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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

RECORDANDO A JUAN NEGRÍN

RECORDANDO A JUAN NEGRÍN

       Se cumplen ahora 50 años de la muerte de Juan Negrín López (1892-1956), una de las figuras políticas más relevantes y controvertidas de nuestra reciente historia. Criticado por unos y olvidado por casi todos, bien merece un lugar en nuestra memoria colectiva. Negrín fue un  brillante médico formado en universidades alemanas que,  a los 22 años, ya era catedrático de fisiología en la Universidad Central de Madrid. Discípulo de Ramón y Cajal y maestro a su vez de Severo Ochoa o Grande Covián, simboliza la vanguardia de la ciencia médica española del primer tercio del s. XX.

     Afiliado al PSOE desde 1929, se integró en su ala centrista liderada por Prieto y fue diputado entre 1931-1936. Durante la guerra civil, tuvo un papel destacado. Fue ministro de Hacienda en el Gobierno de Largo Caballero y  reemplazó a éste en la presidencia del Ejecutivo en mayo de 1937. Para  Negrín ganar la guerra era la prioridad absoluta por lo que  resultaba imprescindible la formación de un Gobierno republicano fuerte que ejerciese la plenitud de los poderes constitucionales (y controlase) a los sectores radicales de la izquierda  y a los colectivistas. Por ello, el presidente Negrín se dedicó con tenacidad a lograr tres objetivos que consideraba vitales. En primer lugar, el  mantenimiento de la legalidad constitucional republicana y por recuperar el control del orden público. En segundo lugar, Negrín impulsó una nueva política internacional, intentando que se levantara la No Intervención en la Sociedad de Naciones y así lograr el cambio de la posición británica, y, sobre todo, de Francia a favor de la República Española. Pero,  tras la pérdida del Norte (País Vasco-Santander- Asturias) y la derrota de Teruel (febrero 1938),  Negrín se vio obligado a cambiar de táctica e intentó llevar a Franco a una mesa de negociación. Con esta idea, realizó una intensa labor diplomática personal durante la segunda mitad de 1938 con objeto de convencer a las potencias europeas de que apoyaran la mediación internacional para poner fin a la guerra. En gesto de buena voluntad, el Presidente Negrín ordenó la retirada de las Brigadas Internacionales, pero, Franco no hizo lo propio con las tropas nazis (Legión Cóndor) y el CTV italiano que combatían en apoyo de los sublevados.

     Su tercer objetivo era la resistencia militar a ultranza, idea ésta que le acercó al PCE y le alejó de Azaña y Prieto. Negrín era consciente de que no existía la más mínima posibilidad de negociar con Franco a menos que la República mantuviese una defensa militar firme y eficaz.  Pero, el creciente derrotismo de Prieto, especialmente tras la batalla de Teruel, hizo que Negrín lo cesase, asumiendo personalmente la dirección del Ministerio de Defensa. Conocido es su lema  "Resistir, resistir, resistir" , puesto que, como decía el presidente Negrín, "Resistir, ¡por qué? Pues sencillamente porque sabíamos cuál sería el final de la capitulación". Y no se equivocó, puesto que la “resistencia estratégica” era crucial para lograr unas mínimas condiciones de paz, las cuales se resumían en dos: que no hubiese represalias contra los derrotados y, también,  seguridades sobre la integridad constitucional y territorial de España (recordemos las pretensiones territoriales de Mussolini sobre las islas Baleares).

     Sin embargo, tras la ofensiva sobre Aragón y la batalla del Ebro, estaba claro que Franco no quería negociar nada, convencido como estaba de su victoria: sólo quería la rendición incondicional de la República. Tras la caída de Cataluña (febrero 1939),  Negrín  aún pretendió resistir, al menos, en la zona centro-sur todavía bajo control del Gobierno leal, hasta que la guerra mundial, que ya se intuía, estallase y las democracias europeas unieran finalmente sus fuerzas a las de la exhausta República Española. Hasta entonces, había que intentar una retirada controlada  y la evacuación de los políticos y combatientes republicanos que se encontraban en mayor riesgo de sufrir las represalias de los franquistas.

     Los hechos posteriores demostraron que aquellos dirigentes republicanos que, como los que promovieron el golpe del coronel Casado contra Negrín (5 marzo 1939), creyeron que se podía negociar una paz honrosa con Franco,  simplemente desconocían la realidad. Por si quedaba alguna duda sobre las auténticas intenciones de Franco para con los vencidos, en febrero de 1939, se establecía la Ley de Responsabilidades Políticas, ley que con su ensañamiento represivo, suponía la negación absoluta de la última condición ofrecida por Negrín para lograr un alto el fuego: el que no hubiese represalias contra la población republicana derrotada.

     Definitivamente, la política de  resistencia de Negrín  había fracasado y la República, agotada, se rendía sin condiciones. La derrota, no trajo la paz, trajo la victoria militar que, cerrando todas las puertas a la reconciliación, desoyendo el mensaje de "paz, piedad y perdón" lanzado por Manuel Azaña, presidente de la República, prolongó durante largos años la represión de los vencidos.

     Negrín murió en el exilio, criticado y olvidado. Pocos recordaban a aquel médico socialista que soñó con una España democrática y social, que simbolizó la dignidad republicana y el espíritu de resistencia contra el fascismo. Tal vez ahora, 50 años después, haya llegado el momento. 

José Ramón Villanueva Herrero

(Diario de Teruel, 5 diciembre 2006) 

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