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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

LA FISCALIDAD PROGRESIVA

LA FISCALIDAD PROGRESIVA

 

     Una vez más, la derecha política y económica enarbola la bandera de la bajada de impuestos como solución milagrosa para hacer frente a los efectos de la actual crisis económica causada por la pandemia del Covid-19.

    No es casualidad que el subconsciente de la derecha asuma como propias las ideas del economista Friedrich von Hayek, uno de los grandes teóricos del conservadurismo moderno y padre del neoliberalismo, que era contrario a cualquier intervención del Estado en la economía (desde la planificación estatal comunista hasta la progresividad fiscal socialdemócrata), que sacralizaba las supuestas “virtudes” del neoliberalismo (libre mercado y libertad de contratación y despido), que pensaba que éste debía de eliminar “ciertos instintos naturales” como la solidaridad y las políticas sociales a favor de los desfavorecidos, dejando a éstos abandonados a su suerte. Por ello, la derecha política se encrespa cuando, desde posiciones progresistas, se plantea el aumento del gasto social, la subida de los impuestos directos y la regulación de los mercados económico-financieros.

    Frente a las posiciones insolidarias de la derecha en la que se enrocan los fervorosos seguidores del neoliberalismo, el camino debe ser bien distinto y debe pasar por la aplicación efectiva de políticas valientes de marcado signo social y, por ello, la progresividad fiscal resulta esencial. En este sentido, el ejemplo histórico que la socialdemocracia sueca nos ofrece puede ser de interés.

     El Partido Socialdemócrata Sueco (SAP), fundado en 1889, entró por vez primera en el gobierno en el año 1932, cuando los efectos de la crisis económica de 1929 se hacían sentir con toda su crudeza en buena parte del mundo capitalista. Pese a ello, realizó una buena gestión en tan adversa coyuntura y su política social hizo que se estableciesen en Suecia por vez primera las pensiones de vejez, los subsidios para los alquileres o las vacaciones pagadas para los obreros. En consecuencia, el SAP, tras lograr en 1936 una rotunda victoria electoral, se iniciaron varias décadas de gobiernos socialdemócratas en el país nórdico, fruto de los cuales se consolidó una sociedad de bienestar avanzada, progresista, regida por valores de justicia social y la solidaridad internacional.

     El modelo social sueco surgió de un amplio acuerdo de concertación social conocido como la Convención de Saltsjöbaden (20 diciembre 1938), sobre el cual se cimentó la llamada “paz social continua” con objeto de impulsar de forma permanente el desarrollo económico y la calidad de vida de los trabajadores, cuyos resultados han sido, a lo largo de los años, excelentes. Había surgido así la sociedad mixta sueca, en la cual la economía de mercado y la intervención de la política socialdemócrata en la economía se repartían las tareas. De este modo, mientras el SAP aceptaba a las empresas privadas como elemento esencial de la producción (aunque debían de pagar un impuesto sobre los beneficios del orden del 50 %), el Estado asumía el deber de contribuir a la regulación de las actividades económicas asegurando el pleno empleo, las inversiones en regiones desfavorecidas, el apoyo a industrias en dificultades, la reestructuración del sector industrial y el desarrollo de una legislación laboral avanzada y progresista.

    Una pieza clave del modelo socialdemócrata sueco ha sido siempre la progresividad fiscal como elemento redistributivo de la riqueza. De hecho, el SAP, desde su fundación, siempre defendió la supresión de los impuestos indirectos y la sustitución de éstos por una tributación directa y progresiva que gravase tanto las rentas como las grandes fortunas. Por ello, tras un período en el cual el SAP optó por una política de nacionalizaciones (1944-1947), se retomó con fuerza la idea de la progresividad fiscal, pues era esencial que las riquezas generadas por la economía capitalista, fuesen repartidas de la forma más equitativa por la vía tributaria, junto a la llamada “política salarial solidaria” que suponía la completa igualdad de salarios entre hombres y mujeres (en vigor desde 1960) y la gradual reducción de las diferencias entre los sueldos altos y bajos de los trabajadores suecos.

     Por todo lo dicho, el defender la progresividad fiscal en la política española supone no sólo un acto de justicia social sino, también, reafirmar una seña de identidad esencial del modelo económico socialdemócrata, artífice del Estado de Bienestar en los países más avanzados del mundo occidental.

     Para finalizar, quiero recordar unas palabras del gran estadista y dirigente histórico del SAP que fue Olof Palme, el cual señalaba los objetivos que deben orientar la política económica de los partidos socialistas y que son: “garantizar el crecimiento al mismo tiempo que mantenemos el empleo, defendemos las conquistas sociales, profundizamos la democracia económica y defendemos nuestro medio ambiente”. Estas son las ideas esenciales para hacer frente al huracán neoliberal y a ese capitalismo voraz e insaciable que nos acosa.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(publicado en: El Periódico de Aragón, 27 mayo 2022)

 

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