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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

RECORDAD MATIGNON

RECORDAD MATIGNON

 

     Tras el hundimiento de la Bolsa de Nueva York en el crack de 1929, una profunda depresión económica se extendió por el mundo, también por Francia. En el país galo, las secuelas de la misma se agudizaron sobre todo a partir de 1931 dado que las políticas deflacionistas de los gobiernos conservadores supusieron un elevado coste social para los trabajadores, especialmente en lo referente a disminución de salarios y restricciones del crédito. Fueron años en los que aumentó el desempleo, cayeron los salarios, se hundieron los precios agrarios y una avalancha de quiebras azotó al sector industrial. Con tan angustiosa situación de fondo, en mayo de 1936 se produjo la victoria electoral del Frente Popular francés y la formación de un nuevo Gobierno presidido por el socialista Léon Blum: bajo su impulso, a los tres días de tomar posesión del cargo, en la noche del 7-8 de junio, se firmaron los llamados Acuerdos de Matignon, un hito relevante en la trayectoria de la lucha del movimiento obrero por la conquista de los derechos laborales, a la vez que un ejemplo de que, frente a aquella grave crisis económica, había soluciones, salidas sociales, que no cargasen los costes sociales de la misma sobre los trabajadores, como hacían (y hacen) las políticas económicas de la derecha.

     Los Acuerdos de Matignon, firmados por la patronal francesa (CPGF), el sindicato CGT, y el Gobierno del Frente  Popular, supusieron logros históricos de gran calado social como la consecución de la jornada laboral de 40 horas semanales, la generalización de los convenios colectivos, aumentos salariales para los trabajadores de entre el 7 y el 15 %, libertad de afiliación sindical, comprometiéndose los patronos a que ello no supusiera ninguna discriminación  a la hora de “tomar decisiones relativas a la contratación, ejecución o distribución del trabajo, medidas disciplinarias o despido” (art. 3). Igualmente, se reconocía, por vez primera, el ocio como un derecho de los trabajadores y, de este modo, éstos pudieran disfrutar de vacaciones anuales pagadas, logro histórico en la historia del movimiento obrero. Además, los Acuerdos de Matignon supusieron una disminución del paro y una importante reactivación del consumo interno, convirtiéndose también en el modelo de pacto social en materia de negociación colectiva a nivel estatal  mediante acuerdos tripartitos  entre la patronal, los sindicatos y el Gobierno: todo un ejemplo de responsabilidad social para hacer frente a la crisis, de entonces y de ahora.

     He querido recordar los Acuerdos de Matignon precisamente ahora en que tantas conquistas sociales y laborales están amenazadas, en que la derecha económica, política y social está lanzando una ofensiva en toda regla contra los derechos que tanto costó conquistar y a los que una sociedad democrática avanzada no puede ni debe renunciar y en cuya defensa debemos cerrar filas. Como ariete de esta ofensiva reaccionaria contra los derechos laborales y sociales, como uno de sus más ardorosos abanderados, encontramos a Salvador Sostres, polémico columnista del diario El Mundo en cuyas páginas ha dejado frecuentes ejemplos de su ideología y en los que ha arremetido contra los valores y principios esenciales de nuestro Estado de Bienestar, tan tambaleante en estos últimos tiempos. Citaré sólo dos artículos de Sostres especialmente reprobables: el titulado “Cómo acabar con el paro “ (El Mundo, 28 septiembre 2011) en el que, desde su visceralidad contra los sindicatos de clase,  clamaba por “la abolición del Estatuto de los Trabajadores, la cancelación de los convenios colectivos y la supresión de los comités de empresa”. No menos repulsivo resultaba su artículo ”El Estado moderno” (El Mundo, 13 julio 2012) en el que arremetía contra los funcionarios, las prestaciones por desempleo  y en el que llegaba a decir que “hay que eliminar también el concepto de vacaciones pagadas”, pues, “si tenemos la ocurrencia de querer vacaciones, que sea por nuestra cuenta”: como vemos, tales disparates reaccionarios nos retrotraían a tiempos anteriores a los Acuerdos de Matignon, a ese supuesto “Estado moderno” que nos quiere imponer el neoliberalismo, un Estado con menos derechos laborales y con más desigualdades sociales.

     Las ideas expuestas por Sostres suponen el programa máximo de una derecha cada vez más extrema que no tiene ningún rubor en manifestarse tal y como es en realidad: profundamente reaccionaria. Por ello, la lección que hoy nos ofrece el recuerdo de los Acuerdos de Matignon es que sólo con la firmeza y unidad de los trabajadores  podremos hacer frente al ataque sistemático al cual estamos siendo sometidos. Y, no debemos olvidar que cuando los poderosos ven amenazadas sus posiciones de privilegio, es cuando optan por hacer concesiones a la clase trabajadora. Lamentablemente, en la España actual, no sienten ese temor ni tampoco hay un Gobierno progresista en el poder que, como hizo el de Léon Blum,  los presione en ese sentido para lograr  así conquistas en beneficio de los sectores sociales más desfavorecidos, de aquellos que, como decía Indalecio Prieto, sufren en su rostro el trallazo de la injusticia. Y es que, los Acuerdos de Matignon nos recuerdan y demuestran que por muy adversas que sean las circunstancias, siempre es posible encontrar una salida progresista y justa a la crisis que nos acosa.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(publicado en:  Diario de Teruel, 23 agosto 2012 y El Periódico de Aragón, 27 agosto 2012)

 

 

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