RABINOS Y DERECHOS HUMANOS
Durante el pasado año 2010 hemos constatado el doloroso naufragio (¿definitivo?) del proceso de paz entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Prueba de ello han sido un cúmulo de noticias negativas que han ido arrumbando la tímida esperanza de paz cuya llama parece apagarse por momentos: brutal represión israelí contra la Flotilla de la Libertad que pretendió llegar a la bloqueada Gaza, política de construcciones por parte de Israel en Jerusalem Este tras el fin de la moratoria que, temporalmente las había paralizado, todo ello unido a la creciente derechización del Gobierno y la sociedad israelí, con un Partido Laborista (Avodá) desnortado, con Meretz, el partido de la izquierda pacifista israelí cada vez más débil y con la ausencia de la necesaria presión política y diplomática de los EE.UU. y de Obama para forzar a Israel a asumir con valentía el rumbo hacia la paz justa y definitiva mediante las concesiones políticas y territoriales que ello comporta.
Por si fuera poco, en fechas recientes, se ha agitado en el siempre convulso Oriente Medio el espectro de los enfrentamientos religiosos como lo prueban los recientes atentados contra las comunidades cristianas de Irak y Egipto. Estos hechos nos plantean el papel ético que debe de tomar la religión, todas las religiones, a la hora de defender la paz y la justicia en estas tierras tantas veces ensangrentadas. Pienso por ello que sería deseable una mayor implicación y compromiso de la Iglesia Católica para trabajar a favor de la paz y la reconciliación en Eretz Israel, Palestina y el conjunto de Oriente Medio, al igual que, en el ámbito del Islam, también resulta indispensable que se dejen oír voces en esta misma dirección, que recojan lo mejor de la tradición musulmana y que frenen el creciente radicalismo islamista.
En este contexto, el mayor compromiso moral a favor de la paz corresponde a la parte más poderosa, al lado israelí, no sólo desde el campo de la política, sino también del religioso. De hecho, en ocasiones, encontramos pequeños gestos, testimonios sencillos, muy minoritarios, pero que nos reavivan de tanto desánimo. Este es el caso de la labor desarrollada por la asociación Rabinos por los Derechos Humanos (Rabbis for Human Rights, RHR, sus siglas en inglés).
Desde su fundación en 1988, RHR se ha convertido en la voz rabínica de la conciencia de Israel realizando campañas en apoyo de los derechos de las minorías drusas y beduinas existentes en Israel, y sobre todo en apoyo de los atropellos cometidos con la población palestina y los trabajadores extranjeros, promoviendo la igualdad de la mujer y otras actividades diversas, siempre con el objetivo de evitar la violación de los derechos humanos en Israel, denunciando éstos ante los tribunales y la opinión pública y presionando a las autoridades correspondientes para su reparación. De este modo, Rabinos por los Derechos Humanos (RHR), ha asumido un firme compromiso de denuncia de toda injusticia, rechazando cualquier “complicidad silenciosa” con la prepotencia de las autoridades israelíes y sobre todo de grupos ultraderechistas de colonos judíos para con la población palestina.
La labor de este grupo de rabinos procedentes de las distintas corrientes del judaísmo (conservadores, reformistas, liberales y restauracionistas), y que no se halla vinculado a ningún partido político, está impulsada por tres principios básicos: las obligaciones religiosas y éticas recogidas en las escrituras sagradas hebreas, su compromiso constitucional con los valores de la democracia y la justicia y, por último, porque, como judíos, saben muy bien lo que significa estar oprimidos a lo largo de la historia.
Por todo lo dicho, este grupo de rabinos ha denunciado continuamente la construcción del Muro levantado por Israel en Cisjordania, el bloqueo de Gaza, ha promovido junto con otras organizaciones israelíes y palestinas de Derechos Humanos campañas para suspender la expulsión de palestinos desde Cisjordania a Gaza, o la llevada a cabo junto con el partido Meretz, Voz Judía por la Paz y la Alianza para la Paz en Oriente Medio (ALLMEP) para poner fin a la destrucción por parte de la Administración de Tierras de Israel (ILA) de los poblados beduinos árabes existentes en la región de Neguev, cuyo momento álgido tuvo lugar en la aldea beduina de Al-Arakib, en julio del pasado año. De igual modo, RHR ha tenido una participación decidida en la defensa de las tierras palestinas de Cisjordania frente a las apropiaciones ilegales llevadas a cabo por los colonos judíos ultranacionalistas de los asentamientos allí existentes. En este sentido, el rabino Arik Ascherman, dirigente de los RHR, convertido en escudo humano para proteger a los palestinos, y por ello varias veces detenido y golpeado, fue quien promovió la recuperación de las tierras palestinas de la aldea de Qaryout a través de demandas legales interpuestas ante los tribunales de Israel.
La labor de RHR le valió la concesión del Premio de la Calidad de Vida en el campo de la mejora del Estado de Derecho y los valores democráticos, la protección de los Derechos Humanos y el fomento de la tolerancia y el respeto mutuo concedido por el Knesset, el Parlamento de Israel en 1993, y el Premio Anual de la Paz concedido en Japón por el Comité del Premio Niwano en reconocimiento a sus esfuerzos para promover la paz en un contexto interreligioso (2006). Como dijo Gunnar Stalsett, obispo luterano emérito de Oslo y Presidente del Comité Niwano en el acto de entrega del citado premio: “los rabinos se las han arreglado para reconstruir los hogares de los palestinos que el ejército israelí destruyó, ayudaron a los palestinos a mantener sus tierras, a recoger la cosecha de aceituna, a plantar, a proporcionarles más de 10.000 árboles para las tierras palestinas, y se han unido a otras organizaciones que se oponen al “Muro de Separación” que expropia tierras palestinas, separa a las personas de sus tierras y divide y rodea las ciudades y pueblos”.
Ciertamente, los Rabinos por los Derechos Humanos, con su labor y compromiso, son un gesto pequeño, pero que supone un rayo de esperanza para Eretz Israel y para Palestina. Como también tiene que ser esperanzador el compromiso asumido por varios países, entre ellos España, de reconocer oficialmente al Estado Palestino durante el presente 2011, un compromiso que resulta inaplazable después de tantos fracasos y decepciones acumulados a lo largo del nefasto año que acaba de concluir.
José Ramón Villanueva Herrero
(publicado en El Periódico de Aragón, 9 enero 2010)
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