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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

Movimiento obrero- historia

EL MOVIMIENTO OBRERO EN ARAGÓN (9). LOS PRIMEROS REORGANIZADORES DE LA UGT (1939-1942)

EL MOVIMIENTO OBRERO EN ARAGÓN (9). LOS PRIMEROS REORGANIZADORES DE LA UGT (1939-1942)

     

     Tras la derrota republicana en la guerra civil, con muchos militantes asesinados, encarcelados o en el exilio, la UGT inició su reorganización orgánica, tanto en el exilio como en los pequeños núcleos ugetistas que empezaban a aparecer en el interior de España. Como señala David Corellano, esta tarea resultó especialmente dura ya que, los ugetistas, carentes de la férrea organización comunista o la experiencia  de la clandestinidad que poseían los cenetistas, quedaron aislados y abandonados a su suerte. Y no sólo eso, sino que, además, las tensiones y enfrentamientos internos en la UGT, dieron lugar a su ruptura temporal de ésta (11 mayo 1940), la cual quedó escindida en una UGT socialcomunista (integrada por el sector negrinista del PSOE y militantes del PCE) y la UGT-Junta Central, fiel al PSOE, frontalmente anticomunista y  liderada por Pascual Tomás. En este contexto, el aragonés Arsenio Jimeno Velilla, (figura clave del socialismo en el exilio e impulsor del resurgimiento de la UGT en Francia), irá agrupando a pequeños núcleos socialistas antinegrinistas como era el caso del de Zaragoza.

     En el interior de España, los lugares con mayor presencia ugetista eran las abarrotadas cárceles del franquismo. Según datos oficiales, en 1940 había 280.000 presos políticos, que en 1943 se habían reducido a 124.423 republicanos encarcelados. Por ello, las primeras organizaciones ugetistas surgieron en los mismos recintos carcelarios como un acto de defensa y apoyo entre los militantes, para lo cual la colaboración de las familias, que actuaban con serios riesgos como enlaces o escondiendo a presos huidos, resultaba vital. Tal es así que ya en 1942 fue desarticulada una organización de UGT en la cárcel zaragozana de Torrero, liderada por los socialistas turolenses Pascual Noguera y Feliciano Garcés.

     Hacia finales de 1941 se fue articulando lentamente en Zaragoza (de Teruel y Huesca apenas hay datos), un núcleo de oposición socialista. Varias serían las características de este grupo: en primer lugar, su adscripción a la tendencia sindical largocaballerista, la cual propugnaba el entendimiento con la CNT a la vez que evitaba todo contacto con el PCE, del que se desconfiaba profundamente; en segundo lugar, su carácter autónomo pues no fue hasta finales de 1944 cuando establezca contacto con la dirección del PSOE-UGT en el exilio, establecida en la ciudad francesa de Toulouse y con el Comité Ejecutivo del Interior que empezó a tener actividad clandestina en Madrid, labores de enlace en las que el socialista zaragozano Pascual Marco Mateo, tuvo un papel muy destacado; y, en tercer lugar, se caracterizó por la permanente y destacada influencia del socialismo vasco en el núcleo ugetista zaragozano.

     Esta incipiente Organización Socialista, entendiendo por tal la acción conjunta y coordinada del PSOE-UGT-JSE aragoneses en la clandestinidad, se formó a partir de la unión de esfuerzos entre un reducido grupo de ugetistas locales que habían sobrevivido a la represión franquista y, sobre todo, al aporte de un considerable número de militantes de UGT procedentes de diversas partes de España a los que la guerra (muchos de ellos hechos prisioneros tras la caída de Santander en septiembre de 1937) o las consecuencias de la misma (encarcelamientos, condenas a batallones disciplinarios, etc.), los habían desplazado a la capital de Aragón y que, cumplidas sus respectivas penas, se afincaron de forma temporal o definitiva en Zaragoza. Estos ugetistas procedían, principalmente de Asturias, Madrid, Albacete, Cuenca, Navarra y, sobre todo, de Euskadi, estando muchos de ellos destinados en el campo de trabajo penitenciario de Casetas, concretamente en la Base y Talleres de Automovilismo de la V Región Militar.

     Por ello, resulta de justicia destacar la influencia de las ideas y de la actuación de este grupo de ugetistas procedentes del socialismo vasco en la UGT zaragozana de principios de los años 40. Este sería el caso de los procedentes de Guipúzcoa como Luís Arbella Aguirre (años más tarde, secretario general del Comité Central Socialista de Euskadi), Manuel Soto García (de Tolosa), los donostiarras Fructuoso Corcuera y Fidel Mediavilla, (ambos, tras su retorno a Euskadi, serán los contactos habituales entre el PSOE-UGT vasco, los ugetistas aragoneses y la dirección de UGT en el exilio de Toulouse), o Juan Manuel Ferraz Castán, catedrático y vinculado a la masonería, que sería el responsable de la prensa y propaganda de la Organización Socialista en Zaragoza.

     También hay que citar a los ugetistas procedentes de Vizcaya, como Manuel Canteli Argüelles que, aunque originario de León, pertenecía a la UGT de Valmaseda y que, tras su salida de la cárcel en 1942, se mantuvo siempre vinculado a la UGT zaragozana; de Alfredo Alonso Tejada, también de Valmaseda y que, hacia 1945 será el secretario general de UGT-Zaragoza, del entrañable “Sr. Braulio” (fundador de la cooperativa bilbaína de Zamákola y amigo personal de Indalecio Prieto), así como otros vizcaínos como Avelino Larrea, Moisés González Carnicero o Ángel Vázquez Copa.

     La primera dirección Colectiva Provincial de la UGT de Zaragoza empezó a dar signos de actividad a principios de 1942 y de ella formaban parte Eusebio Díez Palazuelo (que había sido 2º secretario de la UGT de Toledo antes de la guerra civil), Manuel Aguirre Cepeda, Julio Sanz Benito (secretario del Sindicato Metalúrgico de la UGT zaragozana antes de la contienda) y contó con el apoyo del navarro Francisco Simón Ullate y Julián Pardos Jiménez. Además, comenzó a actuar un reducido Comité Local de formado por Eusebio Díez, Vázquez Copa y el barcelonés José Ribas.

