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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

CRISIS Y OBJETIVOS DEL MILENIO

CRISIS Y OBJETIVOS DEL MILENIO

      

      La crisis global está sembrando la zozobra en el panorama económico, político y social del Primer Mundo, pero todavía afecta con mayor intensidad a los países en vías de desarrollo. Ejemplo de ello es lo que está sucediendo con el ambicioso ideal de justicia y progreso que recogía la Declaración de Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), aprobada por la Asamblea General de la ONU en el año 2000, ratificada por 189 países, y que asumió el compromiso de erradicar el hambre en el mundo en el 2015. Y es que la crisis global está retardando, cuando no arruinando, el cumplimiento de la misma, tal y como se constató en la pasada Cumbre de revisión de los ODM celebrada en Nueva York los pasados días 20-22 de septiembre con la asistencia de los principales líderes políticos mundiales y en la cual se realizó un balance de los ODM a los diez años de su aprobación.

      Una lectura atenta del documento Podemos erradicar la pobreza en 2015 allí presentado, supone un detallado análisis de los avances, evolución y el futuro de los 8 puntales básicos sobre los que se sustentan los ODM y que son: erradicar la pobreza extrema y el hambre; enseñanza primaria universal; igualdad de sexos; reducir la mortalidad infantil; mejorar la salud materna; combatir el VIH/SIDA; frenar la pérdida de biodiversidad biológica y fomentar una alianza mundial para el desarrollo. Veamos algunos datos.

      En relación a la erradicación de la pobreza extrema y el hambre, el objetivo más afectado por los efectos de la crisis global, se pretendía reducir a la mitad el porcentaje de personas con ingresos inferiores a 1 $ /día. Sin embargo, según numerosos informes, tras la crisis hay en el mundo 215 millones más de pobres y, al finalizar 2010, 64 millones más se sumarán a quienes ya viven en la pobreza. En la lucha contra el hambre, si en el 2007 había 830 millones de personas desnutridas, la crisis ha aumentado su número en otros 41 millones de hambrientos. De hecho, según Olivier de Schutter, relator especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación, actualmente hay 100 millones de desnutridos más que en el año 2000 cuando se adoptaron los ODM.

      En cuanto a lograr la enseñanza primaria universal, se pretendía que en el 2015 todos los niños y niñas de mundo fuesen “capaces de completar un ciclo completo de enseñanza primaria” pero, a fecha de hoy, 70 millones de niños y niñas siguen sin escolarizar.

      La promoción de la igualdad entre géneros y la autonomía de la mujer ha tenido escasos avances, mientras que el objetivo de reducir la mortalidad infantil ha tenido mejores resultados pues ésta ha caído de 100 a 72 niños muertos por cada 1000 nacidos vivos. Pero, aunque UNICEF reconoce que la mortalidad infantil se ha reducido 1/3 desde 1990, todavía mueren cada año 9 millones de niños menores de 5 años.

      Lo mismo podemos decir de la mejora de la salud materna: si el objetivo era reducir un 75 % su tasa de mortalidad, ésta se reduce de una forma muy lenta pues 350.000 mujeres mueren cada año por complicaciones durante el embarazo o el parto y un millón de niños se quedan huérfanos anualmente.

      En cuanto al combate contra el VIH/SIDA, si el objetivo en el 2010 era lograr el acceso universal al tratamiento del VIH, aunque éste se ha multiplicado por 10 en sólo 5 años en los países de renta baja y media, no debemos olvidar que esta enfermedad sigue causando 5.500 muertos cada día.

      En materia medioambiental, se pretendía “incorporar los principios del desarrollo sostenible en las políticas y los programas nacionales”, así como “frenar la pérdida de biodiversidad biológica”, se ha logrado que, desde 1990, 1.200 millones de personas han tenido el acceso al agua potable, pero todavía no disponen  de ella 884 millones y otros 2.600 carecen de servicios de saneamiento.

      Finalmente, el último objetivo tendente a fomentar una Asociación Mundial para el Desarrollo, uno de los más ambiciosos y al único al cual no se le han fijado plazos, también ha sido muy sensible a los efectos de la crisis. De este modo, la proporción de ayuda oficial al desarrollo sigue siendo del 0,31 %, muy por debajo del 0,7 %, acordado por la ONU y que sólo han alcanzado 5 países donantes. Además, muchos países, también España, han reducido los fondos de Ayuda al Desarrollo, cantidades actualmente muy inferiores a las fijadas por los ODM para 2010.

      La conclusión de todo ello resulta obvia: los ODM son alcanzables a pesar de que el progreso en cada uno de estos 8 objetivos no ha sido uniforme tal y como recogía el Boletín de la ONU de marzo de 2010 debido a tres causas: compromisos incumplidos, recursos inadecuados y falta de la necesaria atención y responsabilidad, achacables en parte a la crisis global. Consecuentemente, la ONU insta a todos los países firmantes a cumplir los compromisos de financiación asumidos para el desarrollo de los ODM dado que éstos han quedado en papel mojado tanto por parte de los estados firmantes como por los acuerdos aprobados en las cumbres del G-8 y del G-20.

       Tal vez sea el momento de desarrollar estrategias financieras innovadoras para logar los recursos que la crisis ha aminorado. Interesante resulta la propuesta del Presidente Zapatero de instaurar una tasa sobre las transacciones financieras internacionales,  la conocida como “tasa Tobin”, la cual se destinaría a luchar contra el hambre y la miseria en el mundo, propuesta que Sarkozy se ha comprometido a impulsar cuando en el 2011 Francia asuma la presidencia del G-8. Por su parte, el G-20, parece optar por una tasa sobre el transporte aéreo y marítimo destinada a tal fin.

      En este contexto, adquieren especial significado las palabras de Ban-Ki-Moon, secretario general de la ONU al señalar que “no podemos fallar a los miles de personas de que la comunidad internacional cumpla la promesa de la Declaración del Milenio para un mundo mejor”, máxime teniendo en cuenta que “nuestro mundo cuenta con los conocimientos y los recursos necesarios para alcanzar los ODM” a la vez que nos advierte que, “si fracasamos, las amenazas del mundo –inestabilidad, violencia, enfermedades endémicas, degradación del medio ambiente, aumento de la poblaciones desplazadas- se multiplicarán”, lo cual supondría un fracaso inaceptable a nivel moral y práctico. Y eso es lo que hay que evitar.

 

      José Ramón Villanueva Herrero

      (publicado en El Periódico de Aragón, 26 diciembre 2010)

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