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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

LA BANCA ÉTICA, UNA ALTERNATIVA

LA BANCA ÉTICA, UNA ALTERNATIVA

     

     Tan preocupante como la creciente agresividad de los intereses especulativos financieros, de la cada vez más evidente “dictadura de los mercados” sobre los gobiernos democráticos a la hora de fijar sus respectivas políticas económicas para hacer frente a la crisis global, resulta la deriva ideológica y la falta de una alternativa convincente por parte de los partidos socialdemócratas. Y es que estamos asistiendo al constante sacrificio ante la pira encendida por “los mercados” de nuestras políticas sociales, al  gradual e imparable deterioro, cuando no al desmantelamiento,  del Estado de Bienestar Social, el mayor logro de las políticas socialdemócratas, con la vana ilusión de “calmar” a los especuladores financieros, que cada vez exigen mayores sacrificios como si pretendieran hacer retroceder el reloj de la historia a las más negras etapas del siglo XIX por  lo que a los derechos laborales y sociales de los trabajadores se refiere.

     Mientras esto ocurre, la banca (privada) y sus intereses campan sin freno en medio del tsunami financiero que estamos sufriendo. Tal vez por ello, hoy más que nunca añoramos la falta de una banca pública estatal que sirviera, siquiera en parte, de dique de contención para que tanto los Estados como los ciudadanos pudiéramos hacer frente al embate insaciable de los mercados y facilitar a empresas y particulares créditos en mejores condiciones que las restrictivas, y en ocasiones abusivas, que ofrecen las entidades financieras privadas. Lamentablemente, por lo que a España se refiere, la banca pública fue desmantelada  en sucesivos procesos privatizadores  más que discutibles  lo cual ha creado un vacío  que, en las circunstancias actuales, resulta imposible de cubrir por el Instituto de Crédito Oficial (ICO).

     Así las cosas, se debería de recuperar la idea (imprescindible) en los programas económicos socialdemócratas de una nueva banca pública estatal. Igualmente, deberíamos de exigir una mayor implicación del Banco Central Europeo (BCE) a la hora de hacer frente a las maniobras especulativas que contra los Estados (en el caso de España es evidente) y también contra el euro están lanzando la creciente dictadura de los mercados. Tiempo atrás,  Tzvetan Todorov, Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales en 2008, ya nos advertía del peligro totalitario que se encerraba en las cada vez más poderosas políticas neoconservadoras, partidarias de un ultraliberalismo sin límites. De hecho, los acontecimientos recientes están confirmando los negros vaticinios de Todorov tanto en cuanto las políticas ultraliberales han puesto de rodillas a los estados democráticos convirtiéndose por ello en una auténtica amenaza para las sociedades democráticas por su excesiva “concentración de poder y por la limitación del bien común”,  unido a un  cierto “mesianismo” por parte de los mercados, como si éstos nunca pudieran equivocarse,  a la vez que la obsesión ultraliberal por supeditar todo al imperativo económico de lucro y beneficio sin límites.

     Ante esta situación, cada vez se hace más necesario impulsar las ideas de lo que ha dado en llamarse Banca Ética Ciudadana (BEC), un modelo alternativo de crédito que trata de rescatar el valor del dinero como instrumento de justicia y transformación social. Y es que la BEC, frente al precio de las cosas fijado por el mercado  a través de la oferta y la demanda, prioriza el valor social que debe tener el dinero, algo que siempre han despreciado los intereses del mercado.

     La alternativa que ofrece la BEC se sustenta en tres principios de gran calado ético. En primer lugar, considera que el crédito debe de estar al servicio de la justicia social, debe convertirse en un elemento transformador y, por ello, sus “clientes preferentes” serían: la cooperación al desarrollo de los países pobres, las acciones tendentes a la inserción social de colectivos en riesgo de exclusión (con intervenciones concretas en las necesidades de vivienda y trabajo, claves en todo proceso de inserción) y los proyectos de sensibilización medioambiental.

     En segundo lugar, la BEC se basa en el apoyo y participación de las redes sociales, en lo que algunos llaman “Tercer Sector”, esto es, las organizaciones de carácter no lucrativo comprometidas en luchar por un mundo más justo. De este modo, el eje central de esta nueva Banca Ética son las personas desfavorecidas y las personas que trabajan por ellas  y no la revalorización de las acciones o los dividendos.

     Finalmente, y como conclusión de lo anterior, la BEC se caracteriza por tener un carácter no lucrativo pero esta promoción mediante el crédito de sociedades más justas, no olvida por ello la necesidad de equilibrio entre ingresos y gastos, una gestión económica responsable o la inversión en modernización. Este es el camino emprendido por iniciativas como las de la Banca Popolare Etica en Italia, la Federación de Bancos Éticos y Alternativos o la Fets-Finançament Étic i Solidari en Cataluña.

     Poner coto a los desmanes de la dictadura de los mercados sobre nuestras vidas y haciendas es algo que compete a las políticas socialdemócratas y a los sindicatos de clase, y ello pasa por el restablecimiento de una Banca Pública, tanto a nivel estatal como de la Unión Europea, así como todas aquellas iniciativas que impulsen una Banca Ética Ciudadana socialmente responsable. Tal vez así recuperemos la esperanza como ciudadanos y los Estados la autonomía política y económica que les han arrebatado la dictadura de los mercados.

 

     José Ramón Villanueva Herrero

     (publicado en Diario de Teruel, 6 diciembre 2010 y El Periódico de Aragón, 7 diciembre 2010)

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