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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

Socialismo

COMUNICADO DE LA ASAMBLEA DE MILITANTES DEL PSOE DE ARAGÓN

COMUNICADO DE LA ASAMBLEA DE MILITANTES DEL PSOE DE ARAGÓN

     En el día de hoy,  cerca de 150 militantes del PSOE, se han concentrado a las puertas del PSOE de Aragón, atendiendo a la convocatoria  de asamblea, que diversos colectivos, plataformas, agrupaciones socialistas, y militantes de base, habían realizado.

    El orden del día de la asamblea era analizar la situación actual del partido, tras las últimas elecciones, generales. La Asamblea no se ha podido realizar, al encontrarnos con que la sede del Partido había sido cerrada, por órdenes de la Secretaría de Organización Regional del PSOE.

    Ante estos hechos los militantes de base, optaron por reunirse en un bar, forzados por la situación, y realizar un debate sobre éstos hechos. Entre los asistentes a la fallida Asamblea, se encontraban miembros de Nuevo Socialismo, Sexto Espacio, Izquierda Socialista, y del Taller de las Izquierdas, así como afiliados de Huesca, y de la Agrupación de Alcañiz (Teruel), así como afiliados de todas las agrupaciones locales de Zaragoza, siendo destacada en el caso de la Agrupación de San José, queremos manifestar lo siguiente:

    1º) El malestar e indignación de los militantes, ante la decisión de cerrar la sede para evitar la Asamblea, por parte de la dirección del partido, es absoluto. Consideramos que los hechos son de una gravedad extraordinaria, por lo que suponen de conculcación de derechos fundamentales, reconocidos en la Constitución española, como es el derecho de reunión.

    2º) El malestar con las diversas direcciones del Partido, tanto provinciales como regional, y federal,  tras los resultados obtenidos por el partido el 20N, ha quedado superado por el estupor que esta decisión supone, y que no cabe calificar como un CERROJAZO de la dirección a los militantes.

    3º) Queremos recordar, que tras las elecciones municipales y autonómicas y la clara derrota que supusieron, y ahora con la derrota del 20N, los militantes del Partido, no han podido realizar acto alguno, en el cual se haya dado, ni gestión, ni explicación alguna en comparecencia pública y abierta a un debate con los militantes, por tanto estamos ante un Partido huérfano de debate, después de una doble y estrepitosa derrota, sin paliativos , ni precedentes en la historia del socialismo español, aragonés y zaragozano de los últimos 30 años.

    4º) Además de factores claramente vinculados a la crisis económica, y de características internacionales, o presiones de mercado, que condicionan claramente la acción institucional, y que favorecen un desgaste del Gobierno, los ciudadanos han dado un claro mensaje al PSOE en el sentido de que es necesaria  una apertura del Partido, tanto a la sociedad, como a los militantes. En lugar de atender al clamor general de los militantes, y simpatizantes que piden esa apertura, nos encontramos con una dirección que lo que hace es todo lo contrario de lo que le reclaman los ciudadanos, y militantes, se cierran más todavía los escasos mecanismos democráticos de que dispone el PSOE. Ese mecanismo supremo, es la Asamblea abierta, sin etiquetas, ni liderazgos de ninguna corriente, grupo, agrupación o plataforma interna, simplemente, un debate abierto, entre los militantes de todos los colores, que reflexionan de forma democrática, serena y consciente de la responsabilidad del momento, para tratar de buscar las causas, los fallos, las recomendaciones, etc. En una palabra tratar de mejorar el Partido por la vía de la democracia interna, sin tutelas, ni cargos a repartir, pedimos y por eso se convocó la Asamblea, un debate sin la mediación del interés a corto plazo, de la lucha interna por el poder, sino de la conexión con el pueblo, y comprensión de los graves problemas que padecemos, para ordenar un debate, que permita profundizar tanto en los problemas, como que incorpore la necesaria participación de aquellos que son agentes principales del Partido, de los militantes, la Asamblea, tenía por objetivo, DAR LA PALABRA, a la gente común, procedente de todos los barrios de Zaragoza, y de las diferentes provincias, para hacer una radiografía de la situación actual y realista.

    5º) A los llamados y discursos que hemos oído en la noche del 20 N trasladando por parte de la dirección, una necesaria unidad y cohesión interna, nosotros oponemos el modelo de los socialistas franceses, que de forma ejemplar, en fechas muy recientes, han sabido corregir el rumbo, aprendiendo de sus errores, y han dado la palabra no solo a militantes, sino también a simpatizantes del Partido, por la vía de unas primarias modélicas, con una participación de 2 millones de franceses, incluso pagando 1 euro por votar.

    6º) La posición de la mayoría silenciosa, que representa la sufrida militancia del PSOE, tratando de evitar debates antes de las elecciones, precisamente para no desgastar al Partido, y que ha tenido como referente la prudencia, a pesar de darse de baja nada menos, que la escalofriante cifra de un 65 % de los militantes del Partido en Zaragoza capital, se opone la posición inmovilista de una dirección, que lejos de utilizar la diplomacia y la negociación, ha forzado una innecesaria posición de fuerza, desafiando precisamente a aquellos que no solo les han votado y elegido, sino que además son los depositarios de la soberanía máxima, pues son los militantes, quienes tendrán que votar a la nueva dirección. Ha sido desde esa prudencia, paciencia y disciplina interna, desde la que se han dado demoras a las convocatorias, para esperar a que pasaran las elecciones, pero una vez finalizado el proceso electoral, y coincidiendo con la apertura ya de un nuevo proceso congresual, los militantes no solo tienen el derecho, sino la obligación de ejercer el derecho, tanto a la libertad de expresión, como de reunirse para debatir las propuestas que se han de llevar  a cabo en el futuro más próximo.

    7º) La militancia, consideramos que debe recuperarse el Partido, que actualmente el principal problema consiste en que NO hay partido, sino una mera élite de cargos públicos, que desde la dirección del partido, tratan de blindar su posición mayoritaria, con el agravante de que no se da gestión desde hace años, sobre su actividad pública tanto en las instituciones, como en el Partido.

    8º)  Los militantes de Huesca, han confirmado que de forma subrepticia, también se han intentado convocar a los militantes para debatir la situación, y con otras fórmulas, más sibilinas, también se han puesto en marcha maniobras por parte de la dirección para evitar los debates, y han coincidido con los afiliados de Zaragoza en que la sensación de cerrar el paso por parte de la dirección en Huesca, al libre debate es de las mismas proporciones. Se da el caso referido por uno de los asistentes que incluso ha habido amenazas e insultos, por no participar en la campaña electoral, a la hora de ensobrar la propaganda electoral.

