definitivo de una paz estable y justa entre Palestina e Israel.

     El referido Manifiesto, ha sido firmado por destacados miembros de la intelectualidad vinculados a la izquierda pacifista israelí como la exministra Shulamit Aloni, el cineasta Ari Folman, el periodista Sefi Rachlevsky, el dramaturgo Joshua Sobol, Yehuda Bauer, profesor emérito de Historia y Estudios sobre el Holocausto de la Universidad Hebrea de Jerusalem o Avishai Margalit, profesor de la Universidad de Princeton, entre otros. Tal y como se recoge en su texto, supone “un llamamiento a todos los que buscan la paz y la libertad para todos los pueblos para que apoyen la declaración de un Estado palestino, y actúen de una manera que aliente a los ciudadanos de los dos estados  y mantener relaciones pacíficas dentro de las fronteras de 1967”, exigiendo igualmente “el  fin total de la ocupación” israelí de Cisjordania y Jerusalem este como “condición previa fundamental para la liberación de los dos pueblos”. Este Manifiesto, además de su significado político,  tiene un profundo contenido ético al señalar que “la independencia de ambos estados los fortalece mutuamente”  y ello es “una necesidad moral y existencial y la base para la posibilidad de unas buenas relaciones de vecindad”.  De este modo, el Manifiesto pretende iniciar un proceso en la sociedad israelí a favor de la reactivación del proceso de paz y que, por ello, supone una alternativa a la actual parálisis política del gobierno de Netanyahu-Lieberman cada vez más escorado a la derecha.

     Cuando dicho Manifiesto fue leído en público el 21 de abril  a las puertas del Independence Hall de Tel Aviv, lugar cargado de simbolismo puesto que fue allí donde David Ben Gurión había proclamado el 14 de mayo de 1948 la independencia del Estado de Israel, tan emotivo acto fue boicoteado por militantes de la ultraderecha judía. Lamentablemente, cuando Hanna Maron, “la gran dama del teatro israelí”, de 87 años intentaba leer el manifiesto, quedó patente el desgarro que la cuestión de la declaración del Estado palestino supone en la sociedad israelí, entre la derecha nacionalista y la izquierda pacifista. Muy triste tuvo que resultarle a Hanna Maron, que, ante los insultos de que era objeto por parte de los ultras que la increpaban, no pudiese leer libremente el texto del Manifiesto, de este apuesta decidida por la paz y la reconciliación, lo cual tenía especial valor en su caso puesto que la artista israelí perdió en 1970 una pierna como consecuencia de un atentado palestino, y sin embargo, nunca cayó en las siniestras redes del odio y del rencor y siguió buscando esa paz necesaria, esa “paz de los valientes”, en expresión del asesinado Itzjak Rabin.

     Pese a estos penosos incidentes, el Manifiesto tiene una profunda significación política como alternativa a la paralización deliberada del proceso de paz por parte de la derecha israelí en el poder. De hecho, Sefi Rachlevsky, uno de sus promotores, ha llegado a acusar a la política de Netanyahu de “causar daños a la democracia y a los derechos civiles” a la cual no duda en calificar de “catástrofe moral” puesto que, al negar los derechos legítimos del pueblo palestino,  está llevando a Israel a un cada vez mayor aislamiento internacional que puede convertirle “en una especie de Sudáfrica”… en tiempos del apartheid.

     Por su parte, mientras el Gobierno de Israel criticaba el Manifiesto de los intelectuales israelíes, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) emitió un comunicado en el que reconocía que “se trata de una valiente iniciativa política que contribuye de forma decisiva  a reavivar las esperanzas de paz que los sucesivos gobiernos israelíes dispersaron”.

     En consecuencia, este Manifiesto insta a reactivar la agencia negociadora y la posibilidad real de que en el próximo mes de septiembre la Autoridad Nacional Palestina (ANP) firme un tratado de paz con Israel como paso previo a la creación del Estado Palestino bajo varias premisas: el cese de la construcción de asentamientos judíos, solucionar la cuestión de los refugiados palestinos, reconocimiento de un Estatuto para Jerusalem como futura capital de ambos estados, aceptación de las fronteras previas a la guerra de 1967 y medidas de seguridad que garanticen tanto la soberanía palestina como la seguridad de Israel frente a todo tipo de ataques terroristas, lo cual supone el control efectivo de la ANP sobre Gaza. De no lograrse este tratado, la ANP, una vez reunidos los apoyos suficientes (a fecha de hoy, 112 países ya han reconocido a Palestina como Estado independiente), planteará ante el Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la ONU su reconocimiento como miembro de pleno derecho, una decisión política imprescindible para romper el enmarañado nudo gordiano que atenaza una salida justa al conflicto palestino-israelí.

     Por ello, al margen de las gestiones diplomáticas, en una sociedad tantas veces desencantada de la política, escéptica ante el futuro, resulta esencial el compromiso ético y político de sus ciudadanos, tal y como ha quedado patente con el Manifiesto firmado el 20 de abril por destacados intelectuales israelíes, los cuales, con su mensaje y testimonio personal, pueden ayudar, en estos tiempos inciertos,  a alumbrar esperanzas y alternativas de justicia y futuro para la sociedad en la que les ha tocado vivir.

 

     José Ramón Villanueva Herrero

     (publicado en Diario de Teruel, 30 abril 2011 y El Periódico de Aragón, 1 mayo 2011)

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