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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

Bajo Aragón

SOBRE NUESTRA SEMANA SANTA

         

     Contemplando las excelentes fotografías de Miguel Perdiguer afloran recuerdos y emociones sobre la Semana Santa alcañizana y lo mucho que, personal y socialmente hemos cambiado desde el momento reflejado en estas imágenes. Atrás fueron quedando viejos reflejos del nacional-catolicismo, de la instrumentalización de los sentimientos religiosos de los alcañizanos por y al servicio de la dictadura franquista, de aquella Iglesia "de orden" que imponía la religión y uniformaba las conciencias, a pesar de que las lápidas que recuerdan nuestra guerra civil siguen, todavía, presentes en las fachadas de muchas de nuestras iglesias.

     Y, sin embargo, pese a todos estos residuos del pasado, la Semana Santa sigue siendo, el símbolo por excelencia que nos identifica como alcañizanos. Es difícil de explicar cómo esta herencia cultural centenaria, que es algo más que una expresión de religiosidad popular, puede producir tanta emoción y cohesión entre los alcañizanos. Desde sus lejanos orígenes, desde que Fr. Mateo Pestel sacase la liturgia de Semana Santa a las calles en 1678, desde que la Cofradía del Santo Entierro empezase a procesionar, desde que se incorporaron a las procesiones la percusión del tambor, símbolo sonoro de los trastornos de la naturaleza que siguieron a la muerte de Jesús en la cruz (terremotos, truenos y relámpagos), esta tradición forma parte de nuestra identidad colectiva. No es extraño que Taboada, en su Mesa revuelta (1898), ya señalase que "es casi seguro que desde 1730", las procesiones y tambores tomaron "carta de naturaleza, de costumbre en la forma que se conoce hoy".

     Nuestra Semana Santa es un ejemplo de religiosidad popular, un reflejo de nuestra historia que se ha mantenido por encima de vicisitudes diversas, ya fueran las guerras carlistas del s. XIX, o durante la II República en que las procesiones, como manifestaciones de culto público que eran, debían contar con el permiso del Gobernador Civil y con el visto bueno previo del alcalde. Por ello, fue José Borrajo, destacado político republicano turolense, quien en 1932 gestionó el permiso para que las procesiones de Alcañiz e Híjar pudieran realizarse.

     La guerra civil primero y la dictadura franquista después, desvirtuaron la auténtica raíz de este sentimiento colectivo. No obstante, en nuestra actual sociedad democrática y multicultural, superados los lastres del pasado, y aún a riesgo de mercantilizar nuestra Semana Santa convirtiéndola en una mera atracción turística, sigue siendo un momento único ya que nunca el ruido de nuestros tambores puede comunicar tantos sentimientos y emociones profundas, que nos llegan al corazón, pues se crea una atmósfera tan sorprendente como única, en la que, tras el aparente estruendo, surgen en cada uno de nosotros momentos de sentida emoción, de añoranza y, también, de oración. Y es que, el atronador retumbar de nuestros tambores, remueve nuestras más profundas convicciones en la misma medida que nos une a nuestras raíces, a nuestra tierra.

 

     José Ramón Villanueva Herrero

     (La Comarca, 3 abril 2009)

 

LA SUPUESTA CONSPIRACIÓN

          En la agitada historia de nuestro siglo XIX, España vivió un breve tiempo de libertad durante el llamado “Trienio Liberal” (1820-1823). Éste, iniciado tras el levantamiento del general Rafael de Riego contra la monarquía absoluta de Fernando VII, intentó llevar a cabo una profunda transformación política, económica y social de España: se restableció la Constitución liberal de 1812, se limitó el poder real, se llevaron a cabo reformas fiscales y territoriales, se inició la desamortización de los bienes eclesiásticos, se estableció la libertad de imprenta y se creó la Guardia Nacional como garante de las conquistas del liberalismo.

