ALGO ESTÁ PASANDO EN WISCONSIN
La ofensiva neoliberal continúa imparable aprovechando la coartada de las medidas de ajuste adoptadas en diversos países para hacer frente a la crisis global. Si primero fue la reforma del mercado laboral, luego la reforma del sistema público de pensiones, ahora, una nueva amenaza para los derechos laborales y sociales empieza a aparecer en el horizonte: la reforma (léase, restricción) del derecho a la negociación colectiva. Y es que estos días han ido llegando noticias, a modo de avanzada de un sombrío futuro, de lo que está ocurriendo en el Estado de Wisconsin, en pleno corazón industrial de los EE.UU.
El origen del conflicto se debe al proyecto de ley presentado por Scott Walker, Gobernador de Wisconsin, entusiasta defensor de las medidas ultraliberales, el cual pretende sanear el abultado déficit presupuestario de su Estado mediante una serie de medidas que, en conjunto, además de recortar sus salarios, reducen de forma drástica el derecho de negociación colectiva de los empleados públicos con el fin último de anular el papel que, en toda sociedad democrática, corresponde a los sindicatos como defensores de los derechos de los trabajadores. La política de ajuste presupuestario del Gobernador Walter, que cuenta con el apoyo, además del Partido Republicano, al que pertenece, y de grupos ultraliberales como el Tea Party y la plataforma American for Prosperity, pretende, también, incrementar el coste del sistema de pensiones y de seguro médico que deben pagar los trabajadores, la drástica reducción a las ayudas a las escuelas públicas, a los gobiernos locales y la atención a la salud de los necesitados. Planes similares a los de Wisconsin intenta aprobar también John Kasich, el Gobernador del vecino Estado de Ohio.
Los neoliberales americanos, con el pretexto de la crisis global y la necesidad de acometer reducciones presupuestarias, no ocultan sus auténticas intenciones: aminorar el déficit público a costa de los derechos laborales y sociales de los trabajadores, reducir el sector público estatal a su mínima expresión, además de impulsar la privatización de algunos de los servicios públicos que resulten más rentables.
Los planes del gobernador Walter han desatado una auténtica tormenta política y social en Wisconsin, donde desde el 15 de febrero los empleados públicos han ocupado el Capitolio del Estado como protesta al intento de suprimir el derecho a la negociación colectiva y demás medidas regresivas que pretende aprobar por la mayoría conservadora. Tras dos semanas de movilizaciones, el gobernador Walter ha amenazado con despidos masivos de empleados públicos, al igual que hizo en Ronald Reagan en 1981, ante lo cual, la American Federation of Labor (AFL), el principal sindicato de los EE.UU., ha amenazado con una huelga general, algo ciertamente insólito en aquel país.
De igual modo, en estos últimos días, las manifestaciones de solidaridad en protesta contra los planes antisindicales de Wisconsin y Ohio, se multiplican a lo largo de todo EE.UU. y ello puede convertirse en una protesta histórica que, hasta el momento presente, se ha extendido a 14 estados federados, algunos de ellos, como Indiana, Michigan, Iowa o Nueva Jersey, en los que los gobernadores conservadores quieren seguir los proyectos de Wisconsin y Ohio, argumentando, a modo de coartada, que la “nueva normalidad” creada por la crisis obliga a recortar pensiones, seguros y a desmantelar el sector público mediante privatizaciones en beneficio de los lobbies económicos, bien sean éstos compañías privadas de seguros, sanidad o industriales.
Ante la revuelta obrera lanzada contra el ultraliberalismo del Gobernador Walter y sus aliados del Tea Party, resulta de interés la autorizada opinión de Paul Krugman, premio Nobel de Economía. Tras mas de dos semanas de intensas protestas, el análisis de Krugman es rotundo: se trata en definitiva de “una lucha por el poder”, esto es, de “un esfuerzo por explotar la crisis fiscal para destruir el último contrapeso al poder político de corporaciones y de los ricos”, para lo cual los ultraliberales deben, previamente, “reventar los sindicatos”, esto es, limitar al máximo su capacidad negociadora en beneficio de los trabajadores. Igual de preocupante resultan, los planes privatizadores del Gobernador Walter el cual, como nos advierte Krugman, “pretende arrogarse autoridad, para, sin licitación, privatizar instalaciones públicas, como plantas de generación de electricidad”, todo ello, defendido, irónicamente por tan polémico Gobernador, “en nombre del interés público”.
Lo que está ocurriendo en Wisconsin ha disparado todas las alertas, puesto que la “privatización” y el “reventar a los sindicatos”, como señala Krugman, siguen siendo prioridades para el Partido Republicano norteamericano y para los entusiastas admiradores del neoliberalismo de otros países. El riesgo de que lo ocurrido en Wisconsin pueda plantearse en breve en nuestra Europa: recordemos los recientes planes del Gobierno conservador británico de David Cameron para desmantelar todo el sector público en el Reino Unido, todo lo cual debe ponernos alerta ante esa eventualidad. Y es que, ante el imparable avance de las políticas neoliberales, profundamente regresivas e insolidarias, unido a la crisis y desconcierto de la socialdemocracia, y a la debilidad y descrédito al cual están siendo sometidos los sindicatos de clase, los vientos que soplan por Wisconsin pueden convertirse en una tormenta futura para nuestro acosado Estado de Bienestar actual. El tiempo lo dirá.
José Ramón Villanueva Herrero
(publicado en El Periódico de Aragón, 10 marzo 2011 y Diario de Teruel, 13 marzo 2011)
0 comentarios