     Por todo lo dicho, en el inicio de los años 40, gracias al tesón y al sacrificio de  este grupo ugetistas afincados entonces en Zaragoza, especialmente en el caso de los procedentes de Euskadi, se inició la lenta reorganización de la UGT aragonesa en aquellos difíciles años.

 

     José Ramón Villanueva Herrero

     (publicado en: La Voz Sindical: órgano de UGT-Aragón, nº 115, diciembre 2010)

 

 

 

EL MOVIMIENTO OBRERO EN ARAGÓN (8). LA UGT DURANTE LA GUERRA CIVIL

EL MOVIMIENTO OBRERO EN ARAGÓN (8). LA UGT DURANTE LA GUERRA CIVIL

     La situación de la UGT en Aragón al inicio de la contienda era dramática como consecuencia de la brutal represión sufrida en la zona fascista  y la consiguiente dispersión militantes supervivientes, algunos de los cuales, como Arsenio Jimeno, consiguieron llegar a la zona leal a la República. Pero también allí, los ugetistas que hacer frente a una situación adversa: como señala Ángela Cenarro,  la UGT quedó supeditada a la hegemonía de las columnas armadas anarquistas procedentes de Cataluña. Además, frente a la colectivización de tierras implantada por la CNT-FAI, la FTT-UGT defendía el que los pequeños campesinos poseyesen  la tierra que pudieran cultivar con sus propias manos, lo cual produjo tensiones con los libertarios.

     En cuanto a la reorganización orgánica de las federaciones ugetistas, dado que las tres capitales aragonesas quedaron en manos fascistas desde el inicio de la guerra, ésta tuvo lugar en Caspe, Alcañiz y Barbastro,  convertidas “de facto” en las nuevas capitales de los territorios aragoneses leales a la República.

     La Federación de UGT de Zaragoza, tras el asesinato de Bernardo Aladren, su secretario general, y la mayor parte de sus cuadros orgánicos, se reorganizó tras un Congreso celebrado en Mequinenza el 1 de noviembre de 1936: se creó una Comisión Ejecutiva (CE) con sede en Caspe presidida por el diputado socialista Eduardo Castillo y con una importante presencia de militantes del PCE: recordemos que en la UGT militaban conjuntamente miembros del PSOE, el partido hermano, y también del PCE desde que la Confederación General del Trabajo Unitario (CGTU), el minoritario sindicato comunista, se integró en UGT en noviembre de 1935. De este modo, la CE ugetista zaragozana contaba con militantes del PSOE como Eduardo Castillo, Jacinto Longás (vicepresidente y alcalde socialista de Tauste), Antonio Garulo (vicesecretario general y alcalde socialista de Zuera) y, por parte comunista, entre otros, Alberto Pérez (secretario general) o José Ruiz Borao (tesorero), más tarde conocido como José Ramón Arana, su pseudónimo literario. Según las memorias de Antonio Garulo, editadas por la Fundación Bernardo Aladren, se produjeron constantes tensiones entre los ugetistas socialistas y comunistas. Pese a ello, la UGT participó en el Consejo Regional de Aragón establecido en Caspe y en octubre de 1936, obtuvo dos consejerías: la de Hacienda y la de Educación Pública, al frente de las cuales se hallaban José Ruiz Borao  y el oscense Manuel Latorre.

     La UGT turolense fue reorganizada por Pascual Noguera y un reducido grupo de militantes  de la FTT. Según las memorias de Noguera, editadas también por la Fundación Bernardo Aladrén, tras la creación de un Comité de Evadidos de Teruel y un Comité de Relaciones UGT-CNT, los cuadros ugetistas supervivientes se instalaron en otoño de 1936 en Alcañiz. Allí tuvo lugar una Asamblea Provincial de UGT (noviembre 1936)  eligiéndose un nuevo Comité Provincial (CP) formado por Pascual Noguera (presidente), Francisco Bayo (secretario), Ángel Sánchez Batea o Simeón Marín Catalán. De este CP, fiel a la línea largocaballerista,  dependían 165 organizaciones ugetistas turolenses, quedando patente la hegemonía de la federación campesina de la FTT así como de la FETE, la organización de los maestros ugetistas.

     Menos datos se conocen sobre  la provincia de Huesca. Según Julián Casanova, “no existe información concreta al respecto”. No obstante, parece ser que llegó a reconstituirse parte de la UGT en Barbastro, donde llegó a funcionar un CP formado por dos delegados de cada comarca oscense y que estaba presidido por Malaquías Gil, militante de FETE-UGT.

     Señalemos también que la UGT aragonesa se sumó al esfuerzo bélico en defensa de la República formando sus propias unidades de combate. La primera de ellas fue la Centuria  que se organizó en La Puebla de Valverde con los militantes ugetistas que pudieron huir de Teruel. Igualmente, la UGT zaragozana impulsó la creación del famoso Batallón “Cinco Villas”, el cual contó con oficinas de alistamiento en Caspe y Barcelona y que tras la militarización de las milicias, se integró en la famosa 43 División, (al igual que el Batallón de FETE, incorporado luego a la 130 Brigada Mixta) que tuvo una heroica actuación durante la llamada “Bolsa de Bielsa”.

     A partir de 1937, se constata un evidente crecimiento de la influencia de la UGT aragonesa al aumentar la presencia ugetista en el Consejo de Aragón y, también, en numerosos Consejos Municipales (=ayuntamientos). Según Casanova, la CNT era mayoritaria en 175 de ellos, la UGT  en  91 y estaba en situación de igualdad con la CNT en otras 23 localidades.