En este contexto, entre las reformas liberales y la abierta oposición de la monarquía, el clero, la nobleza y las oligarquías locales, tuvieron también lugar los primeros signos de actividad del incipiente republicanismo hispano. No obstante, como señala Demetrio Castro, el adjetivo “republicano” era, “en buena medida abusivo, porque no puede hablarse en puridad de organización política por aquel entonces ni tan siquiera de un corpus ideológico articulado”. Pese a ello, tuvieron lugar las “conmociones” de 1821 que se registraron en diversos lugares de España y que más tarde los republicanos harían suyas como las ocurridas en Málaga (enero), Barcelona (julio), Zaragoza (septiembre) y Alcañiz (octubre).

Lo cierto, y en ello coinciden la mayoría de los historiadores, es que estas supuestas conspiraciones “republicanas” tenían su origen en los bulos (las “auditonadas”) propalados tendenciosamente por los absolutistas (o “serviles”) para perturbar, inquietar y desestabilizar a las instituciones liberales evocando, de paso, los excesos de la República jacobina francesa. Se pretendía así asociar en la opinión popular el sistema liberal con el desorden, el caos y la “degollina” y, consecuentemente, presentar a la República como sinónimo de anarquía y no como una forma de Estado y un sistema de gobierno alternativo a la monarquía. Como vemos, esta idea tendría un largo eco en el pensamiento tanto de la derecha conservadora como del fascismo español.

Como ejemplo de todo ello, veamos un caso concreto: los sucesos de Alcañiz de octubre de 1821. Se trata de un oscuro motín que, en su origen, fue calificado como de signo “republicano” y, sin embargo, todos los autores que aluden a estos sucesos (García Ruiz, E. Vera y González, Gil Novales o Pedro Rújula), consideran que sus instigadores fueron los “realistas”, los partidarios de la monarquía absoluta. Por su parte, Estanislao de Kotska, señala que, “pretestando (sic) los absolutistas los planes de república soñados por unos cuantos mentecatos, se atrevían a vejar en Alcañiz a las autoridades”, y desarmar “violentamente” a la Guardia Nacional. Lo que parece claro es que el motín de Alcañiz no puede (todavía) calificarse como “republicano” no sólo por la evidente ausencia de una base activa republicana en tan temprana fecha en la capital bajoaragonesa, sino porque la realidad de los hechos parece situarla en la esfera de una estrategia desestabilizadora de los realistas locales. De hecho, el domingo 14 de octubre de 1821, grupos de realistas atacaron a la Guardia Nacional en la Plaza de la Constitución; posteriormente, una multitud se dirigió a las casas de los liberales, saqueándolas en busca de pruebas de una supuesta conspiración “republicana”, situación que fue “consentida” por el Ayuntamiento y que se prolongó durante varios días hasta que llegaron fuerzas del Ejército procedentes de Zaragoza.

Los sucesos de Alcañiz, calificados por Rújula como “movimiento insurreccional de importantes dimensiones” fueron recogidos en la prensa nacional: la Gaceta de Madrid, en su número del 31 de octubre, señalaba cómo algunos periódicos se hicieron eco  de “varios desórdenes ocurridos últimamente en Alcañiz”. A lo largo del texto de la Gaceta, es curioso observar cómo, desde posiciones afines al liberalismo oficialista, se ataca la supuesta orientación “republicana” con algunos de los tópicos que, más tarde, empleará la derecha reaccionaria. De este modo, se señala que dichos “desórdenes” pueden “sumirnos de nuevo en la profundidad del caos”, se contrapone “el grito de las pasiones” a la “razón” y la “justicia”, o que, frente a la “felicidad general” representada por el liberalismo, se contrapone el “desorden” y la “anarquía” republicana. Acto seguido, la Gaceta arremete contra los supuestos republicanos instigadores de los sucesos de Alcañiz, contra la “siniestra y equivocada idea” de “algunos hombres alucinados” que se hallan inspirados por lo que la Gaceta no duda en calificar como “horroroso ejemplo de la revolución de Francia”.

