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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

UNA TEOLOGÍA INDIGNADA

UNA TEOLOGÍA INDIGNADA

 

      A las reacciones y protestas de partidos, sindicatos y movimientos sociales ante la brutalidad de las imposiciones neoliberales en la actual crisis global, también la teología de signo progresista ha dejado oír su voz.  Así, Leonardo Boff, uno de los principales exponentes de la teología de la liberación, ya  advertía de la magnitud de una crisis que no era coyuntural sino estructural, fruto de una falta de ética y de una codicia financiera desmedida, fomentada por un capitalismo de una voracidad insaciable. Las consecuencias sociales, recordaba Boff, pesaban de forma abusiva sobre los sectores más débiles de la sociedad, con el agravante de que la crisis ha hecho fracasar en gran medida el ambicioso plan  de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) que pretendía reducir a la mitad la pobreza en el mundo para el año 2015 y lo mismo podemos decir en relación al Protocolo de Kyoto o  a los decepcionantes resultados de la XVII Cumbre de la ONU sobre el Cambio Climático de  Durban. Toda esta situación resulta especialmente escandalosa pues, si lamentablemente se han ido estrangulando a nivel mundial estos proyectos que afectan a la Humanidad en su conjunto, los gobiernos, excepción hecha de Islandia,  no han dudado  en invertir grandes cantidades de dinero  para “salvar” a los bancos.

     Tras el estallido de rebeldía cívica que supuso la irrupción del Movimiento 15-M,  José Ignacio González Faus, destacado teólogo  progresista español, señalaba que “el capitalismo global es incompatible con la democracia” y, consecuentemente, hacía suyas las afirmaciones de Boaventura de Sousa Santos que denuncian la existencia, de facto, de un “fascismo económico” aunque maquillado  de  democracia formal… pero sometida a la dictadura de los mercados. Igualmente, González Faus criticaba la falta de comportamientos éticos en determinados ámbitos de la clase política, y citaba  como ejemplos, además de la corrupción, los escandalosos sueldos (suma de pensiones parlamentarias y emolumentos recibidos de grandes empresas) en el caso de los expresidentes Felipe González y José María Aznar. En contraposición con estas situaciones, González Faus instaba a construir lo que Ignacio Ellacuría,  jesuita asesinado  en El Salvador en 1989, llamaba “una civilización de la sobriedad compartida”.

     En vísperas de la pasada huelga general del 29 de marzo, José Algora, obispo de Ciudad Real y anteriormente de Teruel, publicaba un texto titulado A vueltas con la reforma, y que suponía una contundente crítica hacia la reforma laboral del Gobierno de Rajoy. Algora dejaba claro  su rechazo a una ley “que rebaja claramente los derechos de los trabajadores respecto a situaciones anteriores” a la vez que denunciaba que en nuestra democracia formal los perdedores “son los mismos y siempre los más débiles”. Por ello, tras rechazar el que  las políticas conservadoras recurran a “usos del pasado que trajeron tanta injusticia y explotación a los trabajadores”, planteaba la necesidad de buscar otras alternativas para construir “un tejido social compacto y fuerte” que haga  “personas y países fuertes para soportar las inclemencias de las coyunturas históricas”.

     Si esto ocurría en España,  esta ola de “indignación teológica” frente a la crisis, también se ha sumado  desde una perspectiva internacional, el Consejo Pontificio Justicia y Paz, el cual, en octubre de 2011 publicó un extenso documento titulado Por una reforma del sistema financiero y monetario internacional en la perspectiva de una autoridad pública con competencia mundial en el que se critica el “liberalismo económico sin reglas y supervisión”, la “ideología de la tecnocracia”, a la vez que denuncia los comportamientos carentes de ética (egoísmo, codicia colectiva o el acaparamiento de bienes a gran escala) que han potenciado la crisis. Interesante resulta la idea de crear una “Autoridad política mundial”, una especie de “Gobierno de la globalización” con competencias en materias tales como: paz y seguridad; desarme y control de armamentos; promoción y tutela de los derechos fundamentales básicos; gobierno de la economía y políticas de desarrollo; gestión de los flujos migratorios y la seguridad alimentaria y también la tutela del medio ambiente. Esta Autoridad política mundial, supondría, en definitiva, reforzar el papel de la ONU tendente a lograr la “justicia social global” y así embridar la actual hegemonía de los poderes económicos, de los mercados sobre los gobiernos y Estados mediante el impulso  de una serie de políticas financieras y monetarias que no dañen a los países pobres, que tengan carácter vinculante y se basen en la lógica de la subsidiariedad y en el principio de solidaridad. Sólo así, priorizando el “bien común mundial” que trasciende a los intereses nacionales, ajeno a toda tentación paternalista o hegemónica, se podrá avanzar hacia una ansiada justicia social global.

     Además, Justicia y Paz pide una profunda reforma del sistema financiero y monetario internacional mediante una serie de medidas concretas como la creación de un Banco Central Mundial que regule el flujo y el sistema de intercambios monetarios; la potenciación del papel del Banco Central Europeo y el establecimiento de una imposición fiscal a las transacciones financieras internacionales. También propone la recapitalización de los bancos, “incluso con fondos públicos”, pero condicionada al desarrollo de comportamientos “virtuosos” que reactiven la economía “real”.

     A modo de conclusión, esta visión teológica de la actual crisis señala que, “en un mundo en vías de una rápida globalización, remitirse a una Autoridad mundial llega a ser el único horizonte compatible con las nuevas realidades de nuestro tiempo y con las necesidades de la especie humana”. Y es verdad, pues de lo contrario, la humanidad puede adentrarse por los abismos de la Gran Recesión, del aumento insultante de las desigualdades sociales y el riesgo de un colapso ecológico.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(publicado en Diario de Teruel, 3 abril 2012 y El Periódico de Aragón, 9 abril 2012)

1 comentario

MIS VIAJES -

Vamos cada vez peor, creo que es poco viable visto el resto de los organismos internacionales, pero me parece que vas por buen camino, hay que hacer propuestas positivas y dejar de quejarnos a lo tonto.