     Inicialmente,  se implantó en el Aragón republicano la unidad de acción con CNT, la cual contó con el apoyo de las tres federaciones provinciales ugetistas, formándose en Caspe un Comité Regional de Enlace UGT-CNT. Pero, poco después, tras los sucesos de Barcelona de mayo de 1937 y la dimisión de Largo, hasta entonces presidente del Gobierno y secretario general de UGT, el giro político del nuevo gabinete presidido por el socialista Negrín supuso la disolución del Consejo de Aragón (11 agosto 1937), el desmantelamiento de las colectividades anarquistas y  el auge creciente de la UGT. Pese a ello, en octubre de 1937 se produjo una fractura organizativa en la UGT aragonesa entre caballeristas y negrinistas-comunistas: mientras las federaciones de Huesca y Teruel se mantuvieron fieles al caballerismo y partidarias de pactar con CNT, la de Zaragoza era proclive al acercamiento al PCE.

     Pese a estas divisiones, la guerra continuaba:  al desmoronarse el frente de Aragón (abril 1938), los cuadros y militantes de UGT se replegaron junto con las tropas republicanas y miles de aragoneses antifascistas hacia Cataluña y Levante. La derrota era inminente, y como escribió Pascual Noguera, concluía así “aquella resistencia de tres años consecutivos de lucha desigual entre el pueblo trabajador contra auténticos profesionales de hacer la guerra”. Una nueva y trágica etapa se abría para los ugetistas, al igual que para todos los republicanos: tras la caída de Cataluña (enero-febrero 1939), unos emprendieron el doloroso camino del exilio y otros muchos, los que quedaron en España, sufrieron con toda crudeza la implacable represión que les aguardaba bajo la larga dictadura franquista.

 

     José Ramón Villanueva Herrero

     (La Voz Sindical: órgano de la UGT Aragón, nº 114, septiembre 2010)

 

EL MOVIMIENTO OBRERO EN ARAGÓN (7). LA GUERRA CIVIL: EL EXTERMINIO DE LAS ORGANIZACIONES UGETISTAS

         

El sábado 18 de julio de 1936 se produjo una sublevación militar contra la legalidad republicana la cual, siguiendo las consignas de “exterminio” dictadas por el general Mola, pretendió acabar a sangre y fuego con los sueños de libertad, justicia y emancipación social del movimiento obrero.

En Aragón, el golpe militar triunfó en las tres capitales y tanto UGT como la CNT, intentaron hacerle frente solicitando infructuosamente armas a las autoridades republicanas para combatir al fascismo y mediante un frustrado intento de huelga general en Zaragoza. La indecisión de los primeros instantes de los sindicatos obreros (“faltó el genio insurreccional” en expresión del dirigente socialista Arsenio Jimeno), les costaría muy cara pues supuso la detención de la mayor parte de los dirigentes de la UGT aragonesa, de la CNT y de los de los partidos del Frente Popular, muchos de los cuales serían posteriormente asesinados.

Pese a ello, hubo enfrentamientos armados en las zonas en donde la UGT tenía un mayor arraigo (Cinco Villas, Borja o Calatayud), lo cual no impidió la victoria facciosa. Sin embargo, en la Cuenca Minera de Utrillas, la repuesta armada de la UGT, fuertemente implantada en la zona, hizo que buena parte del partido judicial de Montalbán permaneciese leal a la República. Lo mismo ocurrió en otras poblaciones como Libros, Mequinenza o Fayón, en donde los mineros de UGT hicieron frente con éxito a los fascistas.

Iniciada la guerra civil, Aragón quedó dividido de norte a sur por las líneas del frente. En la zona facciosa se inició una represión implacable contra los militantes de izquierdas y lo sindicatos obreros y, de forma muy especial, contra la UGT, tal y como han destacado las investigaciones de Ángela Cenarro y Julián Casanova. Ciertamente, la sublevación facciosa tuvo efectos catastróficos para la UGT ya que más de 3.500 de sus cuadros y militantes fueron asesinados y las organizaciones ugetistas desmanteladas debido, principalmente, a que la zona en poder del bando insurgente era aquella que contaba con mayor número de agrupaciones y sindicatos socialistas, como era el caso de Zaragoza, Cinco Villas, o los partidos judiciales de Calatayud, Daroca, Teruel, Albarracín o Calamocha.

Se distinguen dos niveles en el baño de sangre desatado por la barbarie uniformada contra los sectores leales a la República y en concreto contra la UGT. En un primer lugar, se produjo un “terror selectivo” mediante el cual se asesinó a los principales dirigentes ugetistas lo cual, además de sus efectos intimidatorios, suponía el desmantelamiento orgánico del sindicato socialista. Así, fueron asesinados en Zaragoza los principales cuadros de la UGT,  entre ellos, Bernardo Aladrén (secretario provincial de la UGT, portavoz del PSOE en el Ayuntamiento zaragozano y Presidente del Jurado Mixto provincial); Juan Beraza (secretario general del Sindicato de Artes Blancas y Alimentarias), Rómulo Oriol (secretario general de Sindicato de Dependientes de Comercio) y otros muchos cuadros como Antonio Puyo, representante de UGT en la Junta Provincial de la Reforma Agraria o Francisco Albiñana, “el arquitecto de los pobres”, socialista e impulsor de la construcción de viviendas obreras en Zaragoza.

Igualmente, fueron asesinados los alcaldes socialistas, también militantes de la UGT que, especialmente en las Cinco Villas, se comprometieron con la Federación de Trabajadores de la Tierra (FTT), el sindicato campesino de la UGT, a favor de la reforma agraria. Este fue el caso de, entre otros, de Juan Sancho (Ejea), Antonio Plano (Uncastillo), José Artús (Sádaba), Justo Berduque (Luna) Luis Palacios (Mallén), Eduardo Castillo (Belchite) o José Moncayola (Murillo de Gállego): este último,  asesinado junto a otros 11 republicanos (4 de ellos ugetistas) en Agüero en tres fosas comunes,  las cuales fueron excavadas y sus restos entregados a sus familiares por la Fundación Bernardo Aladrén en el año 2007.

En el caso de Teruel, fueron asesinados el 80 %  de los dirigentes de la Casa del Pueblo, entre ellos, José Millán, secretario de la Federación Provincial de UGT. En cambio, algunos dirigentes campesinos de la FTT como Pascual Noguera y Ángel Sánchez Batea consiguieron salvarse. Pero los sublevados, al no poder detener a éste último, fundador de la Casa del Pueblo, concejal socialista y Presidente del Sindicato de Agricultores “El Progreso”, asesinaron a su esposa María, a su hija Pilar, a su hermano Juan y a su sobrino Dámaso.