En cuanto a los motivos, pese a la realidad de los hechos, parece no tener dudas sobre el carácter republicano de estos sucesos para, acto seguido, descalificar de plano los ideales republicanos: “Una república soñada, un miserable pretexto: y decimos pretexto, porque en Alcañiz, aún más que en otro cualquier  pueblo de la Península, se debe tener por imposible el que haya pensado nadie en semejante despropósito. Sin embargo, la opinión se había extraviado horrorosamente. Y esta opinión extraviada extravió todavía más la sensatez de aquel pueblo”. Una vez más, se emplea la recurrente idea del buen pueblo manipulado por los malvados propósitos de un grupo de conspiradores (republicanos). Por ello, a la hora de buscar al culpable de estos sucesos violentos, se exime al pueblo llano de Alcañiz y, por el contrario, se carga toda la responsabilidad en “los que lo sedujeron, los que lo extraviaron de un modo tan feroz”, razón por la que añade: “es verdad que no se dirigieron [los amotinados] contra las autoridades, sino contra los soñados republicanos; pero sin embargo la autoridad fue desobedecida, la libertad ultrajada, y los imprescriptibles derechos del ciudadano bárbaramente atropellados”.

Ciertamente no hubo “conspiración republicana” en Alcañiz en octubre de 1821, sólo un rumor reaccionario empleado como arma política. En cambio, lo que si hubo a partir de estas fechas fue una creciente agitación realista contra el liberalismo constitucional y, por ello,  Joaquín Capapé, “el Royo de Alcañiz”, será uno de los primeros en levantar partidas armadas. En poco tiempo, nada quedó de aquellos confusos sucesos de una supuesta conspiración republicana en Alcañiz, una zona en la cual se sufrirá durante largos años el embate de la reacción, ahora agrupada bajo las banderas del carlismo, durante buena parte de nuestro agitado siglo XIX.

 

(Diario de Teruel, 31 octubre 2008)

 

 

LA EDUCACIÓN, MOTOR DE PROGRESO

LA EDUCACIÓN, MOTOR DE PROGRESO

No es casualidad que la educación, la cultura y el mundo del motor se hayan convertido en señas de identidad de la historia de Alcañiz. Desde que en el tránsito de los siglos XV-XVI los humanistas alcañizanos abrieran su mente al mundo de la cultura clásica que el Renacimiento recuperaba, el anhelo por ampliar los horizontes educativos en nuestra tierra ha sido una constante. Ahí quedan los ejemplos del Instituto y Escuela de Adultos impulsados por los demócratas alcañizanos tras el triunfo de la revolución de septiembre de 1868, el proyecto de la Escuela Agraria de Eduardo Jesús Taboada a finales del s. XIX en su finca de Cantagallos o el fuerte impulso que recibió la educación durante el período de la II República en todos los pueblos de nuestra comarca.

Hoy, iniciado el s. XXI, un futuro de posibilidades de desarrollo se abren en el horizonte que, unidos al efecto dinamizador que debe generar la Ciudad del Motor de Aragón (CMA), debemos de ser capaces de aprovechar. De hecho, la Ley 5/2004, de 9 de diciembre, relativa al Proyecto Supramunicipal “Ciudad del Motor de Aragón”, ya en su preámbulo señala que la idea de crear un circuito permanente, “surge primero como instalación deportiva y, posteriormente, como combinación de deporte, industria y ocio”, idea ésta que el artículo 3º ratifica al considerar que la CMA tiene por objeto “la implantación de usos deportivos, industriales, de ocio, comerciales y de servicios públicos”. Esta concepción integral del proyecto, abre un amplio abanico de posibilidades muy interesantes para todo el Bajo Aragón que pueden transformar nuestro horizonte comarcal si somos capaces de aprovecharlas.

