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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

OTRA VEZ ES 3 DE JULIO EN TERUEL

     Durante el verano de 1874, en plena III Guerra Carlista, los partidarios de Carlos VII controlaban la práctica totalidad de nuestra provincia y solamente resistían los fortificados enclaves liberal-republicanos de Teruel y Alcañiz. Así las cosas, en la noche del 3 de julio, los carlistas intentaron conquistar la ciudad de Teruel, en un ataque muy similar al que dio lugar a la “Cincomarzada” zaragozana de 1838.

     El ataque, iniciado en la zona de la Lombardera y del Arrabal, fue repelido por la Milicia Nacional, al mando de Víctor Pruneda, comandante de la misma y dirigente histórico del republicanismo federal turolense. Pese a ello, los atacantes, en connivencia con algunos carlistas del interior de la ciudad, logran penetrar en el interior del recinto defensivo por el área del corral de Roquillo, de donde fueron desalojados después de 6 horas de combates.

     Mientras esto ocurría, los carlistas lanzaron otro ataque por la Cuesta de la Jardinera, llegando a colocar escalas sobre la muralla, pero fueron repelidos por un nutrido fuego de fusilería.

     Al amanecer, convencidos los atacantes de la imposibilidad de apoderarse de la ciudad de Teruel, galvanizada por Pruneda para defenderse a todo trance, se retiran los carlistas no sin antes saquear e incendiar el Arrabal.

     Otro hecho de armas, muy similar al descrito, tuvo lugar al mes siguiente, el 4 de agosto de 1874, cuando nuevamente los carlistas, esta vez al mando del infante Alfonso-Carlos de Borbón-Parma (hermano del pretendiente Carlos VII), intentaron conquistas Teruel: la determinación de los defensores, nuevamente comandados por Pruneda, repelió el ataque evitando que la reacción carlista se adueñase de la capital.

     Estas dos fechas memorables, el “3 de julio” y el “4 de agosto”, le valieron a la ciudad de Teruel la concesión de los títulos de “Heroica” y “Siempre Heroica” que hoy ostenta. De igual modo, en memoria de los turolenses caídos en su defensa, unas lápidas recordaban sus nombres en el Ayuntamiento y, además, en 1895 se erigió el Monumento a los Mártires de la Libertad, el cual se hallaba en la Plaza de la Libertad (hoy de Fr. Anselmo Polanco).

     Ambos sucesos pasaron a ser conmemorados anualmente como fiestas cívico-políticas. La celebración del “3 de julio” se iniciaba a primeras horas de la madrugada con el repique del “campanico del Ángel”, posteriormente un pasacalle-retreta amenizaba al vecindario. El acto central era la “procesión cívica” que, partiendo de la Plaza de la Libertad y a los sones del Himno de Riego, realizaba sendas ofrendas florales en  el Corral de Roquillo y en el Monumento a los Mártires de la Libertad de Teruel. Además, al ser ambas fechas eran festivas en Teruel, cerraba el comercio, se engalanaban los balcones, las banderas ondeaba a media asta; por la tarde, los turolenses salían a merendar a las riberas del Turia, había corrida de toros y verbena popular en la Glorieta.

     Por todo lo dicho, estas fiestas tenían un profundo contenido político puesto que simbolizaban la defensa de la libertad contra todo tipo de reacción e intolerancia. Ello explica el entusiasmo con que las celebraban los progresistas turolenses (mayoritariamente republicanos) y el que la guerra civil y la posterior dictadura franquista prohibiese su celebración (la última vez que tuvo lugar fue el 3 de julio de 1936), a la vez que los requetés carlistas  demoliesen  el venerado Monumento a los Mártires de la Libertad.

     Tras la normalización democrática, mientras Zaragoza recuperaba su fiesta de la Cincomarzada, nada se hizo en Teruel en este sentido para reivindicar, tras años de dictadura y olvido, una de la páginas más memorables de nuestra historia ciudadana. Se dejó pasar el momento.

     La ciudad de Teruel, conocida universalmente por el arte mudéjar o los Amantes, pienso que debe ser, también, identificada como “la ciudad de la Libertad”, la que en las postrimerías del s. XV rechazó la implantación de la Inquisición, la que durante todo el s. XIX fue vanguardia de la democracia republicana española, la que en 1874 repelió con valentía y dignidad a la reacción carlista. Por ello, junto a la recuperación del sentido cívico de estas fechas, casi olvidadas, algún folleto didáctico, alguna mención en los libros de texto, debería de hacerse de esta página de nuestra historia turolense. De igual modo, recordando que el Monumento a los Mártires de la Libertad fue demolido por las fuerzas de la reacción, no estaría de más que algún monolito recordase su existencia en la antigua Plaza de la Libertad. Sería un hecho de justicia.

     Hoy, 3 de julio de 2005, ganada la libertad, otros son los combates que hay que librar para asegurar el futuro y el progreso de Teruel. Pero, hoy como ayer, también nos exigen lo mejor de nosotros mismos y, por ello, pienso que los viejos ideales del “3 de julio” laten hoy con fuerza en la conciencia cívica, en todos los movimientos ciudadanos que, como nuestros antepasados en 1874, luchan con tenacidad y convicción para que Teruel, nuestra tierra, siga existiendo y tenga un futuro digno, el futuro que nos merecemos todos los turolenses. 

José Ramón Villanueva Herrero 

(Diario de Teruel, 4 julio 2005)

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