Aunque con menos datos, situaciones similares tuvieron lugar en la provincia de Huesca, en donde fueron asesinados, entre otros, Ángel Gavín, secretario provincial del PSOE o Manuel Latorre, secretario de la UGT de Jaca y militante de la FETE, el sindicato de los maestros ugetistas, muchos de los cuales fueron asesinados o depurados, o Javier Zabalza, vicesecretario de la UGT jaquesa.

En un segundo nivel, la represión se desató sobre los simples militantes ugetistas. En Zaragoza, después de que los rebeldes asaltasen la sede de la UGT (C/ Estévanez, 2) y se incautasen de todos sus ficheros,  se siguió la consigna de Jesús Muro, el jefe local de Falange que había bramado: “¡que no quede ni uno y de los socialistas, ni el rabo!”. La represión se extendió por todo el Aragón controlado por los fascistas y afectó incluso a personas como José Pascual Duaso, párroco del pueblo oscense de Loscorrales y vinculado a la FTT-UGT.

Aragón quedó teñido de dos colores: el rojo de la sangre derramada y el negro del luto de tantas viudas: a fecha de hoy, según datos del Gobierno de Aragón, se han localizado en nuestra región 519 fosas comunes de la guerra civil.

Insensibles ante este drama, la derecha política y judicial se opone a que los crímenes del franquismo sean investigados por el juez Garzón y que la Ley de la Memoria Histórica se desarrolle plenamente. Frente a ello, desde la Fundación Bernardo Aladrén, vinculada a UGT-Aragón,  trabajamos por la recuperación de la memoria histórica republicana puesto que, como ugetistas, consideramos que se trata de un deber moral y de justicia para con las víctimas del franquismo.

José Ramón Villanueva Herrero

(La Voz Sindical: órgano de la UGT Aragón, nº 113, mayo 2010).

 

 

 

EL MOVIMIENTO OBRERO EN ARAGÓN (6). LA UGT DURANTE LA II REPÚBLICA: ENTRE EL REFORMISMO Y LA REVOLUCIÓN

         

Durante el período republicano se produjo un gran incremento orgánico de la UGT. De este modo,  la militancia del sindicato socialista, en junio de 1932,  alcanzó en España el millón de afiliados. Por lo que se refiere a Aragón,  los ugetistas zaragozanos eran ya 33.262, mientras que en la provincia de Teruel la cifra era de 6.492, y, en el caso de Huesca, donde la UGT era más débil, el sindicato socialista contaba con 1.084 afiliados, contando con secciones en Sariñena, Fraga y, sobre todo, Huesca capital y en Jaca.

 En el caso aragonés, la mayor militancia pertenecía a la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (FNTT), el sindicato campesino ugetista, especialmente implantado en las comarcas de Cinco Villas, Calatayud, Borja y en la zona del Jiloca-Teruel capital por medio de la Sociedad de Labradores “El Progreso” liderada por Ángel Sánchez Batea y Pascual Noguera. Aunque con una militancia más reducida, muchos de los cuadros de la UGT zaragozana pertenecían a un sector históricamente socialista cual era la Federación de Artes Gráficas (Bernardo Aladrén, Isidoro Achón, Manuel Alvar o Antonio Puyo) así como de la FETE, el sindicato de los maestros ugetistas, creado en junio de 1931 y que fue el referente intelectual de los ideales republicanos y socialistas y del que salieron igualmente algunos de los dirigentes más destacados tanto del PSOE como de la UGT, como fue el caso de Pedro Díez y Juan Sapiña, impulsores de las organizaciones socialistas turolenses.

          No obstante, a partir de 1933, se produjo un viraje de Largo Caballero y de la UGT al constatarse las crecientes dificultades para avanzar y consolidar los logros de la política sindical reformista. La causa de este giro se debió a múltiples razones: desencanto de los escasos resultados obtenidos por el movimiento obrero de la colaboración gubernamental con los partidos republicanos burgueses liderados por Manuel Azaña, todo ello con el telón de fondo del ascenso de las derechas españolas,  el auge del fascismo en Austria y Alemania, además de los decepcionantes resultados obtenidos por las izquierdas en las elecciones de noviembre de 1933, consecuencia de todo ello fue la radicalización de las posiciones de la UGT, lo cual la lanzó a una serie de movimientos huelguísticos primero, y revolucionarios después, los cuales culminaron con la revolución de Asturias (octubre 1934).

En el caso de Aragón, y en un contexto de creciente conflictividad, 1934 también fue un año agitado: en Zaragoza tuvo lugar la famosa huelga general de 36 días (abril-mayo 1934) en la que, según la dirigente anarquista Federica Montseny, “hasta las nodrizas dejaron de dar leche” a los niños que amamantaban; en junio se produjo la huelga general campesina impulsada por la FNTT-UGT en protesta por la paralización de la reforma agraria por parte del gobierno derechista. Por otra parte, la revolución asturiana de octubre también tuvo sus consecuencias en Aragón, en donde fue apoyada por la UGT, no así por la CNT que la consideró un mero “movimiento político”. De este modo, hubo incidentes armados en Uncastillo, Tauste, Ejea y Mallén en donde se ocuparon los ayuntamientos y también se produjeron conatos revolucionarios en Gallur, Magallón, Calatayud y Caspe.

El fracaso de la táctica revolucionaria apoyada por la UGT tuvo graves consecuencias para el movimiento obrero aragonés: se ilegalizaron  las organizaciones socialistas y la clausura de sus locales, numerosos dirigentes y militantes fueron detenidos (entre ellos, Bernardo Aladrén) se destituyeron alcaldes socialistas como fue el caso, entre otros,  de Juan Sancho (Ejea), Julián Palacio (Mallén), Antonio Plano (Uncastillo) o Antonio Garulo (Zuera).