    9º) Por parte de Alcañiz (Teruel), se ha recordado la situación extrema de la agrupación, en la cual hubo primarias, que gano el anterior Comité Local, que a raíz de estos resultados, que no fueron del agrado de la dirección provincial y regional, se disolvió la agrupación, formando una gestora, y que se abrieron 7 expedientes disciplinarios, incluso a un senador, por manifestar su desacuerdo con los criterios de la dirección. La actual dirección del PSOE turolense, desacreditada por los sucesivos fracasos electorales y por haber vulnerado reiteradamente la democracia interna y la voluntad mayoritaria de los socialistas alcañizanos,  es la que ahora demanda, sin ninguna credibilidad por su parte, que hay que “cambiar el partido para hacerlo más participativo”, algo que, los hechos lo demuestran, nunca han permitido y por lo que han sido acosados y expedientados todos aquellos militantes que han tenido el coraje de manifestar posiciones críticas con las imposiciones de la dirección provincial socialista.

    Finalmente consideramos que ir a nuestra casa, que es el Partido, y encontrarla cerrada, provoca unos sentimientos de impotencia y frustración, que lejos de activar la militancia y la ilusión por la recuperación de un programa común, y de unir a los socialistas en estos difíciles momentos, provoca una sensación de utilización de la militancia, única y exclusivamente para el interés y el favor de la adquisición del poder por parte de una casta, que pretende mantenerse al margen de la crítica y la labor colectiva, que es lo que es y así está reconocido por la Constitución un partido político. Como dice la Carta Magna, los partidos políticos son pilares de la democracia, por tanto, aquellos que osen desafiar a la democracia, utilizando maniobras de interés personal, manejando el poder en su favor personal, están condenados a su autoexclusión, pues no es admisible en democracia, el autoritarismo, en que parecen quererse instalar aquellos que han dejado en la calle a los únicos y supremos dueños del Partido, sus militantes, que son la base del socialismo de Pablo Iglesias, y olvidan que al final los militantes decidirán a quien dejan en la calle con su voto en los próximos congresos, pronto lo verán.

 Zaragoza a 22 de Noviembre de 2011

 

 

 

 

EN RECUERDO DE OLOF PALME

EN RECUERDO DE OLOF PALME

 

     Abducidos  por la crisis, en estos tiempos de naufragios y renuncias de la socialdemocracia en la práctica totalidad de los países europeos, hay políticos cuya memoria emerge con fuerza y  su legado político trasciende fronteras. Este es el caso de Olof Palme (1927-1986), el carismático político socialdemócrata sueco de cuyo asesinato se ha cumplido este año el 25º aniversario y que sigue siendo un símbolo para todos quienes seguimos apostando por la utopía del progreso y la justicia social, sin que por ello dejemos de ser conscientes  de la realidad diaria, tantas veces adversa, que es necesario transformar. Y es que Olof Palme siempre insistía en la necesidad de la utopía en el trabajo político cotidiano para que el reformismo socialdemócrata no se convirtiese  en un mero gestor del sistema sin plantearse su transformación. De hecho, y ello resulta muy actual en el momento presente, Palme ya nos advertía en su tiempo de que “las fuerzas del mercado dirigirán  esta sociedad con mano de hierro” a no ser que la socialdemocracia practicase  lo que él llamaba “una política de bienestar constructiva”, avanzando gradualmente en la extensión y prestaciones del Estado del Bienestar, “porque uno tiene que agarrar la realidad por algún sitio  para poder transformarla”, oponiéndose de este modo con firmeza a cualquier reforma que supusiera un retroceso en los derechos laborales o sociales logrados con tanto esfuerzo.

     La lección y el mensaje de Palme adquieren especial actualidad en estos tiempos para la desnortada socialdemocracia europea. Por ello, su pensamiento nos insta a recuperar los ideales y los valores propios de la socialdemocracia clásica: igualdad, justicia social, las cuales debían de superar fronteras con arreglo a una permanente solidaridad internacionalista, unido a la defensa del medio ambiente y del pacifismo. Para todo ello, era, y es,  fundamental  la cooperación constante entre la socialdemocracia y el movimiento sindical para avanzar no sólo en la política salarial y el diálogo social, sino, también, dar pasos decididos en la democratización de la vida económica y de las empresas. Con especial orgullo, recordaba que “fue la socialdemocracia, en país tras país, la que tuvo que conquistar los derechos humanos fundamentales y los derechos sindicales en lucha contra las clases dominantes de la sociedad burguesa”, una tarea, que hoy, resulta más necesaria que nunca continuar en unión de todas las fuerzas políticas y movimientos sociales de signo progresista.

     Olof Palme siempre fue un firme defensor del Estado del Bienestar, tan zarandeado por las políticas neoliberales alentadas al socaire de la crisis global y, ya en 1984, advertía de que “los conservadores atacan la idea misma de la sociedad del bienestar, la idea de que el bienestar del individuo depende de la comunidad”, ideas éstas que las políticas conservadoras nunca han aceptado por motivos ideológicos y políticos, escudándose en su defensa de un liberalismo a ultranza, lo cual les lleva a sacralizar el “mercado”, en la misma medida que denostan la intervención reguladora de los poderes públicos en aras a su lucha contra las diferencias sociales y a favor de las políticas de igualdad. Es por ello que Palme incidía tanto en la necesidad de extender el sector público estatal, pues lo consideraba esencial para el buen funcionamiento de una economía avanzada y, por ello, en el caso español, añoramos la existencia, en las circunstancias actuales, de una potente Banca Pública que generase un crédito rápido y barato para propiciar la reactivación económica, o la de un sector público industrial, pues ambos fueron desmantelados por razones más que cuestionables.

     Dado que el nudo gordiano de la situación actual es la política económica, cuyo enfoque y gestión acertada no sólo nos afecta a nosotros, sino también a las generaciones futuras, Palme le recordaba a Felipe González, allá por el año 1985 los objetivos que, desde una visión socialdemócrata avanzada, debía ésta de tener, objetivos de total y absoluta vigencia en los tiempos que vivimos: “una política económica que garantice el crecimiento al mismo tiempo que mantenemos el empleo, defendemos las conquistas sociales, profundizamos en la democracia económica y defendemos nuestro medio ambiente”, todo un legado para enarbolar con tenacidad ante la actual dictadura de los mercados que imponen sus medidas e intereses ante los gobiernos democráticamente elegidos, razón por la cual algunos pensadores no dudan en señalar, y razón no les falta, que estamos sufriendo un auténtico “fascismo económico” que ha degradado de forma preocupante la calidad democrática de nuestra sociedad, los valores sobre los que se sustenta nuestra democracia representativa

     Por ello, es tan importante estar atento a las principales demandas que legitiman la indignación de una parte considerable de nuestra ciudadanía, de amplios sectores de la juventud, de los parados, jubilados y otros sectores sociales especialmente azotados por la crisis y que se nuclean en torno al Movimiento 15-M. También en este sentido, Palme, ya apuntaba caminos para avanzar hacia una democracia real en cualquier sociedad que pretenda abrir horizontes de progreso y justicia social,  pues consideraba que, “la condición indispensable para llevar hacia delante el desarrollo es la existencia de ciudadanos conscientes, críticos y activos. Y hasta que el individuo, con todas sus particularidades y sus sueños, no pueda influir en la toma de decisiones, la democracia no podrá echar raíces firmes y no podrá construirse una sociedad donde reinen la armonía y la justicia”.

