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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

LA DESMEMORIA HISTÓRICA DE RAJOY

LA DESMEMORIA HISTÓRICA DE RAJOY

        

En el debate entre Zapatero y Rajoy del pasado 25 de febrero, volvió a constatarse que la derecha ha apostado fuerte por la estrategia de la demagogia para recuperar el poder que perdió hace cuatro años. Frente a la corrección, que no debilidad, de Zapatero argumentando sus principios y realizaciones políticas, Rajoy ofreció un catastrofismo sembrador de incertidumbres en el área económica, minusvaloró los innegables avances en materia social de esta legislatura, ridiculizó una política exterior basada en la defensa de la paz y la cooperación y ayuda al desarrollo. Escandalosa fue la demagogia de Rajoy en temas tan sensibles como la inmigración así como el tratamiento obsceno que hizo sobre el terrorismo etarra y el dolor que genera, no sólo en las víctimas directas y sus familias, sino también en el conjunto de la sociedad española. Indignante fue el desprecio con que Rajoy trató a destacados miembros de la cultura, así como su rechazo a una política de valores e ideales impulsada por Zapatero en temas tales como la educación o la Alianza de Civilizaciones.

Me dolió de forma especial el desprecio con el que Rajoy aludió a la Ley de la Memoria Histórica (LMH) que, según él, "no interesa a nadie". Ya lo había dicho tiempo atrás Miguel Ángel Rodríguez, portavoz que fue del Gobierno de Aznar entre 1996-1998 de forma insultante en el programa 59 segundos de TVE: "En plena época de Internet y de la Play Station, es estúpido que a estas alturas estemos recordando lo que pasó hace 70 años". Una vez más, la derecha pone de manifiesto que no le gusta hablar de memoria histórica, pues ello es tanto como aludir a sus raíces ideológicas y personales (ahí está el caso de Pizarro para demostrarlo).

Es cierto que la LMH tiene limitaciones (ahí está el no reconocimiento jurídico de las víctimas de la dictadura) pero resulta innegable que esta ley ha supuesto una serie de avances en la dignificación moral y en el reconocimiento de derechos para todos aquellos españoles que sufrieron y murieron por ser leales a la democracia republicana. Bueno sería que esta derecha adusta e intolerante conociese mejor nuestra historia, esa historia que nos ocultaron y que ahora recuperamos. Como por ejemplo visitando la exposición titulada "Visados para la libertad. Diplomáticos españoles  ante el Holocausto" que, organizada por Casa Sefarad Israel, organismo dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación español, sirve para honrar a un conjunto de diplomáticos que actuaron en defensa del pueblo judío durante el Holocausto (la Shoah, en hebreo) en los negros años de la II Guerra Mundial.

En medio de tanto sufrimiento, la actitud de estos diplomáticos españoles  contrasta con la pasividad mantenida por las autoridades franquistas y el silencio de la Iglesia católica ante el exterminio a que estaban siendo sometidos millones de judíos a manos del nazismo. Pese a los angustiosos informes que todos ellos remitían al Ministerio de Asuntos Exteriores, la España franquista, que tanto debía a Hitler por su ayuda durante la guerra civil, no tuvo nunca una política decidida en defensa de los judíos. Sin embargo, tras la derrota de las regímenes fascistas, las acciones individuales de estos diplomáticos, fueran utilizadas por la propaganda franquista para congraciarse a las potencias aliadas ante el nuevo contexto internacional surgido después de la II Guerra Mundial.

La exposición ofrece información sobre todos estos "Schindler españoles" y, de forma destacada, del zaragozano Ángel Sanz Briz, entonces un joven diplomático, secretario y encargado de negocios en la embajada de España en Budapest (1942-1944). Pese a la actitud timorata del Gobierno y del ministro de Asuntos Exteriores (Gómez de Jordana), Sanz Briz, logró salvar la vida de más de 5.000 judíos húngaros al concederles pasaportes y salvoconductos españoles, los cuales les libraron de ser deportados al campo de exterminio de Auschwitz. Lo mismo podemos decir de Sebastián Romero Radigales, Cónsul General en Atenas (1943-1944), que salvó a varios centenares de judíos de Salónica, comunidad con fuertes lazos con los sefardíes expulsados de Aragón cinco siglos antes. Otros diplomáticos a los que se honra en esta exposición es a Eduardo Propper de Callejón (primer secretario de la Embajada española en París, 1939-1941) y Bernardo Rolland de Miota (cónsul general de España en París, 1939-1943) que, desoyendo las directrices del entonces ministro Serrano Suñer, concedieron numerosos "visados especiales de tránsito" que salvaron a vida de los judíos franceses perseguidos. Se alude igualmente a Julio Palencia y Tubau (ministro de la Legación española en Bulgaria, 1940-1943) y a José Rojas Moreno (embajador de España en Rumanía, 1941-1943). De este modo, Palencia, que llegó a adoptar a los hijos de Leon Arie, un judío asesinado por los nazis, fue declarado "persona non grata" y expulsado de Bulgaria por las autoridades fascistas, a la vez que sus superiores en Madrid lo amonestaban por su "excesivo celo" en la defensa de los judíos búlgaros. Por su parte, Rojas Moreno, también evitó la deportación de judíos rumanos, aunque no pudo repatriarlos a España ante la negativa de las autoridades franquistas. La exposición honra también a José Ruiz Santaella (agregado en la embajada de España en Berlín durante 1944) y a su esposa  Carmen Schroeder, que, en la misma capital del III Reich, lograron salvar la vida de varias mujeres judías.

Gracias a las acciones de estos compatriotas nuestros, varios miles de judíos salvaron la vida y algunos de ellos se afincarían definitivamente en España, como fue el caso del brillante intelectual Jaime Vándor. Por ello, sus nombres merecen ser recordados con honor. Igual que el de todas las víctimas inocentes del franquismo. Y es que, señor Rajoy, el tema de la memoria histórica nos interesa a muchos españoles y, por ello, nunca debería hablar sobre el mismo con desprecio. Su actitud, señor Rajoy, como ya se puso de manifiesto durante la tramitación de la Ley de la Memoria Histórica, hiere la sensibilidad de muchas víctimas de la dictadura y de la Shoah que se sienten, y éstas de verdad, agredidas por sus palabras, su desprecio y su ignorancia (real o interesada) de esta parte de nuestra historia colectiva.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(Diario de Teruel, 4 marzo 2008)

 

 

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