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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

EL MOVIMIENTO OBRERO EN ARAGÓN (4). EL FINAL DE LA MONARQUÍA Y LA LLEGADA DE LA SEGUNDA REPÚBLICA (1923-1931)

EL MOVIMIENTO OBRERO EN ARAGÓN (4). EL FINAL DE LA MONARQUÍA Y LA LLEGADA DE LA SEGUNDA REPÚBLICA (1923-1931)

         

 El golpe de estado del general Miguel Primo de Rivera (13 septiembre 1923) puso fin a la legalidad constitucional de la Restauración y, el apoyo dado por Alfonso XIII a la dictadura primorriverista supuso el descrédito definitivo del rey y fue preludio de su caída y de la posterior proclamación de la II República.

 

Ante el golpe militar de 1923, Francisco Largo Caballero, secretario general de UGT desde 1918, definió la posición del sindicato socialista como “de completa neutralidad”, añadiendo, “siempre que, no importa con qué formas e instituciones, se mantuvieran las conquistas sociales, se permitiera negociarlas y se asegurara la existencia, reconocimiento, consolidación e identidad de la organización obrera”. Por su parte, la UGT zaragozana, contraria a todo acto golpista, manifestó no sentir ningún “vínculo de solidaridad ni de simpatía” por defender un sistema político oligárquico en el cual no creía y al cual nada debía el movimiento obrero.

 

Pese a lo dicho, mientras la CNT era ilegalizada (mayo, 1924), la UGT se adaptó a la dictadura primorriverista, tema ciertamente polémico, en lo que dio en llamarse “vía corporativa al socialismo”. Sin la competencia de la central anarquista, la UGT quedó libre para intentar alcanzar la hegemonía entre los trabajadores como único sindicato obrero permitido. Pese a esta situación de ventaja, el crecimiento de la UGT en Aragón siguió siendo lento: 1.198 afiliados en 1922, que en el año 1928 habían ascendido a sólo 3.671 ugetistas aragoneses. Fueron unos años en los que la UGT defendió un sindicalismo moderado y reformista por medio de los comités paritarios (creados en 1927), desarrollando igualmente una destacable actividad cultural: en la Casa del Pueblo de Zaragoza se organizaron unos ciclos de conferencias anuales que se convirtieron en un foro de encuentro entre los trabajadores socialistas y los sectores de la burguesía ilustrada y reformista.

 

A partir de 1928, la UGT se fue distanciando de la dictadura primorriverista y, junto con el PSOE, se orientaron hacia un cambio político de signo republicano. En este contexto, el socialismo aragonés, que siempre había tenido una endémica debilidad orgánica, va a experimentar un importante auge. En 1928-1929 tuvieron lugar los viajes propagandísticos de Largo Caballero a Aragón, razón por la cual el socialismo arraigó con fuerza en diversas zonas y, de forma especial, en la comarca de Cinco Villas. Por otra parte, en Teruel se establece el PSOE y la UGT en 1929 bajo el liderazgo de los catedráticos Juan Sapiña y Pedro Díez Pérez y Pascual Noguera, dirigente campesino de la Federación de Trabajadores de la Tierra (FTT-UGT). Al año siguiente, en 1930, van a empezar a publicarse los dos semanarios emblemáticos del socialismo aragonés: el turolense “Adelante”, cuyo primer número lleva fecha del 22 de febrero, y el zaragozano “Vida Nueva”  que apareció el 4 de mayo de 1930.

 

El auge del socialismo aragonés era evidente en la fase final de la dictadura primorriverista y, por ello, “Vida Nueva”, refiriéndose a la situación de la UGT a la altura de 1930, ya en vísperas de la proclamación de la II República, alude al mismo como “año de eclosión sindicalista”. A través de las páginas del órgano del socialismo zaragozano, se ofrecen datos concretos que avalan la afirmación anterior: en la capital aragonesa se constituyeron más de 30 sociedades obreras ugetistas, en 24 pueblos de la provincia (la mitad de ellos en las Cinco Villas), surgieron otras tantas Sociedades Obreras adscritas a la UGT. Lo mismo ocurrió en la ciudad de Huesca, en Jaca, Ansó o Biscarrués. Por lo que se refiere a la provincia de Teruel, se evidenció una gran pujanza de las organizaciones socialistas ya que, en marzo de 1930, la UGT contaba con 2.178 afiliados distribuidos así: Teruel-capital (467, mayoritariamente vinculados a la FTT); el Sindicato Nacional Minero ugetista estaba fuertemente implantado en Ojos Negros (862) y Montalbán (512), siendo también destacable la militancia ugetista en Albalate del Arzobispo (250) y La Puebla de Valverde (87).

 

Sustituido Primo de Rivera por la “dictablanda” del general Berenguer y fracasada la sublevación de Jaca (12 diciembre 1930) que tenía que ser el preludio del cambio republicano, se desató una ola represiva hacia las organizaciones socialistas implicadas en el movimiento insurreccional, siendo detenidos los principales dirigentes de la UGT y el PSOE, entre ellos, Bernardo Aladrén (secretario provincial de la UGT de Zaragoza), así como numerosos militantes, además de suspender gubernativamente la publicación de “Vida Nueva”.

 

Poco después, el almirante Aznar convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. La victoria de la coalición formada por republicanos y socialistas, apoyada “decididamente” por la UGT, supuso la proclamación de la II República Española el 14 de abril de 1931. En el caso de la ciudad de Zaragoza, donde el 70,3 % de los votantes apoyaron el cambio político, de los 47 concejales de su ayuntamiento, 32 eran republicanos y, de ellos, 6 militaban en el PSOE y la UGT: Bernardo Aladrén (que sería 2º teniente-alcalde de la nueva corporación), Bernardo Rubio, Luís Viesca, Eduardo Castillo, Antonio Ruiz y Mariano Sierra. De igual modo, muchos pueblos de las Cinco Villas estrenaron alcaldes socialistas (como Antonio Plano, en Uncastillo). Como balance, el PSOE logró 201 concejales en la provincia de Zaragoza, 76 en la de Teruel y tan sólo 15 en la de Huesca. Especialmente destacable es el caso de la ciudad de Teruel en la que, de 19 concejales que formaban la corporación, 10 eran republicanos y, de ellos, 4 militaban en el PSOE-UGT.

 

Va a ser a partir de la llegada entusiasta de la II República cuando se intente llevar a cabo un ambicioso proyecto de democratización y modernización de España, un anhelo que, desde el primer momento, contó con la frontal oposición de las fuerzas conservadoras y reaccionarias. La destrucción de la democracia republicana condujo,  lamentablemente, a una dramática guerra civil, cuyas heridas no se cerrarán con justicia hasta que las víctimas de la dictadura franquista no logren la completa reparación moral, política y jurídica que merecen.

 

  José Ramón Villanueva Herrero

 (La Voz Sindical, nº 108, Zaragoza, enero 2009)

 

 

 

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