Tras la victoria en las urnas del Frente Popular (16 febrero 1936), y amnistiados todos los procesados por los sucesos de 1934, un renovado impulso político por parte del nuevo gobierno republicano pretendió retomar las reformas y las demandas de los sectores populares ignorados durante los gobiernos de la coalición derechista de  los radicales de Lerroux con el apoyo de la CEDA, esto es, el período conocido como el “Bienio negro” (1934-1936). Sin embargo, tan sólo cinco meses después de la victoria del Frente Popular y de la formación del nuevo Gobierno republicano, el violento golpe militar iniciado el 18 de julio de 1936 y la guerra civil que acto seguido se desató, truncaron todas las esperanzas de avances políticos y sociales tantos tiempos anhelados. Se iniciaba así, a sangre y fuego, la tragedia que supuso la larga noche de la dictadura franquista.

 

 

      José Ramón Villanueva Herrero

      (La Voz Sindical: órgano de la UGT Aragón, nº 112, enero 2010).

 

 

 

 

EL MOVIMIENTO OBRERO EN ARAGÓN (5). LA II REPÚBLICA: UNA ESPERANZA DE CAMBIO POLÍTICO Y SOCIAL.

EL MOVIMIENTO OBRERO EN ARAGÓN (5). LA II REPÚBLICA: UNA ESPERANZA DE CAMBIO POLÍTICO Y SOCIAL.

       Con la proclamación de la II República el 14 de abril de 1931, se va a producir un considerable auge de las organizaciones socialistas y, consecuentemente, de la UGT: diversos militantes lograron presencia institucional, (como fue el caso de Bernardo Aladrén, secretario provincial de la UGT, que fue elegido 2º teniente-alcalde del Ayuntamiento republicano de Zaragoza), a lo cual hay que añadir un considerable aumento de la militancia.

Durante los años republicanos la UGT preconizó una acción sindical  orientada en tres aspectos (político, económico y cultural) en defensa de los intereses de la clase trabajadora. De este modo, se defendía la participación activa en la vida política por medio del PSOE para lograr avances sociales;  en lo económico se optó por una línea reformista a la vez que se fomentaba la creación de cajas de resistencia, cooperativas y asociaciones de protección y socorro para los ugetistas y, por ello, se crearon diversas Mutualidades obreras que, como en el caso de Zaragoza, disponían de varias farmacias para los afiliados ugetistas. En el ámbito cultural, por medio de las Casas del Pueblo, la UGT promovió el establecimiento de escuelas, bibliotecas, la realización de charlas y conferencias para elevar la formación de la clase trabajadora y, de este modo,  lograr que los trabajadores tuviesen una mayor capacidad para defender sus derechos con mayor autoridad y firmeza. Este fue el caso de la Escuela obrera creada por la Casa del Pueblo de Teruel, en donde se daban clases gratuitas a los trabajadores ugetistas y a sus hijos. Por su parte, la UGT creó incluso un Cuadro Artístico “Pablo Iglesias” en Zaragoza y otro en la ciudad de Teruel, dedicados a actividades teatrales.

Los representantes de la UGT aragonesa se esforzaron por mejorar las condiciones laborales de los trabajadores al amparo de la política reformista impulsada por Francisco Largo Caballero, entonces ministro de Trabajo y secretario general de la UGT. Su objetivo era avanzar en la línea reformista institucional impulsada por el gobierno social-azañista basada en una legislación favorable a los obreros. De este modo, la legislación social impulsada por Largo Caballero desde el Ministerio de Trabajo convirtió en leyes muchas de las reivindicaciones del movimiento obrero socialista: se declaró el 1º de Mayo como fiesta oficial, se aprobaron leyes de profundo contenido social como fueron la de Jurados Mixtos, la de Contratos de Trabajo y la de Colocación Obrera o la de Términos Municipales, que mejoraron las condiciones laborales de los trabajadores; dictó los decretos sobre el Seguro obligatorio de maternidad, sobre Arrendamientos colectivos, sobre Accidentes de trabajo en la agricultura; se implantó de forma efectiva la jornada laboral de 8 horas y se crearon las Delegaciones provinciales de Trabajo además de conferir mayores atribuciones y autoridad a los inspectores de trabajo para evitar los abusos de los patronos sobre los obreros.

Durante el período republicano, la UGT impulsó numerosas medidas para combatir el desempleo mediante el fomento de obras públicas  (tal y como hizo Bernardo Aladrén en la provincia de Zaragoza), se defendió el rescate de los bienes comunales para que el pequeño campesinado y los jornaleros pudieran acceder al cultivo directo de la tierra, especialmente en las Cinco Villas o en Teruel), se fomentó la creación de Cooperativas de Casas Baratas para el acceso de los trabajadores a viviendas dignas: este fue el caso de la zaragozana “Cooperativa Pablo Iglesias” y la labor del arquitecto socialista Francisco Albiñana, conocido como “el arquitecto de los pobres”, o la propuesta de los concejales del PSOE en el Ayuntamiento republicano de Teruel para la creación de una Junta Local de Casas Baratas y una oficina para el fomento de este tipo de viviendas en la capital turolense.

Por otra parte, el crecimiento orgánico socialista hizo que se crease la Federación provincial de Sociedades Obreras de la UGT zaragozana (2 mayo 1931) siendo Luis Viesca su presidente y Bernardo Aladrén el secretario general, mientras que la Federación Turolense de Sociedades adheridas a la UGT se fundó el 27 de diciembre de 1931, siendo su primer presidente Daniel Villa García, líder del Sindicato Minero de UGT de Montalbán, el cual sería asesinado en marzo de 1932.

 

     José Ramón Villanueva Herrero

    (La Voz sindical: órgano de la UGT Aragón, nº 111, septiembre 2009)

 

 

 

 

EL MOVIMIENTO OBRERO EN ARAGÓN (4). EL FINAL DE LA MONARQUÍA Y LA LLEGADA DE LA SEGUNDA REPÚBLICA (1923-1931)

EL MOVIMIENTO OBRERO EN ARAGÓN (4). EL FINAL DE LA MONARQUÍA Y LA LLEGADA DE LA SEGUNDA REPÚBLICA (1923-1931)

         

 El golpe de estado del general Miguel Primo de Rivera (13 septiembre 1923) puso fin a la legalidad constitucional de la Restauración y, el apoyo dado por Alfonso XIII a la dictadura primorriverista supuso el descrédito definitivo del rey y fue preludio de su caída y de la posterior proclamación de la II República.