     Este es el legado que, ahora, a los 25 años de su asesinato, nos dejó Olof Palme, un hombre  honesto, sencillo y coherente  al que el poder nunca lo cambió porque, como él mismo decía, “para que no se le embote a uno la humanidad, es necesario tener el coraje de salir del bunker del Gobierno y, como cualquier persona corriente, irse una tarde al cine, y caminar por la calle encharcada de nieve hacia el Metro”.  Y así fue: Palme, Primer Ministro de Suecia, fue asesinado el 28 de febrero de 1986, cuando salía, como un ciudadano más, de un cine de Estocolmo. No llevaba escolta.

     En estos tiempos de desánimo y desconcierto, es más necesario que nunca el recuperar la fuerza de las ideas, de la utopía, pues, como Palme recordaba, “sin esperanza, no hay prisión tan abrumadora como el futuro”.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(publicado en: El Periódico de Aragón y Diario de Teruel, 20 noviembre 2011)

 

 

TRAS LA TEMPESTAD

TRAS LA TEMPESTAD

    Los resultados de las elecciones del pasado 22 de mayo, han supuesto un auténtico “tsunami popular”, en expresión de Miguel Ángel Revilla, el todavía presidente de Cantabria, cuyos efectos han ocasionado un verdadero cataclismo electoral para el PSOE, una tempestad que ha arrasado, salvo contadas excepciones, con todas las parcelas de poder local y autonómico hasta entonces regidas por los socialistas.

     La derrota electoral era previsible, no tanto la magnitud que alcanzó la tempestad que tanto ha zarandeado el barco socialista amenazándolo con un grave naufragio. Se podrá decir que el desastre ha sido consecuencia  de la crisis económica, y es verdad, como también lo es que el Gobierno socialista ha sido incapaz de ofrecer una salida socialdemócrata a la crisis mucho mas justa, solidaria y progresista que el camino de ajuste neoliberal que le ha sido impuesto desde el exterior…y que ha aceptado disciplinadamente, con el consiguiente desconcierto primero y creciente indignación, después, de las bases sociales y electorales socialistas.

     Pero no sólo eso: el problema es mucho más profundo pues estos comicios han castigado de forma contundente el giro a la derecha del Gobierno del PSOE, desde que un nefasto 12 de mayo de 2010, Zapatero anunciara en el Congreso unas medidas de ajuste económico alegando la inaplazable necesidad de realizar “un esfuerzo nacional, colectivo y justificado” para salir de la crisis, asumiendo de éste modo dócilmente las imposición de medidas neoliberales, totalmente contrarias al ideario socialdemócrata.  El sociólogo Marcos Roitman señalaba recientemente que era inaceptable el que “la crisis que la han generado los de siempre, quieren que la paguemos los de siempre”. Y ese es el problema de fondo: el constatar que la crisis ha desbordado a la política, los mercados han robado no sólo nuestros recursos, sino también la soberanía popular, los especuladores han logrado desestructurar a las fuerzas políticas de la izquierda. Todo ello explicaría el derrumbe electoral del PSOE: no ha sido un problema de “comunicación”, sino de rechazo a una política económica equivocada, injusta y antisocial que no sólo ha dejado inoperantes los ideales socialdemócratas, sino que, como consecuencia, ha abierto las puertas a una derecha dispuesta a aplicar nuevas medidas de ajuste y privatización de los servicios públicos.

     Tiene razón Pepe Blanco, cuando, tras el desastre electoral señalaba que “no es el momento para  lamentarse, sino para levantarse”. Es cierto: algunos dirigentes, deberían de asumir su responsabilidad ante semejante catástrofe electoral, levantarse de su puesto…y dimitir. Sería algo que, como ha hecho la Ejecutiva de ERC, les honraría. De lo contrario, y recordando casos como el fiasco ocurrido en Alcañiz, en donde el aparato provincial socialista  impuso una lista electoral que no contaba con la legitimación democrática que le hubiera conferido el apoyo mayoritario de la militancia alcañizana, ha llegado el momento de exigir las responsabilidades políticas correspondientes.

     Así las cosas, tras la tempestad, el barco socialista debe de marcar un nuevo rumbo, el cual sólo puede ser fijado por dos claras coordenadas: un imprescindible y urgente giro a la izquierda de sus políticas, y un aumento de la democracia interna en el partido ampliando los cauces de participación y respetando la voluntad de su militancia…aunque sea contraria a los intereses del “aparato”.

     En cuanto al giro a la izquierda, la crisis de la socialdemocracia exige que ésta redefina su función, recupere sus valores, y asuma con valentía su papel para volver a liderar un modelo sostenible que suponga una alternativa efectiva a la ofensiva neoliberal en campos clave como el financiero, el fiscal y el social. En este sentido, resulta necesario, como señalaban recientemente Iñaki Gabilondo, y también Santiago Carrillo, reorganizar  (o refundar) los partidos de izquierda para que sean capaces de ofrecer una salida social a la crisis, como también lo es que, en ese camino, habrá que tener muy en cuenta a fenómenos tan interesantes como Movimiento 15-M tanto en cuanto tienen de valioso como regeneradores de nuestra democracia y abanderados de las demandas y propuestas de progreso social de amplias capas de la ciudadanía, que, como los jóvenes, no se sienten representados por los partidos convencionales, convertidos en máquinas electorales y en “empresas de poder”. Y es que, como se señalaba en el célebre Manifiesto de los economistas aterrados promovido por la AFEP (Association Française d’Economie Politique) de septiembre de 2010, “a medida que se hagan evidentes las consecuencias desastrosas de las políticas adoptadas hoy, aumentará por toda Europa el debate sobre las alternativas”. Y así ha sido, tal y como lo ha puesto de manifiesto la expansión del movimiento de los “Indignados” y de “Democracia real ya”.

     La segunda coordenada que debe seguir el barco socialista es la de profundizar en su democracia interna, tal y como se contempla en el artículo 6º de nuestra Constitución. Resulta evidente que hay que fomentar medidas tales como la implantación de primarias (el mejor proceso de legitimación democrática) a la hora de elegir los candidatos idóneos en los distintos niveles de representación orgánica o institucional, las listas abiertas o la limitación de mandatos. En definitiva, medidas que fomenten la participación y la capacidad de decisión de los militantes (e incluso de los simpatizantes) reduciendo el poder, muchas veces excesivo, de los “aparatos” partidarios, siempre tendentes a autoperpetuarse, y que con frecuencia recurren a prácticas opacas, al clientelismo y a la “dedocracia”, nefasto sucedáneo de una auténtica democracia en la vida orgánica partidaria. Sólo con una mayor transparencia y participación efectiva, se lograría interesar por la política a amplios sectores que se muestran desafectos con el funcionamiento de los partidos actuales y, de este modo acabar con el creciente distanciamiento entre éstos y una realidad social cambiante, con unos colectivos que han tenido el coraje de dar un paso adelante y plantear toda una batería de propuestas y alternativas tendentes a la necesaria regeneración de la práctica política democrática.

