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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

EL MOVIMIENTO OBRERO UGETISTA EN ARAGÓN (XI). CAÍDAS Y DESARTICULACIONES (1946-1948)

EL MOVIMIENTO OBRERO UGETISTA EN ARAGÓN (XI). CAÍDAS Y DESARTICULACIONES (1946-1948)

 

     Si desde 1942 se fue produciendo una gradual expansión orgánica de la clandestina UGT aragonesa, no por ello cesaba el permanente acoso al cual eran sometidos los grupos antifranquistas por parte de las fuerzas represivas. De hecho, según relataba el periódico El Noticiero el 15 de enero de 1946, la Jefatura Superior de Policía de Zaragoza se vanagloriaba de tener en su archivo 700.000 fichas policiales, ¡en una ciudad que por aquel entonces contaba con 250.000 habitantes!. Este asfixiante acoso policial hizo que, durante estos años hubiese varias caídas y desarticulaciones que fueron debilitando gradualmente a la UGT aragonesa hasta su práctico desmantelamiento en 1948.

     La primera caída tuvo lugar en agosto de 1946 como consecuencia de la filtración de un confidente policial que trabajaba en el Viceconsulado británico de Zaragoza, el cual, hasta entonces, había apoyado a la Organización Socialista clandestina de UGT-PSOE-JSE. Consecuencia de ello fue la detención de diversos ugetistas, entre ellos, Manuel Soto, Eugenio Díez o Francisco Simón Ullate, el cual intentó suicidarse en las dependencias policiales, mientras que otros militantes, como Luís Arbella o Pascual Marco, lograron huir y refugiarse con apoyo de los ugetistas vascos en el barrio bilbaíno de Zamákola.

     En enero de 1947 se produjeron una serie de caídas en cadena tras la desarticulación en la ciudad de Huesca de la CNT y del Socorro  Internacional Pro-Presos, seguida pocos días después de la caída del libertario Comité Comarcal “Espartaco” en la Cuenca Minera de Utrillas, lo cual supuso, además de numerosas detenciones, la desarticulación de 14 comités locales. Dado que esta organización, vinculada a la CNT se integraba a su vez en la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas (ANFD), las conexiones entre ambas propiciaron que la policía desarticulase a su vez a la organización zaragozana de la ANFD, cuyos dirigentes principales, entre ellos, los representantes ugetistas, fueron detenidos a lo largo del mes de marzo de 1947, fechas por las que también se produjo una importante caída de los cuadros del PCE con un total de 47 detenidos. De este modo, entre febrero-marzo de dicho año, se produjo una desarticulación parcial del PSOE-UGT en Aragón y algunos de  sus más activos militantes como Celestino Torres, Manuel Soto, Eusebio Díez, Pascual Marco o Adolfo Barbacil, cayeron en manos de la policía., así como diversos militantes ugetistas de San Sebastián, dadas sus conexiones entre éstos y la UGT aragonesa. De igual modo, se desarticuló el Comité Comarcal de las JSE de Alcañiz y parte de la organización ugetista en las Cuencas Mineras turolenses, entre ellos, Juan Mateo, los cuales sufrieron la dureza de los maltratos policiales durante los interrogatorios y, como consecuencia de ello, Francisco Collado perdió un ojo y Antonio Muñoz Sánchez se ahorcó en su celda, todo lo cual fue denunciado en las páginas de Vida Nueva, la publicación clandestina de la UGT aragonesa.

     Esta ola represiva motivó una nueva reorganización del núcleo de UGT existente en Aragón, el cual tuvo lugar tras un Comité Local celebrado en Zaragoza el 21 de septiembre de 1947 y en el cual se eligió a Bonifacio Solá Yubero (presidente) y a Manuel Canteli como secretario, figurando también Peribáñez  (tesorero y vicesecretario) y Grávalos, Larrea, Moisés González y Jesús Gamboa, más tarde incorporado a las filas del PCE y de CC.OO., como vocales. Este nuevo Comité Regional de UGT mantuvo contactos externos con Euskadi (especialmente, Bilbao y San Sebastián), Barcelona, Valencia, Logroño, Soria, con Madrid (de forma esporádica) y con la dirección de UGT en el exilio de Toulouse gracias a la labor constante y tenaz de Pascual Marco Mateo. Como objetivos políticos, se hicieron esfuerzos por reactivar la agónica ANFD, así como mantener la relación con la CNT, a la que se alude como “entidad hermana”, y para coordinar la acción opositora con el pequeño núcleo de la Federación Universitaria Escolar (FUE). existente en la Universidad de Zaragoza. Tampoco se olvidaron temas organizativos como la ayuda a los presos, la financiación y la prensa clandestina de la UGT aragonesa, así como el intento de reactivar, con escaso éxito,  la FNTT, y la FETE, las históricas federaciones de campesinos y maestros ugetistas.

     También se había reorganizado la JSE, la cual, a partir de febrero de 1947, se define como “Juventud Combatiente” y, entre sus miembros, militantes igualmente de la UGT, se planteó el peligroso dilema del recurso a la violencia. De hecho, algunos de ellos, como Daniel González o el alcañizano Bernardo Gracia, evidenciaron, a través de los llamados Grupos de Acción Espacial (GAE), la necesidad de realizar acciones más contundentes que el mero reparto de propaganda clandestina. Por ello, se dotaron de armas para pasar a la acción directa y violenta contra la dictadura en unos momentos en que el contexto internacional y las resoluciones de la ONU parecían haber dejado aislado al régimen del general Franco. Por todo ello, se intentaron poner unas bombas en el Gobierno Civil de Zaragoza que, debido a la inexperiencia de los jóvenes ugetistas no explosionaron, se pretendió realizar un atraco en una sucursal del Banco Zaragoza y, también, se estuvo a punto de asesinar a un confidente policial empleado en la fábrica Tudor en junio de 1947: en el último instante, ésta acción no se llevó a cabo y la cuestión del recurso a la violencia suscitó un profundo debate interno en las filas de las JSE zaragozanas.

     Mientras todo esto ocurría, la policía franquista iba cerrando el cerco sobre la organización socialista clandestina formada por la acción conjunta y coordinada de UGT-PSOE-JSE. Consecuencia de ello fue que, en la madrugada del 10 de febrero de 1948, la Brigada Político-Social detuvo a los 34 principales dirigentes de la UGT, PSOE y JSE en Aragón, a la vez que se incautaba de todo el armamento de la organización y de su aparato de prensa y propaganda. Contra los detenidos se instruyó  la Causa nº 407 por parte del Juzgado de Instrucción Militar nº 3 de Zaragoza bajo las acusaciones de “asociación ilícita, propaganda ilegal, tenencia ilícita de armas” y, en algún caso, de “reincidencia”.

     Los efectos de la caída de febrero de 1948, como señalan David Corellano y Mercedes Yusta, fueron “devastadores para la resistencia socialista aragonesa y, consecuentemente, para la UGT, la cual no se recuperaría hasta la década de los años setenta”. Y, sin embargo, la llama de la UGT clandestina, aunque tenue, siguió viva durante los años siguientes, gracias a la fidelidad de un núcleo reducido de militantes, entre los que se debe destacar de forma especial a Pascual Marco Mateo, tal y como comprobaremos en la siguiente entrega de esta breve historia de la UGT aragonesa.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(publicado en: La Voz Sindical, órgano de la UGT Aragón, nº 118, diciembre 2011)

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