 

Ante el golpe militar de 1923, Francisco Largo Caballero, secretario general de UGT desde 1918, definió la posición del sindicato socialista como “de completa neutralidad”, añadiendo, “siempre que, no importa con qué formas e instituciones, se mantuvieran las conquistas sociales, se permitiera negociarlas y se asegurara la existencia, reconocimiento, consolidación e identidad de la organización obrera”. Por su parte, la UGT zaragozana, contraria a todo acto golpista, manifestó no sentir ningún “vínculo de solidaridad ni de simpatía” por defender un sistema político oligárquico en el cual no creía y al cual nada debía el movimiento obrero.

 

Pese a lo dicho, mientras la CNT era ilegalizada (mayo, 1924), la UGT se adaptó a la dictadura primorriverista, tema ciertamente polémico, en lo que dio en llamarse “vía corporativa al socialismo”. Sin la competencia de la central anarquista, la UGT quedó libre para intentar alcanzar la hegemonía entre los trabajadores como único sindicato obrero permitido. Pese a esta situación de ventaja, el crecimiento de la UGT en Aragón siguió siendo lento: 1.198 afiliados en 1922, que en el año 1928 habían ascendido a sólo 3.671 ugetistas aragoneses. Fueron unos años en los que la UGT defendió un sindicalismo moderado y reformista por medio de los comités paritarios (creados en 1927), desarrollando igualmente una destacable actividad cultural: en la Casa del Pueblo de Zaragoza se organizaron unos ciclos de conferencias anuales que se convirtieron en un foro de encuentro entre los trabajadores socialistas y los sectores de la burguesía ilustrada y reformista.

 

A partir de 1928, la UGT se fue distanciando de la dictadura primorriverista y, junto con el PSOE, se orientaron hacia un cambio político de signo republicano. En este contexto, el socialismo aragonés, que siempre había tenido una endémica debilidad orgánica, va a experimentar un importante auge. En 1928-1929 tuvieron lugar los viajes propagandísticos de Largo Caballero a Aragón, razón por la cual el socialismo arraigó con fuerza en diversas zonas y, de forma especial, en la comarca de Cinco Villas. Por otra parte, en Teruel se establece el PSOE y la UGT en 1929 bajo el liderazgo de los catedráticos Juan Sapiña y Pedro Díez Pérez y Pascual Noguera, dirigente campesino de la Federación de Trabajadores de la Tierra (FTT-UGT). Al año siguiente, en 1930, van a empezar a publicarse los dos semanarios emblemáticos del socialismo aragonés: el turolense “Adelante”, cuyo primer número lleva fecha del 22 de febrero, y el zaragozano “Vida Nueva”  que apareció el 4 de mayo de 1930.

 

El auge del socialismo aragonés era evidente en la fase final de la dictadura primorriverista y, por ello, “Vida Nueva”, refiriéndose a la situación de la UGT a la altura de 1930, ya en vísperas de la proclamación de la II República, alude al mismo como “año de eclosión sindicalista”. A través de las páginas del órgano del socialismo zaragozano, se ofrecen datos concretos que avalan la afirmación anterior: en la capital aragonesa se constituyeron más de 30 sociedades obreras ugetistas, en 24 pueblos de la provincia (la mitad de ellos en las Cinco Villas), surgieron otras tantas Sociedades Obreras adscritas a la UGT. Lo mismo ocurrió en la ciudad de Huesca, en Jaca, Ansó o Biscarrués. Por lo que se refiere a la provincia de Teruel, se evidenció una gran pujanza de las organizaciones socialistas ya que, en marzo de 1930, la UGT contaba con 2.178 afiliados distribuidos así: Teruel-capital (467, mayoritariamente vinculados a la FTT); el Sindicato Nacional Minero ugetista estaba fuertemente implantado en Ojos Negros (862) y Montalbán (512), siendo también destacable la militancia ugetista en Albalate del Arzobispo (250) y La Puebla de Valverde (87).

 

Sustituido Primo de Rivera por la “dictablanda” del general Berenguer y fracasada la sublevación de Jaca (12 diciembre 1930) que tenía que ser el preludio del cambio republicano, se desató una ola represiva hacia las organizaciones socialistas implicadas en el movimiento insurreccional, siendo detenidos los principales dirigentes de la UGT y el PSOE, entre ellos, Bernardo Aladrén (secretario provincial de la UGT de Zaragoza), así como numerosos militantes, además de suspender gubernativamente la publicación de “Vida Nueva”.

 

Poco después, el almirante Aznar convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. La victoria de la coalición formada por republicanos y socialistas, apoyada “decididamente” por la UGT, supuso la proclamación de la II República Española el 14 de abril de 1931. En el caso de la ciudad de Zaragoza, donde el 70,3 % de los votantes apoyaron el cambio político, de los 47 concejales de su ayuntamiento, 32 eran republicanos y, de ellos, 6 militaban en el PSOE y la UGT: Bernardo Aladrén (que sería 2º teniente-alcalde de la nueva corporación), Bernardo Rubio, Luís Viesca, Eduardo Castillo, Antonio Ruiz y Mariano Sierra. De igual modo, muchos pueblos de las Cinco Villas estrenaron alcaldes socialistas (como Antonio Plano, en Uncastillo). Como balance, el PSOE logró 201 concejales en la provincia de Zaragoza, 76 en la de Teruel y tan sólo 15 en la de Huesca. Especialmente destacable es el caso de la ciudad de Teruel en la que, de 19 concejales que formaban la corporación, 10 eran republicanos y, de ellos, 4 militaban en el PSOE-UGT.

 

Va a ser a partir de la llegada entusiasta de la II República cuando se intente llevar a cabo un ambicioso proyecto de democratización y modernización de España, un anhelo que, desde el primer momento, contó con la frontal oposición de las fuerzas conservadoras y reaccionarias. La destrucción de la democracia republicana condujo,  lamentablemente, a una dramática guerra civil, cuyas heridas no se cerrarán con justicia hasta que las víctimas de la dictadura franquista no logren la completa reparación moral, política y jurídica que merecen.