     En este momento, cuando tanto se habla de la necesidad de celebrar primarias o tal vez un Congreso extraordinario como propuso Patxi López puesto que “hay que definir una nueva propuesta y una nueva orientación”, lo cierto es que son necesarias ambas cosas, tal y como señalaba Paco Gracia en su  excelente artículo “Primarias o Congreso: ¿por qué no las dos cosas?”. Y es que, tras la tempestad, y volviendo al símil náutico, el problema no es sólo qué capitán es el más idóneo para pilotar el barco socialista, sino cuál es el rumbo que éste debe tomar para llegar a buen puerto.

     Como señalaba Willy Brandt, “las derrotas forjan, con tal de que no sean demasiadas” y, por ello, tras la tempestad, habrá que asumir los pasados errores para cambiar el rumbo político de la socialdemocracia, porque,  de no hacerlo, la singladura de la nave socialista podría acabar en un naufragio definitivo y ello sería no sólo trágico para un partido de la historia del PSOE, sino también para nuestra democracia.

 

     José Ramón Villanueva Herrero

     (publicado en Diario de Teruel, 1 junio 2011)

 

EN RECUERDO DE RAMÓN LAMONEDA

EN RECUERDO DE RAMÓN LAMONEDA

        El 27 de febrero de 1971,  hace ahora 40 años, moría en la ciudad de México, Ramón Lamoneda Fernández, el último secretario general del PSOE elegido en la España republicana y destacado dirigente del sector negrinista del socialismo español.
     Ramón Lamoneda (1892-1971), había emigrado con su familia a Madrid desde su Jaén natal en 1904 y empezó a trabajar como aprendiz de imprenta, integrándose al poco en la Federación de Artes Gráficas de la UGT, la histórica cantera de dirigentes obreros del socialismo español tales como, además del mismo Pablo Iglesias, de García Quejido, Andrés Saborit  o el aragonés Bernardo Aladrén. Su intensa labor sindical hizo que en 1920 fuese ya miembro de la Comisión Ejecutiva de UGT y más tarde elegido presidente de dicha Federación.
     Como militante del PSOE, quedó impactado por las transformaciones sociales ocurridas tras el triunfo de la revolución rusa de 1917 y por ello se adscribió a la “facción tercerista”, con la cual se escindió para fundar el nuevo Partido Comunista Obrero Español (1921) aunque pocos años después,  retornó al PSOE.
     Durante la II República, fue elegido diputado socialista por Granada (1933), Secretario General del Grupo Socialista en las Cortes y, tras dimitir Largo Caballero en 1935 como Secretario General del PSOE, pasó Lamoneda a ocupar dicho cargo.
     La evolución de la República burguesa y el incumplimiento por parte de ésta de las expectativas populares en materia social, le produjeron una profunda decepción.  Con frecuencia recordaba Lamoneda  que el artículo 46 de la Constitución republicana decía que ésta “asegurará a todo trabajador las condiciones necesaria de una existencia digna” y, sin embargo, “seguían caminando descalzos los campesinos de la Alpujarra, seguía pegando la Guardia Civil”. Esta decepción le llevó a apoyar la insurrección de Asturias de octubre de 1934 para evitar la entrada en el Gobierno de la CEDA de Gil Robles al cual consideraba como “el fascismo vaticanista”. Triunfante el Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, Lamoneda, decidido partidario de la unidad de la clase obrera, llegó a ocupar en representación del PSOE el cargo de Secretario del Comité Nacional frentepopulista.
     Durante el tiempo en que Lamoneda fue secretario general del PSOE, como señala Amaro del Rosal, “se realizaron los mayores esfuerzos por la unidad de los partidos de clase”, es decir, el PSOE y el PCE. Este fue el caso de la unificación de las ramas juveniles de ambos partidos en las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) (marzo 1936) y, ya durante la guerra civil, la firma del Programa de acción conjunta PCE-PSOE del 17 de agosto de 1937, el cual se convirtió en un instrumento fundamental para articular la lucha de la República contra el embate fascista. Igualmente, Lamoneda, frente al derrotismo de Prieto, apoyó decididamente la política del Gobierno del presidente socialista Juan Negrín pues resultaba obvio que el único camino posible era el de reforzar la resistencia republicana a ultranza, al igual que era vital contar con el apoyo de la URSS ante el abandono en que las democracias habían dejado a la República, “esos países adormecidos con la ilusión de poder saciar el apetito del ogro nazifascista”, en expresión de Lamoneda.
     Por ello, Lamoneda y el sector negrinista del PSOE se opusieron al golpe del coronel Casado (5 marzo 1939) que acabó con las últimas esperanzas de resistencia republicana. La actuación de la Junta de “Rendición” casadista, que no de Defensa, tal y como la calificó Lamoneda, supuso un “movimiento alimentado por forcejeos partidistas realmente suicidas y por ilusiones de clemencia totalmente ingenuas”, lo cual propició “una traición generadora de una catástrofe”.
     Tras la derrota, emprendió el penoso camino del exilio y México se convirtió en la tierra de acogida para Lamoneda. Durante sus 32 años de exilio, como el resto del sector afín a Negrín del PSOE, mantuvo una posición política caracterizada por dos ideas esenciales: la fidelidad a la legalidad representada por las instituciones republicanas y la defensa de una política unitaria para acabar con la dictadura franquista y recuperar la democracia por medio de una III República, lo cual suponía un entendimiento con el PCE, lo cual le enfrentó al anticomunismo visceral de Prieto y del sector mayoritario del PSOE. Esta creciente pugna entre ambos sectores llevó a la escisión socialista:  frente a la Ejecutiva salida de España en 1939 y de la cual era secretario general Lamoneda, cuya legitimidad era innegable, Prieto propició una  escisión al crear una nueva Ejecutiva en México, la cual más tarde se trasladaría a Toulouse.
     La cuestión de fondo del duro enfrentamiento era de tipo ideológico: mientras Prieto buscaba el entendimiento del  PSOE con los partidos republicanos e incluso a los monárquicos juanistas, Lamoneda, que siempre defendió el establecimiento de la III República, demandaba  una orientación nítidamente de izquierdas y, por ello, consideraba que “es necesario volver a Marx”, lo cual suponía, además de reafirmar la unidad de acción con el PCE, rechazar el revisionismo oportunista de Prieto y que el PSOE siguiese siendo fiel al “sentido clasista de un puñado de hombres salidos de la clase obrera” y, de este modo, evitar que “la hiedra del oportunismo, de la contemporización y del escepticismo doctrinal ahoguen el tronco robusto de nuestros principios”. Pese a todo, Lamoneda intentó mantener la unidad socialista y evitar una dramática ruptura pero la soberbia y el rencor de Prieto lo impidió. Consecuencia de ello fue la división del PSOE y la UGT y, finalmente, la expulsión en 1946 de Juan Negrín y sus afines del Partido Socialista, entre ellos, Lamoneda, Ramón González Peña (presidente del PSOE), Álvarez del Vayo, Amaro del Rosal, el escritor Max Aub y así hasta 36 destacados militantes negrinistas. De este modo, con la Guerra Fría como telón de fondo, el COMISCO, (siglas en inglés del Comité de la Conferencia Socialista Internacional, antecesor de la Internacional Socialista), optó por la Ejecutiva de Toulouse al sentir mayor afinidad con el grupo prietista que proclamaba entonces abiertamente su anticomunismo.
     Lo que ocurrió después es sobradamente conocido: Negrín, al igual que Lamoneda y sus seguidores fueron calumniados y se pretendió borrar sus nombres y su memoria de la historia del socialismo español. Tras demasiados años de olvido, en el 37º Congreso del PSOE (julio 2008) se reparó esta injusticia histórica al rehabilitar a todos los militantes que, como Negrín y Lamoneda, habían sido expulsados en 1946,  los cuales volvieron a ser readmitidos, a título póstumo, en el PSOE. Cuando el 12 de diciembre de 2009, los hijos de Lamoneda, Ramón y Marxina (llamada así por su padre en honor a Carlos Marx) recibieron en un emotivo acto la entrega del carnet socialista de su padre, la memoria del viejo tipógrafo ugetista, la de aquel militante socialista que asumió con valentía la difícil tarea de ser el secretario general del PSOE en el tramo final de la República, durante la guerra civil y el exilio, quedó plenamente rehabilitada.
     Por ello, ahora, cuando se cumplen los 40 años del fallecimiento de Lamoneda, resulta oportuno honrar su memoria, la de un hombre de quien dijo José Sanchís-Banús, que fue “lúcido, abnegado, modesto e inquebrantable y, por encima de todo, honesto”: y, por ello,  un ejemplo para los que nos consideramos seguidores del pensamiento de Pablo Iglesias.