Enlazando con la idea anterior, considero muy interesante el modelo desarrollado en Francia en torno a Futuroscope, el parque europeo de la imagen y la multimedia. Establecido en Poitiers en 1987 por iniciativa y financiación de las instituciones departamentales (entiéndase, provinciales) y regionales de la Vienne y Poitou-Charentes, se articula en torno a tres anillos concéntricos: el primero, formado por el parque temático y los servicios turísticos anejos; el segundo, consiste en un campus universitario con facultades de ciencias informáticas, telecomunicaciones, nuevas tecnologías, mecánica y aeronáutica y, finalmente, un tercer anillo ha generado un amplio tejido industrial de mas de 160 empresas relacionadas con estas materias. Así, en torno a Futoroscope se ha conformado una auténtica Tecnópolis en su triple vertiente de centro de diversión, formación superior e investigación universitaria y creación de un tejido industrial especializado y de vanguardia.

Consecuentemente, pienso que este modelo, que ha servido para dinamizar turística y económicamente una zona agraria de la Francia interior, puede en alguna medida ser aplicable al caso de la Ciudad del Motor (CMA) y del Bajo Aragón. Para ello, en mi opinión, resultan necesarias una serie de medidas y objetivos a corto plazo.

En primer lugar, resulta vital la mejora de las infraestructuras viarias, esto es, la conversión en autovía de la N-232 para unir Zaragoza con el Mediterráneo pasando por el Bajo Aragón, así como estudiar la posible prolongación de un ramal ferroviario hasta la CMA que conecte a ésta con los trazados de alta velocidad, igual que se ha proyectado con las plataformas logísticas de PLAZA o PLATEA.
En segundo lugar, se deberían de impulsar la implantación de nuevas enseñanzas, en todos los niveles educativos, en nuestra comarca. Para ello, en aquellos Institutos de Educación Secundaria (IES) del Bajo Aragón Histórico (Alcañiz, Alcorisa, Andorra, Calanda, Híjar, Valderrobres y Caspe) en que sea posible, deben potenciarse los estudios de Formación Profesional en los ciclos formativos de Grado Medio y Superior, sobre todo en las familias profesionales tales como las de fabricación mecánica, mantenimiento de vehículos autopropulsados. También resulta importante impulsar los estudios de actividades agrarias e industrias agroalimentarias con objeto de mejorar la producción de las denominaciones de origen Aceite del Bajo Aragón y Melocotón de Calanda que identifican a nuestra comarca y que, dado su reconocido prestigio y calidad, tienen cada vez más una creciente proyección exterior.

Un objetivo al cual no debemos renunciar a medio plazo y que no es una utopía, es el de la creación del Campus Universitario de Alcañiz-Bajo Aragón. De este modo, siguiendo el modelo de La Almunia, la potenciación de la CMA podría permitir, no sólo el deseable establecimiento de industrias vinculadas, sino la creación de una Escuela Universitaria Politécnica que imparta las titulaciones de dos ingenierías técnicas: la de Industrial Mecánico y la Agrícola.

Este futuro Campus Universitario del Bajo Aragón también podría incluir a la Escuela Oficial de Idiomas de Alcañiz, ampliando tanto en ella como en su Extensión de Caspe, los estudios de Lengua Catalana y Español para extranjeros. Lo mismo podemos decir del Centro de la UNED de Caspe, contemplándose el posible establecimiento de una Extensión para los estudios universitarios a distancia en Alcañiz e, incluso, en Andorra.

Para todos estos proyectos, resultará fundamental el apoyo y coordinación entre la Administración Central y la Autonómica, entre los ministerios de Educación y Asuntos Sociales y el nuevo de Ciencia, Innovación y Tecnología del Gobierno de España con sus departamentos equivalentes en el Gobierno de Aragón, así como el apoyo permanente de la Diputación Provincial de Teruel, la Comarca del Bajo Aragón y los ayuntamientos que la integran.

Ciertamente, se trata de una batería de propuestas ambiciosa, una apuesta decidida por la ampliación de estudios en nuestra comarca, que, unido al creciente impulso que precisan la investigación, el desarrollo y la innovación (I+d+i) que el “efecto Ciudad del Motor” puede y debe generar, de llevarse a cabo serían, sin duda, un motor de progreso fundamental para todo el Bajo Aragón Histórico.