 

  José Ramón Villanueva Herrero

 (La Voz Sindical, nº 108, Zaragoza, enero 2009)

 

 

 

EL MOVIMIENTO OBRERO EN ARAGÓN (III).

         

Matías Pastor, el principal organizador de la UGT  aragonesa (1889) y fundador de la Agrupación Socialista de Zaragoza (1891), fue también el responsable de la creación del primer Centro Obrero de la UGT en la capital aragonesa el 10 de enero de 1894. Este, tenía su sede en la Calle Agustina de Aragón, 42 y contaba con una Junta Directiva, paritaria por oficios (canteros, carpinteros, tipógrafos y sombrereros), todos ellos cuadros del PSOE local: Matías Pastor (presidente), Modesto López (vicepresidente) y Ricardo Aznar, Manuel Gargallo, Vicente Gómez, Tomás Sánchez, Emilio Romanos y Miguel Maimón.

Los socialistas zaragozanos siguieron siendo muy minoritarios: en su primera participación en las elecciones a Cortes de 1896, presentaron por Zaragoza a García Quejido, miembro del Comité Nacional de la UGT, el cual sólo obtuvo 105 votos. Pese a su endémica debilidad, en 1898 se produjo una cierta reorganización y renovación del socialismo zaragozano por medio de un nuevo Comité formado sobre todo por tipógrafos y en el que ya aparece Isidoro Achón, otra figura histórica del socialismo aragonés. La UGT, establecida en su nueva sede (C/ Mayor, 57), consiguió fundar nuevas sociedades obreras como las de Cordeleros, Pintores-Decoradores, Camareros de cafés y fondas, Fundidores-Moldeadores y Cocheros. Además, en 1899 surgió en Zaragoza la Federación Local de Sociedades Obreras (FLSO) en la que coexistían una mayoría de obreros anarquistas junto a un sector minoritario, socialista, vinculado a la UGT.

Iniciado el s. XX, la UGT aragonesa contaba con 427 afiliados en Zaragoza y 23 en Teruel, sin que consten datos relativos a la provincia de Huesca. Como señala Carlos Forcadell, en la primera década  del s. XX, los ugetistas contaban con una implantación minoritaria, casi testimonial, tanto entre los trabajadores aragoneses, como en el seno de la propia UGT como sindicato nacional. No obstante, van a ser los años en los cuales Isidoro Achón, junto a Matías Pastor, impulsaron el modelo sindical reformista y de gestión de la UGT, que apostaba por la utilización los medios legales mediante los cuales lograr mejoras progresivas para la clase trabajadora. Achón resumía así la acción política y sindical socialista: “los objetos del partido de clase son la defensa exclusiva de los intereses obreros, lograr una legislación protectora del trabajo basada en la jornada de 8 horas” y, también, esforzarse por “penetrar en municipios y diputaciones y Parlamento para exponer sus aspiraciones y presentar soluciones beneficiosas para los de abajo”, si bien todo ello subordinado a un horizonte final y lejano de “emancipación total o abolición de clases”.

Sin embargo, este modelo sindical “evolucionista” de UGT se oponía al sindicalismo autónomo, radical, asambleario y de acción directa predominante en la mayoría anarquista que controlaba la FLSO y el obrerismo zaragozano.

La implantación de la UGT en el resto de Aragón siguió siendo muy escasa y sólo existían sociedades obreras socialistas en Teruel, Escatrón, Pina, Aranda, Calatayud, Tarazona y Huesca. Por su parte, el PSOE, a la altura de 1902, sólo contaba con tres agrupaciones: la de Zaragoza-capital, y las de Calatayud y Aranda de Moncayo.

Cuando se funde la CNT en 1910, la mayoría de las sociedades obreras aragonesas ingresaron en la nueva central sindical libertaria, por lo cual la CNT será, desde este momento, hegemónica en el conjunto del proletariado aragonés. Ello hizo que, hasta 1916,  la UGT de Aragón no logró superar la barrera de los mil afiliados, contando concretamente con un total de 1.144 militantes. Al año siguiente (1917), se incorporó a UGT Ángel Lacort, que, procedente del anarquismo, sería posteriormente otro dirigente histórico del sindicato socialista zaragozano.

Cuando estalló la Huelga General Nacional de 1917, con una inflación del 71,42 %, los ugetistas se lanzaron a la misma con objeto de conseguir “aquellos cambios fundamentales del sistema que garanticen al pueblo un mínimun de condiciones decorosas de vida y desarrollo de sus actividades emancipatorias”. Fue a partir de este conflicto cuando se produjo una cierta expansión del socialismo aragonés: la Agrupación Socialista de Zaragoza y la UGT se establecieron desde 1918, en la c/ Estébanez, 2, sede que mantuvieron hasta el golpe fascista de 1936. En junio de 1918 se fundaron las Juventudes Socialistas en la capital aragonesa. Por su parte, la UGT se extiende por el resto de Aragón: la provincia de Huesca contaba con 1 sección (18 afiliados) y, la de Teruel, con 4 secciones que agrupaban a un total de 774 militantes vinculados sobre todo al Sindicato Minero (en las comarcas de Cuenca Minera y Ojos Negros) y a los obreros de las azucareras de Santa Eulalia y La Puebla de Híjar.

Son años en que las organizaciones socialistas empezaron a tener un fortalecimiento moderado (1919-1920) momento que, como señala Forcadell, coincide con una fuerte conflictividad social promovida por los “sindicatos únicos” afines a la CNT: sublevación del Cuartel del Carmen (1920), asesinato de tres empleados municipales (agosto 1920) y el asesinato del Cardenal Soldevila (junio, 1923).

La agudización de la tensión patronal/trabajadores, los atentados, bombas y la ola de represión gubernativa produjo un descenso de en la afiliación del PSOE-UGT y también de la CNT. Tal es así que, en mayo de 1921, de un total de 240.113 afiliados con que contaba la UGT en el conjunto de España, los militantes aragoneses eran tan sólo 1.196, “una pequeña gota dentro de la Unión General” (El Socialista, 1 mayo 1921).