     José Ramón Villanueva Herrero
     (publicado en: El Periódico de Aragón, 26 febrero 2011)

 

EL HONOR DE ÁNGEL LACUEVA

EL HONOR DE ÁNGEL LACUEVA

 

     Nunca he ocultado mi amistad por Ángel Lacueva y, por ello, como militante socialista, me resulta especialmente dolorosa la continuada campaña que, desde hace tiempo, se está llevando a cabo contra su persona,  campaña plagada de ataques personales que considero inaceptables e injustos, y en la cual el periódico La Comarca ha tenido un papel que, a mi entender, excede el derecho constitucional a la libertad de expresión e información que compete a los medios de comunicación. Por ello, considero estos ataques no sólo desproporcionados sino que, al margen de las discrepancias y críticas políticas libremente expresadas,  atentan contra el respeto que merece su honor personal.

     Desconozco la razón de fondo el origen de esta injusta, desmedida y prolongada campaña contra Lacueva lanzada contra él desde diversos ámbitos políticos e informativos como es el caso de La Comarca, pero tal vez se deba a que sus adversarios no le perdonen el haber mantenido una posición claramente de izquierdas al optar por pactar en Alcañiz con Izquierda Unida y negarse a entregar la alcaldía de la capital bajoaragonesa, como si moneda de cambio se tratara, a la derecha regionalista del PAR, evitando de éste modo situaciones tan escandalosas como la que estamos viendo estos días en el Ayuntamiento de Teruel.

     También considero que no se ha entendido el verdadero sentido del ofrecimiento a Antonio Arrufat de encabezar la lista del PSOE por Alcañiz a las próximas elecciones municipales y que, estoy convencido, fue una propuesta planteada desde la generosidad, pensando en buscar un necesario consenso entre la militancia (a la que algunos pretenden enfrentar permanentemente) y desde la responsabilidad pensando que ello redundaría en beneficio de la  política municipal socialista en Alcañiz.

     Y sin embargo, en esta campaña de permanente ensañamiento  contra Lacueva, no he leído críticas que fomenten el debate sobre su gestión política, que es donde realmente se debería de centrar la cuestión, al margen de descalificaciones personales que desacreditan más a quien las lanza que a la persona a la que van destinadas. Los últimos artículos y editoriales de La Comarca, están plagados de adjetivos insultantes y, sin embargo, obvian su gestión política como teniente de alcalde y senador, tareas en que, pese a la incomprensión y los ataques que recibe, dedica su esfuerzo, su tiempo y energías con la convicción de que con ello, trabaja por el progreso de Alcañiz. Los que lo conocemos, lo sabemos muy bien.

     En cuanto a las críticas que recibe como secretario general de la Agrupación Socialista de Alcañiz, puedo afirmar que Lacueva ha favorecido el debate interno entre la militancia, con libertad, algo bien distinto a la imagen que se pretende ofrecer de él como un maquiavélico político. Si, como se dice en La Comarca las cuestiones internas del PSOE alcañizano competen al Comité Ejecutivo Local y a la decisión soberana  de la Asamblea de la Agrupación Socialista, es de desear que ésta no se vea condicionada por interferencias externas, bien sea desde otros ámbitos políticos, o desde algunos medios de comunicación que ya han tomado partido lanzándose a la arena política con pasión, exacerbando las polémicas internas del PSOE y denostando a un secretario general elegido democráticamente, una actitud ésta de La Comarca, que se circunscribe exclusivamente al PSOE alcañizano y que obvia a los demás partidos del panorama político municipal, para  los cuales el  periódico  parece no tener la misma obsesión que contra Lacueva y las cuestiones internas del PSOE local.

     Recuerdo ahora que, durante mucho tiempo, la figura del socialista Juan Negrín fue vilipendiada por propios y extraños, que contra él se tejió una auténtica leyenda negra en la que las cuestiones personales y políticas desvirtuaron su imagen hasta para los propios socialistas. Pasado el tiempo, el conocimiento objetivo de su labor política le ha hecho justicia y Juan Negrín recuperó su honor y su dignidad en la historia del socialismo español. Por ello, ahora, Ángel Lacueva, amigo y compañero, tiene también un honor personal y político que, pese a quien pese, debe de quedar al margen del saludable debate y la crítica política: es un acto de elemental civismo y espíritu democrático.

