EL MOVIMIENTO OBRERO EN ARAGÓN (9). LOS PRIMEROS REORGANIZADORES DE LA UGT (1939-1942)
Tras la derrota republicana en la guerra civil, con muchos militantes asesinados, encarcelados o en el exilio, la UGT inició su reorganización orgánica, tanto en el exilio como en los pequeños núcleos ugetistas que empezaban a aparecer en el interior de España. Como señala David Corellano, esta tarea resultó especialmente dura ya que, los ugetistas, carentes de la férrea organización comunista o la experiencia de la clandestinidad que poseían los cenetistas, quedaron aislados y abandonados a su suerte. Y no sólo eso, sino que, además, las tensiones y enfrentamientos internos en la UGT, dieron lugar a su ruptura temporal de ésta (11 mayo 1940), la cual quedó escindida en una UGT socialcomunista (integrada por el sector negrinista del PSOE y militantes del PCE) y la UGT-Junta Central, fiel al PSOE, frontalmente anticomunista y liderada por Pascual Tomás. En este contexto, el aragonés Arsenio Jimeno Velilla, (figura clave del socialismo en el exilio e impulsor del resurgimiento de la UGT en Francia), irá agrupando a pequeños núcleos socialistas antinegrinistas como era el caso del de Zaragoza.
En el interior de España, los lugares con mayor presencia ugetista eran las abarrotadas cárceles del franquismo. Según datos oficiales, en 1940 había 280.000 presos políticos, que en 1943 se habían reducido a 124.423 republicanos encarcelados. Por ello, las primeras organizaciones ugetistas surgieron en los mismos recintos carcelarios como un acto de defensa y apoyo entre los militantes, para lo cual la colaboración de las familias, que actuaban con serios riesgos como enlaces o escondiendo a presos huidos, resultaba vital. Tal es así que ya en 1942 fue desarticulada una organización de UGT en la cárcel zaragozana de Torrero, liderada por los socialistas turolenses Pascual Noguera y Feliciano Garcés.
Hacia finales de 1941 se fue articulando lentamente en Zaragoza (de Teruel y Huesca apenas hay datos), un núcleo de oposición socialista. Varias serían las características de este grupo: en primer lugar, su adscripción a la tendencia sindical largocaballerista, la cual propugnaba el entendimiento con la CNT a la vez que evitaba todo contacto con el PCE, del que se desconfiaba profundamente; en segundo lugar, su carácter autónomo pues no fue hasta finales de 1944 cuando establezca contacto con la dirección del PSOE-UGT en el exilio, establecida en la ciudad francesa de Toulouse y con el Comité Ejecutivo del Interior que empezó a tener actividad clandestina en Madrid, labores de enlace en las que el socialista zaragozano Pascual Marco Mateo, tuvo un papel muy destacado; y, en tercer lugar, se caracterizó por la permanente y destacada influencia del socialismo vasco en el núcleo ugetista zaragozano.
Esta incipiente Organización Socialista, entendiendo por tal la acción conjunta y coordinada del PSOE-UGT-JSE aragoneses en la clandestinidad, se formó a partir de la unión de esfuerzos entre un reducido grupo de ugetistas locales que habían sobrevivido a la represión franquista y, sobre todo, al aporte de un considerable número de militantes de UGT procedentes de diversas partes de España a los que la guerra (muchos de ellos hechos prisioneros tras la caída de Santander en septiembre de 1937) o las consecuencias de la misma (encarcelamientos, condenas a batallones disciplinarios, etc.), los habían desplazado a la capital de Aragón y que, cumplidas sus respectivas penas, se afincaron de forma temporal o definitiva en Zaragoza. Estos ugetistas procedían, principalmente de Asturias, Madrid, Albacete, Cuenca, Navarra y, sobre todo, de Euskadi, estando muchos de ellos destinados en el campo de trabajo penitenciario de Casetas, concretamente en la Base y Talleres de Automovilismo de la V Región Militar.
Por ello, resulta de justicia destacar la influencia de las ideas y de la actuación de este grupo de ugetistas procedentes del socialismo vasco en la UGT zaragozana de principios de los años 40. Este sería el caso de los procedentes de Guipúzcoa como Luís Arbella Aguirre (años más tarde, secretario general del Comité Central Socialista de Euskadi), Manuel Soto García (de Tolosa), los donostiarras Fructuoso Corcuera y Fidel Mediavilla, (ambos, tras su retorno a Euskadi, serán los contactos habituales entre el PSOE-UGT vasco, los ugetistas aragoneses y la dirección de UGT en el exilio de Toulouse), o Juan Manuel Ferraz Castán, catedrático y vinculado a la masonería, que sería el responsable de la prensa y propaganda de la Organización Socialista en Zaragoza.
También hay que citar a los ugetistas procedentes de Vizcaya, como Manuel Canteli Argüelles que, aunque originario de León, pertenecía a la UGT de Valmaseda y que, tras su salida de la cárcel en 1942, se mantuvo siempre vinculado a la UGT zaragozana; de Alfredo Alonso Tejada, también de Valmaseda y que, hacia 1945 será el secretario general de UGT-Zaragoza, del entrañable Sr. Braulio (fundador de la cooperativa bilbaína de Zamákola y amigo personal de Indalecio Prieto), así como otros vizcaínos como Avelino Larrea, Moisés González Carnicero o Ángel Vázquez Copa.
La primera dirección Colectiva Provincial de la UGT de Zaragoza empezó a dar signos de actividad a principios de 1942 y de ella formaban parte Eusebio Díez Palazuelo (que había sido 2º secretario de la UGT de Toledo antes de la guerra civil), Manuel Aguirre Cepeda, Julio Sanz Benito (secretario del Sindicato Metalúrgico de la UGT zaragozana antes de la contienda) y contó con el apoyo del navarro Francisco Simón Ullate y Julián Pardos Jiménez. Además, comenzó a actuar un reducido Comité Local de formado por Eusebio Díez, Vázquez Copa y el barcelonés José Ribas.
Por todo lo dicho, en el inicio de los años 40, gracias al tesón y al sacrificio de este grupo ugetistas afincados entonces en Zaragoza, especialmente en el caso de los procedentes de Euskadi, se inició la lenta reorganización de la UGT aragonesa en aquellos difíciles años.
José Ramón Villanueva Herrero
(publicado en: La Voz Sindical: órgano de UGT-Aragón, nº 115, diciembre 2010)
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