Esta es la situación de debilidad orgánica del socialismo aragonés  en vísperas del golpe de estado del general Primo de Rivera del 13 de septiembre de 1923, tema al que nos referiremos en el siguiente capítulo.

 

(La Voz Sindical, nº 107, Zaragoza, septiembre 2008)

 

 

 

 

EL MOVIMIENTO OBRERO EN ARAGÓN (II). LOS ORÍGENES DE LA UGT.

EL MOVIMIENTO OBRERO EN ARAGÓN (II). LOS ORÍGENES DE LA UGT.

     El creciente enfrentamiento entre anarquistas y socialistas marxistas en el seno de la Primera Internacional hizo que éstos últimos empezasen a reorganizarse en España. Así quedó patente en el Congreso Obrero Nacional (Barcelona, 1882) en el cual se fijaron las ideas básicas de la concepción político-sindical socialista, señalándose que, 

     “la abstención política del proletariado hace imposible el mejoramiento de sus condiciones actuales,    sin cuyo mejoramiento nunca estará en actitud de realizar sus aspiraciones finales […] el Congreso cree que los trabajadores deben ser políticos, pero partidarios de una política de clase distinta y opuesta a toda política burguesa”.

     De dicho Congreso, surgió la Asociación Nacional de Trabajadores de España (ANTE), embrión de la futura UGT.
     Por lo que se refiere a Aragón, el primer núcleo obrero socialista del que se tiene constancia es la Asociación del Arte de Imprimir de Zaragoza, fundada en abril de 1882 y liderada por Pablo Claramunt. En su primera Junta Directiva se alude a “poseer ya el acta de Constitución de la Sociedad de Huesca”, tener contactos “muy satisfactorios” con Calatayud y Logroño y proponerse “conseguir algo de Teruel”. En cuanto a su afiliación, la Asociación del Arte de Imprimir zaragozana contaba, incluidas las secciones adjuntas de Logroño y Huesca, con 123 miembros. Se confirma así el importante papel de los obreros tipógrafos en la difusión de las ideas socialistas desde que Pablo Iglesias fundase en 1871 la Asociación General del Arte de Imprimir de Madrid y, posteriormente, la Federación de la Tipografía Española y de las Industrias Similares.

     De igual modo, aparecen por estas fechas pequeños núcleos de obreros socialistas en Gallur, Villarroya de la Sierra, Alagón y Calatayud. No obstante, poco se sabe de los primeros socialistas zaragozanos, los cuales estaban coordinados con el grupo madrileño liderado por Pablo Iglesias que, en 1879 había fundado el Partido Democrático Socialista Obrero (PDSO) el cual, cuando en 1888 se creó la UGT, pasó a tomar la denominación actual de Partido Socialista Obrero Español (PSOE). No obstante apenas hubo actividad política socialista durante estos años: en 1886 aparece El Socialista, publicación que contaba en Zaragoza con tan sólo 8 suscriptores.

     Sin embargo, en el terreno sindical, el núcleo socialista existente en la capital aragonesa organizó el III Congreso de la Federación Tipográfica Española (Zaragoza, octubre 1886) el cual, presidido por Pablo Iglesias, entre otros cosas, acordó crear una caja resistencia de ámbito europeo a la cual cada afiliado debía aportar 10 céntimos por semana.

     Cuando en agosto de 1888 se funde en Barcelona la UGT, se integraron en ella los tipógrafos zaragozanos y sus compañeros de Huesca. La UGT surgió con el objetivo principal de mejorar las condiciones de trabajo de la clase obrera impulsando reformas graduales y progresivas. En este sentido, la huelga se convirtió en el recurso mediante el cual obtener de los poderes públicos una legislación laboral que reconociese la jornada laboral de 8 horas, la fijación de un salario mínimo y la igualdad de salarios para obreros de uno y otro sexo.

     Para la naciente UGT aragonesa fue decisiva la llegada a Zaragoza del cantero vasco Matías Pastor, el cual se convirtió en la figura clave del primer socialismo aragonés. Pastor, antiguo secretario de la Agrupación Socialista de Bilbao, había tenido una activa participación en la huelga de los canteros vizcaínos de julio de 1888 y participó en la fundación de la UGT. Pastor, que según Santiago Castillo se convirtió en “el hombre clave del socialismo aragonés durante décadas”, fundó la Sociedad de Obreros Canteros (1890), segunda organización ugetista zaragozana tras la Asociación del Arte de Imprimir. De igual modo, Pastor fue el impulsor de la celebración de la manifestación del 1º de Mayo de 1890, la primera vez que tenía lugar, a instancias de la II Internacional Socialista, fundada en 1889, fecha que se convirtió en el símbolo de la afirmación de la acción política y de la unidad de la clase obrera y que reclamaba, además de la jornada de 8 horas, la prohibición del trabajo para los menores de 14 años o el descanso ininterrumpido de 36 horas semanales.

     A partir de 1890, la UGT zaragozana, además de tipógrafos y canteros, incorpora a la Asociación de Agricultores, fundada el 31 de mayo de este año y liderada por Silverio López. Además, se fueron formando sociedades de resistencia de albañiles, carpinteros, tejedores, zapateros, pintores y obreros en hierro, estando en proceso de organización los hojalateros, sombrereros, silleros y alpargateros.

     En la incesante labor desarrollada por Matías Pastor, debemos citar igualmente la creación de la primera Agrupación Socialista del PSOE zaragozano, creada el 17 de febrero de 1891 y cuya sede se hallaba en la C/ Boggiero, 73, principal: Pastor fue su primer presidente y en el comité de la misma hallamos a 4 tipógrafos y a 2 canteros. No obstante, tanto la UGT como el PSOE van a tener muchas dificultades en sus primeros años de actividad en Aragón: a las medidas represivas de las autoridades, había que añadir la competencia y rivalidad del potente anarquismo local, así como el rechazo de los partidos dinásticos y de incluso diversos sectores del republicanismo aragonés.



     José Ramón Villanueva Herrero
  
     (La Voz Sindical, nº 106, mayo 2008)