 

     José Ramón Villanueva Herrero

     (militante de la Agrupación Socialista de Alcañiz)

ELECCIONES PRIMARIAS, POR SUPUESTO

ELECCIONES PRIMARIAS, POR SUPUESTO

          

      Un soplo de aire fresco ha recorrido las filas del PSM y también las de muchas Agrupaciones Socialistas de toda España al confirmarse que la candidatura a las elecciones para la Comunidad de Madrid se decidirá mediante un proceso de elecciones primarias. Ha hecho bien Tomás Gómez en mantener una postura firme y digna frente a las presiones que ha recibido desde distintos ámbitos del PSOE y del mismo Zapatero, pues al forzar la convocatoria de primarias con su negativa a retirarse de la carrera electoral, ha defendido un compromiso ético a favor de los militantes socialistas madrileños los cuales tendrán la ocasión de elegir libremente y sin imposiciones externas al candidato/a que mejor defienda el programa del PSM frente al actual Gobierno regional de la lideresa conservadora Esperanza Aguirre.

      En unos momentos en los cuales se están imponiendo las políticas de ajuste duro neoliberales, sumida la socialdemocracia en un claro desconcierto ideológico y en un tiempo en que, como señalaba recientemente el politólogo Sami Naïr,  la izquierda europea está “completamente desorientada” ante la aparentemente imparable ofensiva ultraliberal, resulta imprescindible que los partidos progresistas se rearmen ideológicamente, recuperen la iniciativa política e impulsen sus mecanismos de democracia interna.

      Desde la Corriente de Opinión Izquierda Socialista del PSOE siempre hemos defendido un modelo de partido articulado en torno a medidas que profundicen en su democracia interna, en el que se priorice la participación y la capacidad de decisión de los militantes sobre la voluntad e intereses del llamado “aparato” y, por ello, como se acaba de comprobar en el caso de Madrid, la celebración de primarias supone un aspecto básico tanto en cuanto significa el apostar por una actuación política profundamente democrática, transparente y plural. En consecuencia, las primarias no deberían de ser un hecho excepcional sino una práctica habitual de todo partido democrático a la hora de elegir los cargos electos, bien sean éstos orgánicos o institucionales, evitando de éste modo que los “aparatos del Partido”, en sus diferentes niveles orgánicos, se impongan sobre la opinión mayoritaria o soberana de las bases socialistas.

      Enlazando con las ideas anteriores, en mayo de 2008 la asamblea de la Agrupación Socialista de Alcañiz en la que milito, aprobó un documento titulado Avanzando hacia una mayor democracia interna en el PSOE que, pese a ser derrotado en el Congreso Provincial Extraordinario del PSOE turolense celebrado en Utrillas en junio de dicho año, recogía algunas ideas de interés que ahora recobran toda su vigencia y actualidad. En dicho documento, se planteaban propuestas concretas tales como impulsar en todos los ámbitos del PSOE las primarias como forma de favorecer la participación de los militantes a la vez que, para posibilitar la aparición de listas alternativas, se proponía reducir el número de firmas necesarias para lograr los preceptivos avales, el cual quedaría fijado en el 5 % de los afiliados de su respectivo ámbito orgánico. Igualmente se sugería que las primarias fueran preceptivas no sólo para elegir los candidatos a la Presidencia del Gobierno de España y los de las Comunidades Autónomas, sino también para las alcaldías de los municipios de más de 10.000 habitantes y no para las superiores a los 50.000 como se recoge  en la actualidad en los Estatutos Federales del PSOE. En consecuencia, los socialistas alcañizanos proponíamos también la posibilidad de modificar el artículo 6º de la Constitución Española para que se contemple en el mismo la obligatoriedad de aumentar la democracia interna de todos los partidos políticos mediante la celebración de elecciones primarias en los mismos. A modo de ejemplo, digamos que la nueva Constitución de la República de Ecuador hace obligatoria la celebración de primarias en todos los partidos que concurren a las elecciones.

      También proponíamos en el referido documento fomentar el debate y la participación en las agrupaciones, respetar el pluralismo interno así como otras propuestas de gran calado político como evitar la acumulación de cargos y responsabilidades, tanto orgánicos como institucionales, la aplicación de un estricto régimen de incompatibilidades, la limitación de mandatos o el favorecer la participación de los simpatizantes socialistas y, mediante un censo de los mismos actualizable anualmente, ofrecerles el derecho de voto en las primarias y el derecho a tener voz propia en las asambleas de las Agrupaciones Socialistas.

      Dicho esto, considero que el proceso de primarias iniciado ahora en el PSM debería de hacerse extensivo a otras federaciones y, por supuesto, también a Aragón, tal y como ocurrió en 1998 cuando por este procedimiento salieron elegidos Marcelino Iglesias y Juan Alberto Belloch para encabezar las candidaturas socialistas al Gobierno de Aragón y al Ayuntamiento de Zaragoza. Ahora debería de ocurrir lo mismo para evitar designaciones sucesorias tomadas de espaldas a las bases y, por ello, sería muy saludable democráticamente hablando que la previsible candidatura de Eva Almunia fuera confrontada por una lista alternativa que plantee un programa político distinto al continuismo actual, que rompa con la hipoteca permanente que suponen los pactos con el PAR, que tenga la valentía política de pactar con IU y CHA,  y de no ser ello posible, asumir el Gobierno de Aragón en solitario en caso de ser el PSOE el partido más votado en las elecciones autonómicas del próximo mes de mayo de 2011.

      Esto es lo que queremos muchos militantes de base y, para ello, el primer paso es la celebración de primarias en el PSOE aragonés, pues ello supone una decidida apuesta por la democracia interna, y también,  por la renovación del proyecto socialista en nuestra tierra.

       José Ramón Villanueva Herrero

      (militante de la Corriente de Opinión Izquierda Socialista del PSOE-Aragón)

      (publicado en Diario de Teruel, 15 agosto 2010)

 

EL HONOR DE JUAN NEGRÍN

EL HONOR DE JUAN NEGRÍN

         

 

Cuando el pasado 24 de octubre tuvo lugar un homenaje para el reconocimiento y reingreso en el PSOE de Juan Negrín López y 35 militantes socialistas que, como él, fueron expulsados del partido en 1946, se reparaba, finalmente, una profunda injusticia para con aquel brillante científico, para con quien fue Presidente del Gobierno de la República y que simbolizó la dignidad y el espíritu de resistencia republicana contra el fascismo durante los años más duros de nuestra trágica Guerra civil.

Sobre la recuperación de la memoria del Presidente Negrín, aquel médico socialista que soñó con una España democrática y social, habían pesado un cúmulo de tendenciosas acusaciones y perversas calumnias. De hecho, contra la memoria histórica de Negrin convergieron, en extraña alianza, no sólo los apologistas de la dictadura franquista, sino también del sector del PSOE afín a Indalecio Prieto en un intento de ajustar cuentas y responsabilidades tras la amarga derrota de la legalidad republicana ante el fascismo en 1939. A ellos habría que añadir los que, en plena Guerra Fría, acusaron a Negrín de “procomunista”, (los “prietistas”, entre ellos) en un momento y en un contexto en el cual tal calificativo era sinónimo de anatema político. Todas estas circunstancias ennegrecieron, hasta fechas bien recientes, la figura y la memoria de Negrín, haciendo que una penumbra intencionada oscureciese su trayectoria política.

