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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

WILLY BRANDT Y SU CENTENARIO

WILLY BRANDT Y SU CENTENARIO

 

     En este año que ahora comienza, se cumple el centenario del nacimiento de Herbert Kart Frahm, más conocido como Willy Brandt (1913-1992), uno de los políticos más destacados de la Europa del s. XX y un referente, junto con Olor Palme, Bruno Kreisky o François Mitterrand, de la socialdemocracia moderna, y que tanto influyó en Felipe González y en el PSOE durante los decisivos años de la transición democrática española.

    Willy Brandt, afiliado al ala izquierda de  las Juventudes del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) en 1929, abandonó éste partido unos años más tarde para unirse al Partido de los Trabajadores Socialistas de Alemania (SAPD), fundado por socialistas de izquierda que reprochaban al SPD su “reformismo exagerado”, tal y como señalaba Gérard Sandoz.

     Con la llegada del Hitler al poder en 1933, y huyendo de la “peste parda” del nazismo, se exilió en Noruega, momento en el cual tomó el nombre por el cual es universalmente conocido. Allí, fue fundador y secretario de la Oficina Internacional de Organizaciones Juveniles Revolucionarias. Poco después, al estallar nuestra guerra civil, viajó a la España republicana como representante del SAPD y, al igual que el escritor británico George Orwell, estuvo durante una parte de 1937 junto a las milicias del POUM en el frente de Huesca. Sobre esta experiencia en tierras aragonesas, años más tarde Brandt declaró que lo que presenció y vivió cerca de la capital oscense marcaría su vida y le sirvió para reafirmarse en sus ideales socialistas  y en su defensa del pacifismo, como más tarde tuvo ocasión de poner en práctica durante el período de la Guerra Fría y la peligrosa confrontación entre los bloques del Este (comunista) y el Oeste (capitalista) con la amenaza latente del estallido  de una temida III Guerra Mundial con el probable uso del arma nuclear.

     Tras su paso por la España republicana, y el posterior estallido de la II Guerra Mundial, abandonó Noruega (cuya ciudadanía había obtenido) tras la ocupación del país báltico por las tropas nazis y se refugió en la neutral Suecia. Concluida la contienda, regresó a su Alemania natal y se reincorporó a las filas del SPD, partido en el cual desarrolló el resto de su larga e intensa carrera política hasta que un cáncer acabó con su vida en 1992.

   De la trayectoria ideológica de Brandt, como la de otros políticos socialdemócratas, dejando atrás sus radicalismos juveniles, fue evolucionando hacia posiciones más centristas, proceso en el cual resultó decisiva la influencia del socialismo escandinavo. De hecho, la evolución de Brandt es paralela a la que tuvo lugar en las filas del SPD, partido que inició un proceso gradual de desmarxistización a medida que el “milagro alemán” de la postguerra se consolidaba  mediante la implantación de medidas propias del liberalismo económico. A partir de aquí, la carrera política de Brandt fue ascendente: como alcalde de Berlín-Oeste  (1957-1966), tuvo que hacer frente a las consecuencias de la construcción del Muro que en 1961 dividió a la capital germana y que supuso el máximo momento de tensión en las relaciones entre el Este comunista y el Oeste capitalista; más tarde, como ministro de Asuntos Exteriores en la llamada “Gran Coalición” CDU-SPD (1966), evidenció sus mejores dotes políticas impulsando la llamada Ostpolitik (“la política oriental”), la apertura de la República Federal Alemana (RFA) hacia los países del Este, lo cual supuso la normalización de las relaciones con los países comunistas del Pacto de Varsovia, especialmente con la República Democrática Alemana (RDA), así como la firma de los acuerdos fronterizos con Polonia y Checoslovaquia y, en definitiva, el entierro de la Guerra Fría.

     Brandt llegó a canciller de Alemania tras la histórica victoria electoral del SPD en los comicios de 1969, tras lograr la socialdemocracia germana el apoyo de las clases medias, aunque para ello tuvo que renunciar a parte de su identidad marxista y aceptando la hegemonía del pragmatismo político sobre toda preocupación ideológica. Es el ejemplo de la que Sandoz ha dado en llamar “la izquierda respetuosa”, aquella que no cuestiona los cimientos del sistema, aquella cuyo programa reformista socialdemócrata se integraba plenamente en el sistema y que no sólo ha renunciado a sus principios marxistas, sino que ha terminado aceptando los postulados del capitalismo liberal y ahí está la errática senda que seguirían posteriormente Felipe González, el Nuevo Laborismo de Blair, o las Terceras Vías de Schroeder o de Zapatero.

     Pero donde quedó patente la talla de estadista de Brandt es como impulsor de la Ostpolitik y, con ello, de la distensión entre el Este y el Oeste enfrentados durante la Guerra Fría, lo cual le hizo digno merecedor del Premio Nobel de la Paz en 1971. Por ello, es necesario recordar la memoria de Brandt, cuyo legado político, su visión del futuro de Europa,  su influencia en muchos partidos socialdemócratas, entre ellos el PSOE, desde su puesto como presidente de la Internacional Socialista (1976-1992), contrasta con la actual hegemonía conservadora de corte prusiano de la canciller Merkel, incapaz de promover una “Südpolitik”, una política de cooperación solidaria con los países del sur de Europa que, como Grecia, Portugal, España o Italia, están ahogados por la crisis y por  la rigidez de las políticas de austericidio económico impuestas por la canciller germana.

     Por ello, en este año en que se cumple el centenario del nacimiento de Willy Brandt, su recuerdo nos hace pensar en que hoy es más necesario que nunca la aparición de auténticos estadistas de su talla y proyección política y, desde luego, de una nueva socialdemocracia renovada y refundada desde sus cimientos.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(publicado en: El Periódico de Aragón, 22 febrero 2013)

 

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