UN MANIFIESTO ALEMÁN
Ante las próximas y decisivas elecciones al Parlamento Europeo que van a determinar el futuro de la Unión Europea (UE) y de sus valores, un hecho relevante ha sido la publicación de un Manifiesto titulado En pie por nuestros valores, suscrito por 30 empresas alemanas con objeto de frenar el voto a las candidaturas de la extrema derecha xenófoba y racista. Dicho Manifiesto lo firman, entre otras, empresas tan importantes como Allianz, Deutsche Bank, BMW, Siemens, Thyssen-Krupp, Basf, Mercedes-Benz, Volkswagen, así como la Federación de Industrias Alemanas, la Confederación de Sindicatos o la filial alemana de Telefónica.
El referido Manifiesto deja patente su rechazo frontal a las formaciones políticas de la ultraderecha y, por ello, defiende los valores de una sociedad “libre de la plaga del odio, la segregación, la exclusión y el racismo”. De este modo, pide a la ciudadanía que se una para proteger los valores propios de una sociedad democrática, aquellos que la amenaza del auge ultraderechista pretende limitar, cuando no suprimir, además de tener un componente económico. Tal es así que, en el mismo, queda patente de “la exclusión, el extremismo y el populismo son amenazas para el atractivo de Alemania y nuestra prosperidad”. De hecho, las empresas que lo suscriben instan a los 1,7 millones de empleados que en ellas trabajan a “hacer hincapié en la importancia de la unidad europea para la prosperidad, el crecimiento y el empleo”. Y es que, como señalaba Christian Bruch, directivo de Siemens Energy, “el aislamiento, el extremismo y la xenofobia son un veneno para las exportaciones alemanas y los empleos” dado que el país germano tiene una escasez importante de mano de obra y, por ello, el empresariado alemán teme que el avance de la extrema derecha, que en el caso de la Alianza por Alemania (AfD), los sondeos le dan un 15% de los votos, convirtiéndose así en el segunda fuerza del país tras los conservadores de la CDU, pudiera tener efectos negativos en Alemania, la primera economía de la UE.
Por ello, como recientemente señalaba el politólogo Nacho Corredor, la importancia de dicho Manifiesto se debe a que contiene un triple planteamiento: moral, tanto en cuanto se opone a la amenaza xenófoba y neofascista; filosófico, puesto que defiende valores tan esenciales como la igualdad, la tolerancia y el respeto a la diversidad y, también, económico, por las razones prácticas anteriormente indicadas.
Hay que tener presente, recordando la historia, tal y como señala Géraldine Schwartz en su libro Los amnésicos, que muchas empresas alemanas fueron beneficiarias de los trabajos forzados a los que fueron sometidos 10 millones de personas durante el III Reich y que, por ello tuvieron que asumir su responsabilidad. Al principio, muchas de las víctimas que, al final de la II Guerra Mundial vivían al otro lado del Telón de Acero, no fueron indemnizadas. Pero, bastantes años después, tras la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989, se iniciaron las indemnizaciones y, sobre todo, después de que, en el año 2000, se crease la Fundación Recuerdo, Responsabilidad y Futuro, destinada a indemnizar a los antiguos trabajadores forzados, dotada con más de 10.000 millones de marcos, entregados a partes iguales por el Gobierno federal y por más de 6.000 empresas alemanas. Además, las grandes empresas y los bancos alemanes abrieron sus archivos a los historiadores y a las comisiones independientes encargadas de sacar a la luz sus actividades bajo el III Reich, especialmente en el tema del empleo masivo del trabajo forzado. De este modo, reparaban su infame colaboración con el nazismo. Liberados del virus hitleriano, el empresariado alemán ha dado ahora un firme ejemplo de apoyo a la democracia con la firma del presente manifiesto.
En contraste con el referido Manifiesto alemán, constatamos con pesar que ello resulta insólito en el caso de España, donde nuestras empresas no se han posicionado en ningún momento como dique de contención contra el avance de las posiciones ultraderechistas y, por cierto, tampoco han reparado a los presos políticos republicanos que fueron explotados durante la dictadura franquista por diversas empresas, algunas de las cuales forman hoy parte del selecto club del Ibex 35.
Hace unos días, Emmanuel Macron señalaba que Europa se enfrenta a dos desafíos: “la fascinación por el autoritarismo” y la “paradójica facilidad con que las emociones negativas ganan terreno a las positivas”, tal y como repetidamente comprobamos en los mensajes y acciones de una ultraderecha cada vez más envalentonada y amenazante. Por estas razones, Macron nos recordaba que “nunca tuvimos tantos enemigos dentro y fuera de Europa” y, por ello, de no hacerles frente, “Europa puede morir” como proyecto colectivo de libertad y progreso. El ejemplo del Manifiesto alemán, ciertamente debería ser seguido por otros colectivos, también en España, porque, como alguien dijo, “la democracia no puede ser un tigre desdentado” ante la amenaza del creciente auge del neofascismo.
José Ramón Villanueva Herrero
(publicado en: El Periódico de Aragón, 9 junio 2024)
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