Desde las filas de la Corriente de Opinión Izquierda Socialista del PSOE hacía años que reivindicábamos la memoria de Negrín, y, en el 37º Congreso del PSOE (julio 2008) apoyamos una propuesta de resolución (que fue aprobada) en la que se pedía su rehabilitación política y el reingreso (a título póstumo) en el PSOE de Negrín y sus compañeros del sector “negrinista” entre ellos, Ramón González Peña (que fue presidente del PSOE y secretario general de UGT entre 1938-1944), Ramón Lamoneda (secretario general del PSOE durante la Guerra civil) y otros destacados militantes como Julio Álvarez del Vayo, Ángel Galarza, Julia Álvarez, Amaro del Rosal o el escritor Max Aub.

Sin embargo, ha sido la labor de historiadores como Ricardo Miralles o Ángel Viñas quienes, desde el rigor metodológico, han logrado dignificar la figura de Negrín, despojándola de acusaciones y mitos descalificadores carentes de toda veracidad histórica divulgados por sus enemigos políticos. Es por ello que, en estas fechas, resulta de especial interés la lectura del  libro de Ángel Viñas titulado El honor de la República. Entre el acoso fascista, la hostilidad británica y la política de Stalin (Barcelona, Crítica, 2008) en el que se analiza la gestión del Gobierno Negrín (mayo 1937-marzo 1939) y se aclaran diversas controversias y mitos en torno al político socialista. Para ello, Viñas recurre a un estudio exhaustivo de las fuentes documentales, muchas de ellas inéditas, como es el caso de los archivos soviéticos. De este modo, logra desmontar diversos bulos divulgados por los historiadores franquistas y, también, por los seguidores del revisionismo histórico actual.

Varios son los falsos mitos que se derrumban a partir del excelente trabajo de Viñas. En primer lugar, la acusación de que Negrín fue un títere  de la URSS con miras a implantar en España una dictadura comunista, lo cual, en base a la documentación ofrecida por los archivos soviéticos, se demuestra que es una “mera calumnia”. Es cierto que Negrín estimaba a los comunistas por su disciplina, organización  y tenacidad en la lucha contra el fascismo, pero también lo es que no estaba dispuesto a verse dirigido por ellos. Viñas recalca como, en diversas ocasiones, Negrín y el PSOE se opusieron con éxito a los designios del todopoderoso Stalin en relación a cuestiones que afectaban a cuestiones políticas y militares. Por otra parte, la dependencia de la República de la URSS se hizo vital debido al abandono en que la dejaron las democracias (Francia y Gran Bretaña). Pese a ello, la política diplomática de Negrín buscó hasta el final el apoyo de las democracias occidentales (también de los EE.UU.), lo cual descuadra la interpretación que de él hicieron los propagandistas profranquistas y los que Viñas define como “guerreros de la Guerra Fría”. De este modo, se ofrece una descalificación contundente de las maliciosas afirmaciones de Vidal sobre la supuesta existencia de un pacto Negrín-Stalin, definiendo a este polémico historiador como “asiduo practicante” de lo que Reig Tapia calificaba como “historietografía”, propia de los seguidores del revisionismo histórico de corte conservador cuando no neofascista.

También desmonta Viñas la acusación de que Negrín prolongó innecesariamente la guerra, para lo cual hace un sereno análisis de la estrategia de resistencia negrinista. Tras definir a Negrín como el único dirigente del Frente Popular que “no se hundió en la adversidad”, y que como ministro de Defensa Nacional reorganizó el Ejército Popular, destaca Viñas la faceta de un Negrín empeñado en mantener la resistencia, pese a los reveses militares, como forma de salvar, a la larga, el mayor número posible de vidas republicanas. Intuía, como sí fue, que, tras la derrota, se desencadenaría una represión implacable contra los vencidos, forma mediante la cual, Franco pretendía “romper de una vez para siempre, la espina dorsal de la izquierda española” (p. 544). Pero, ante el empuje de las armas franquistas, de nada sirvieron los esfuerzos republicanos de resistir, como confiaba Negrín, hasta enlazar con un inminente conflicto europeo o inducir a Franco a negociar en condiciones que no fueran la capitulación total y absoluta.

La guerra estaba perdida y el golpe de Casado (5 marzo 1939) fue la puntilla definitiva a la política de resistencia antifascista de Negrín. Franco, que tenía al alcance de la mano la victoria militar, consideró “inaceptables” las condiciones de Negrín planteadas en la última reunión que celebraron las Cortes republicanas en territorio español (castillo de Figueras, 1 febrero 1939) para una posible mediación tendente a la paz: garantías para la independencia de España (y retirada fuerzas extranjeras), garantías de que el pueblo español pudiera decidir libremente su destino en un plebiscito y, sobre todo, garantías de que no se ejercería ningún tipo de represalias ni persecuciones sobre los republicanos.

De forma premonitoria, en un telegrama que envió Negrín al presidente norteamericano Roosevelt el 6 de enero de 1939, advertía a éste de las consecuencias de la derrota republicana:

“El resultado de la lucha en España decidirá lo que ha de ser Europa y marcará el rumbo del mundo por venir. La historia será inexorable con aquellos hombres de Estado que hayan cerrado sus ojos a la evidencia y con los que por indecisión hayan dejado poner en riesgo los principios de tolerancia, convivencia, libertad y sana moral que inspiran la Democracia […] Si pereciésemos, habríamos al menos cumplido como colectividad nacional nuestra misión histórica y como individuos con el mandato de nuestra conciencia”.

Lo que sucedió tras la derrota es de todos conocido: no se equivocó Negrín en su intuición sobre el futuro que esperaba a los vencidos. Las responsabilidades de la derrota se cargaron sobre las espaldas y la memoria del Presidente Negrín, quien se había negado a rendir las armas mientras quedase una parte del territorio español leal a la República.

Tras tantos años de olvidos, los mitos se derrumban y las controversias se aclaran. Hoy, al igual que señalaba Carmen Negrín, la nieta del político socialista canario, sentimos una profunda alegría porque  “no haya desaparecido la historia” de su abuelo. Y es que, tras un largo y difícil recorrido, al reingresar Negrín en el PSOE, se ha recuperado con la dignidad que siempre mereció, una parte de la memoria histórica socialista, aquella que, frente al embate del fascismo, defendió con honor Juan Negrín López.

(Diario de Teruel, 17 noviembre 2009)

 

 

LA FISCALIDAD PROGRESIVA

LA FISCALIDAD PROGRESIVA

 

Sumidos como estamos en una profunda crisis económica, el Gobierno ha planteado la necesidad de subir los impuestos a los perceptores de determinados tramos de renta como medida para hacer frente a los gastos sociales derivados de la citada crisis.

