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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

JERUSALEM: VIVIENDAS CONTRA LA PAZ

JERUSALEM: VIVIENDAS CONTRA LA PAZ

    

     El pasado 9 de marzo, coincidiendo con la visita a Israel de Joe Biden, vicepresidente de los EE.UU., el Servicio de Planificación del distrito de Jerusalem anunciaba la construcción de 1.600 viviendas en el barrio de Ramat Shlomo, situado más allá de la Línea Verde, esto es, en el Jerusalem oriental árabe. Dos días más tarde, el diario Haaretz desvelaba los planes de la Municipalidad de Jerusalem para la construcción en años futuros de otras 50.000 viviendas ya que, ante la congelación de las edificaciones por parte de las autoridades hebreas en Cisjordania, había aumentado la presión para construir cada vez más viviendas en el distrito jerosolimitano. De hecho, la derecha política y los colonos judíos, contrarios al proceso de paz con los palestinos, no ocultan su intención de establecer un “Gran Jerusalem” a costa de expandirse hacia la zona este, esto es, hacia el sector árabe de la ciudad.

     Esta situación ha tenido inmediatas y muy negativas consecuencias en el complejo tablero político y diplomático de Oriente Medio. Tal es así que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha suspendido las negociaciones de paz con Israel que ahora se reiniciaban de forma indirecta con el apoyo de los EE.UU. y de la Liga Árabe. Este hecho ha supuesto, además, un nuevo desprestigio internacional para Israel pues la polémica decisión urbanística ha sido repudiada no sólo por el mundo árabe sino también por la ONU, la Unión Europea y lo que es toda una novedad, por su incondicional aliado norteamericano.

     Resulta importante señalar que la condena de los EE.UU. supone un cambio significativo en la relación histórica y estratégica que une a ambos países. Además del duro comunicado de repulsa hecho público por el mismo Biden, éste, en una conferencia pronunciada en la Universidad de Tel Aviv el pasado 11 de marzo, equiparaba como obstáculos para la paz, además del terrorismo islamista de Hezbolá y Hamas, a los ilegales asentamientos judíos al señalar que “Israel debe ser responsable  y saber cuáles son sus obligaciones en el proceso de paz. EE.UU. debe de seguir criticando cualquier gesto de ambas partes que suponga un problema para la negociación” pues, “a veces, sólo un amigo puede decir la verdad aunque sea dolorosa”.

     A esta condena se ha sumado toda una ola de protestas e indignación por parte del ciertamente debilitado campo de la izquierda pacifista israelí. De todo ello se hacía eco  el diario Haaretz en su edición del 11 de marzo en donde varios artículos de opinión incidían en este tema. Un periodista tan comprometido con la paz como Ari Shavit no dudaba en denunciar estos proyectos constructivos a los que calificaba como “grave error” en un momento en que la “coyuntura crítica” que vive Israel ante la amenaza nuclear iraní “no tiene precedentes” y cuando era más urgente que nunca el favorecer la alianza con los EE.UU. A ello, añadía, habría que sumar dos “problemas fundamentales”: la debilidad del Gobierno Netanyahu, cada vez más escorado a la derecha y rehén de los partidos ultraortodoxos como el SHAS, y la continuidad de la ocupación de los territorios palestinos. La conclusión de Shavit es demoledora al señalar que, “el presidente iraní Mahmoud Admadinejad no tiene hoy mejor aliado que la derecha israelí. Nadie está ayudando a los fanáticos chiítas más que los fanáticos judíos. Día tras día, los asentamientos de la Ribera Occidental sirven a las centrifugadoras de Natanz. Si el Israel sensato no despierta, será derrotado por la metástasis de la ocupación y la falta de capacidad del Gobierno”.

     En esta misma línea incidía Gideon Levy, uno de los más prestigiosos periodistas de Israel, siempre comprometido con la paz y en la denuncia de la “ceguera moral” de la sociedad hebrea ante los actos de guerra y ocupación, tal y como lo puso de manifiesto con sus duras críticas a la intervención del ejército de Israel (Tzahal) en la pasada invasión de Gaza. Levy, que califica a los asentamientos como “la empresa más criminal en la historia de Israel”, culpabilizaba directamente de la decisión de construir las polémicas viviendas en Jerusalem a Eli Yishai, ministro del Interior y dirigente del partido ortodoxo sefardí SHAS, a los que responsabilizaba de truncar una vez más las esperanzas de alcanzar algún día la paz en un momento en que, tal vez con excesivo optimismo, señalaba que “las conversaciones indirectas con los palestinos estaban en el aire, la paz estaba llamando a la puerta, y la ocupación llegando a su fin". La conclusión de Levy es que, como consecuencia de la crisis de las viviendas de Jerusalem, “América finalmente comprenderá que no pasará nada si no ejerce una presión real sobre Israel”. Ciertamente, ahí está la única (y última ?) posibilidad de reconducir un proceso de paz agónico. Ante la debilidad de la izquierda pacifista israelí, ante un gobierno de coalición hebreo controlado por la derecha intransigente y sin una voluntad real de lograr “la paz de los valientes” con la que soñaba el malogrado Yitzhak Rabin,  sólo una firme y continuada presión de los EE.UU. sobre Israel puede hacer posible que se den pasos decisivos hacia la paz. Y el primer paso, como señalaban Avi Issacharoff y Amos Harel, también desde las páginas de Haaretz, es que ni Washington ni tampoco la comunidad internacional (la Unión Europea incluida) permitan los proyectos de expansión urbanística israelíes en el Jerusalem Oriental.

     Igual de contundentes han sido las declaraciones de la organización activista de izquierda Ir Amim (Ciudad de las Naciones) fundada en 2004 y que se esfuerza por buscar una solución política para Jerusalem, razón por la cual defiende que ésta se convierta en capital de las dos naciones que coexisten sobre un mismo territorio: Israel y Palestina. Es por ello que Orly Noy, portavoz de Ir Amim, ha sido claro en esta polémica: “si se aplican los planes de construcción en Jerusalem oriental, no será posible resolver el conflicto israelo-palestino”.

     Confiemos en que Obama siga siendo una esperanza real para construir un  futuro en paz en Oriente Medio, igual que confiamos en que ello pasa también por el fortalecimiento de la izquierda política israelí dispuesta a hacer concesiones históricas y de los sectores palestinos moderados que sirvan de dique ante la marea del fundamentalismo islamista. Sólo así algún día, los hijos de Abraham, judíos y árabes, podrán vivir en paz en una tierra sobre la que se ha vertido tanta sangre inocente.

 

     José Ramón Villanueva Herrero

     (Diario de Teruel, 21 marzo 2010)

 

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