Esta medida, de elemental justicia social, ha sido, como era de esperar, atacada por la derecha política y económica, incapaz de asumir con hechos, y no con palabras, la defensa de los desfavorecidos, de los sectores que se hallan más vulnerables a los embates de la adversa coyuntura económica que atravesamos, una crisis cíclica del capitalismo cuyos efectos comprobamos día a día.

No es casualidad que el subconsciente de la derecha asuma como propias las ideas del economista  Friedrich von Hayek (1899-1992), uno de los grandes teóricos del conservadurismo moderno, padre del neoliberalismo  y fundador, por ello, de la Mont Pèlerin Society (1947). Hayek, contrario a cualquier intervención del Estado en la economía (desde la planificación estatal comunista hasta la progresividad fiscal socialdemócrata), sacralizaba las supuestas “virtudes” del neoliberalismo (como eran el libre mercado y la libertad de contratación  y despido), consideraba que el neoliberalismo debía de eliminar “ciertos instintos naturales”  como era el caso de la solidaridad y las políticas sociales a favor de los desfavorecidos a los cuales dejaba abandonados a su suerte. Por ello, la derecha política se encrespa cuando, desde posiciones socialistas, se plantea el aumento del gasto social, la subida de los impuestos directos y la regulación de los mercados económico-financieros como instrumentos para paliar las consecuencias negativas de la crisis sobre los sectores sociales más desprotegidos e indefensos.

Frente a las  posiciones insolidarias de la derecha en la que se enrocan los fervorosos seguidores del neoliberalismo, el camino debe ser bien distinto y debe pasar por la aplicación efectiva de políticas valientes de marcado signo social y, por ello, la profundización en la progresividad fiscal resulta esencial. En este sentido, el ejemplo que la socialdemocracia sueca nos ofrece puede ser de interés.

El Partido Socialdemócrata Sueco (SAP), fundado en 1889, entró por vez primera en el gobierno en el año 1932, cuando los efectos de la crisis económica de 1929 se hacían sentir con toda su crudeza en buena parte del mundo capitalista. Pese a ello, realizó una buena gestión en tan adversa coyuntura y su política social hizo que se estableciesen en Suecia por vez primera las pensiones de vejez, los subsidios para los alquileres o las vacaciones pagadas para los obreros. En consecuencia, en 1936, mientras en España empezaba la sangría de la guerra civil, en Suecia el SAP lograba en las elecciones la mayoría absoluta (45,9 %) y se iniciaban entonces varias décadas de gobiernos socialdemócratas en el país nórdico, fruto de los cuales se consolidó una sociedad de bienestar avanzada, progresista, regida por valores de justicia social y solidaridad internacional, todo un modelo para multitud de partidos y militantes socialistas.

El modelo social sueco surgió de un amplio acuerdo de concertación social conocido como la Convención de Saltsjöbaden (20 diciembre 1938),  sobre el cual se cimentó la llamada “paz social continua” con objeto de impulsar de forma permanente el desarrollo económico industrial y la calidad de vida de los trabajadores, cuyos resultados han sido, a lo largo de los años, excelentes. Había surgido así la sociedad mixta sueca, en la cual  la economía de mercado y la intervención de la política socialdemócrata en la economía se repartían las tareas. De este modo, el SAP aceptaba a las empresas privadas como elemento esencial de la producción (aunque debían de pagar un impuesto sobre los beneficios del orden del 50 %) y el Estado, liderado por las políticas del SAP, asumía el deber de contribuir a la regulación de las actividades económicas asegurando el pleno empleo, las inversiones en regiones desfavorecidas, el apoyo a industrias en dificultades, la reestructuración del sector industrial y el desarrollo de una legislación laboral avanzada y progresista. Frente a las posiciones de la derecha clásica y del actual neoliberalismo, el SAP mantuvo una política económica coherente: el presupuesto estatal debía tener excedentes en períodos de prosperidad pero, también, se debía asumir con total naturalidad el que existiese un déficit en tiempos de recesión: el modelo socialdemócrata debe endeudarse en tiempos de crisis para hacer frente a sus compromisos sociales y para ser un motor de reactivación económica, idea puesta en práctica por los socialistas suecos desde los años 30 del pasado siglo, la misma que ahora defiende el Presidente Zapatero.

Una pieza clave del modelo socialdemócrata sueco ha sido siempre la progresividad fiscal como elemento redistributivo de la riqueza. De hecho, el SAP, desde su fundación, siempre defendió la supresión de los impuestos indirectos y la sustitución de éstos por una tributación directa y progresiva que gravase tanto las rentas como las grandes fortunas. De hecho, tras un período en el cual el SAP optó por una política de nacionalizaciones (1944-1947), se retomó con fuerza desde el gobierno esta idea, pues era esencial que las riquezas generadas por la economía capitalista, fuesen repartidas de la forma más equitativa posible mediante la progresividad fiscal impulsada por la socialdemocracia y la llamada “política salarial solidaria” que suponía la completa igualdad de salarios entre hombres y mujeres (en vigor desde 1960) y la gradual reducción de las diferencias entre los sueldos altos y bajos de los trabajadores suecos.

Por todo lo dicho, el defender la progresividad fiscal en la política española supone no sólo un acto de justicia social sino, también, reafirmar una seña de identidad esencial del modelo económico socialdemócrata, artífice del Estado de Bienestar en los países más avanzados del mundo occidental. La realidad de los hechos y la coyuntura económica actual da las razón a las posiciones que siempre ha defendido la Corriente de Opinión Izquierda Socialista del PSOE: conviene recordar que, en el pasado 37º Congreso Federal del PSOE (julio 2008),  Izquierda Socialista se opuso con sus enmiendas a la supresión del impuesto del Patrimonio y defendió una fiscalidad más potente, progresiva y solidaria que, además de garantizar el sostenimiento  de las prestaciones sociales y de los servicios públicos, tuviese la función redistributiva propia de una sociedad progresista y avanzada como la que defendemos. 

Ahora que el Gobierno del Presidente Zapatero orienta su proa hacia una mayor progresividad fiscal, cuando la derecha se indigna por ello y muestra su rostro más insolidario, es cuando con mayor firmeza hay que apoyar, desde posiciones progresistas, la subida de los impuestos directos  basada en los principios de justicia y solidaridad.

Para finalizar, quiero recordar unas palabras del gran estadista que fue Olof Palme, dirigente carismático de la socialdemocracia sueca, el cual señalaba los objetivos que deben orientar la política económica de los partidos socialistas y que son: “garantizar el crecimiento al mismo tiempo que mantenemos el empleo, defendemos las conquistas sociales, profundizamos la democracia económica y defendemos nuestro medio ambiente”. Estas son las ideas que debe defender con firmeza el socialismo como respuesta, no sólo a la crisis global, sino, también, como alternativa a las ideas neoliberales y a ese capitalismo voraz e insaciable que nos acosan, para que la socialdemocracia del   s. XXI pueda seguir construyendo un mundo más justo y solidario.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(Diario de Teruel, 12 septiembre 2009 ; La Comarca, 15 septiembre 2009)