José Ramón Villanueva Herrero

(La Comarca, 18 abril 2008)

UNA VISIÓN PERSONAL DE NUESTRA SEMANA SANTA BAJOARAGONESA

UNA VISIÓN PERSONAL DE NUESTRA SEMANA SANTA BAJOARAGONESA

        Las fechas de Semana Santa me evoca, siempre, momentos  donde se entremezclan sentimientos profundos, junto a emociones y recuerdos personales y, desde luego, también colectivos. Por encima de crisis, dudas y contradicciones internas por las que, en un momento u otro de nuestra vida todos pasamos, la Semana Santa me hace pensar en el verdadero sentido que la religión debe tener en medio del mundo actual: surgen así los eternos interrogantes sobre el valor del mensaje evangélico, sobre el auténtico papel liberador que, al margen de todo dogmatismo y nostalgias confesionales, nos legó Jesús de Nazaret.

       Todas estas cuestiones, que bullen en nuestro interior, en el Bajo Aragón se producen en un contexto especial cual es nuestra Semana Santa, con nuestra procesiones, con nuestros tambores y bombos. De este modo, las procesiones se convierten en un símbolo, en una imagen perfecta y visual de cómo, a través de los tiempos, por encima de las dificultades de cada momento, el pueblo cristiano camina (literalmente) hacia su liberación, hacia Dios. Por su parte, la percusión de nuestros tambores y bombos siempre me ha parecido que creaba una atmósfera tan sorprendente como única en la que, tras el aparente estruendo, permitía que en lo más profundo de cada uno de nosotros, surgiesen momentos de sentida emoción, de añoranza y, también, de oración.

      En un aspecto más social, siempre me emocionó el asociar estas fechas de la Semana Santa con la vuelta a Alcañiz, con el retorno a nuestra tierra, a nuestras raíces, al reencuentro con nuestros pueblos, con nuestros seres queridos. Valoro el espíritu abierto y acogedor de nuestro Bajo Aragón, así como la nobleza de su carácter y el hecho de haber sabido mantener una tradición centenaria cual es nuestra Semana Santa. Con la misma sinceridad digo que nunca entendí las rivalidades entre nuestros pueblos: nunca me interesó demasiado polemizar sobre en qué pueblo de la Ruta del Tambor y del Bombo eran mejor sus procesiones, sus repiques, cuál se sabía promocionar mejor o era más conocido en el exterior. Al margen de "piques" y repiques, no éramos ni mejores ni peores, éramos simplemente diferentes, formábamos parte de un mismo sentimiento colectivo. Por ello, la Semana Santa bajoaragonesa se convierte en una señal de identidad cohesionadora de nuestra tierra, que aúna voluntades... y eso es lo importante.

      Desde otro punto de vista pienso que, aun siendo consciente de la importancia de promocionar nuestra comarca, recelo ante el riesgo de una excesiva mercantilización de nuestra Semana Santa, un fenómeno religioso y social tan importante y con tanta tradición, de reducirla a una mera atracción turística. Ciertamente, el reto sigue siendo armonizar ambos aspectos: una tradición religiosa y cultural que nos define y un progreso comarcal que merecemos.

      Como balance final, y porque respeto y valoro una celebración tan especial cual es la Semana Santa en el Bajo Aragón, quisiera hacer algunas consideraciones personales. En primer lugar, durante estas fechas, además del reencuentro personal y social con nuestra y nuestras gentes, sobre todo para los que vivimos fuera del Bajo Aragón, pienso que estas celebraciones nos ofrecen un espacio y un lugar único para pensar sobre el papel liberador de Dios en el mundo actual, un mundo en el cual el laicismo no es ningún demérito, del mismo modo que pasadas confesionalidades estatales tampoco fueron un mérito por lo que a la fidelidad al mensaje evangélico se refiere. En consecuencia, nos plantea la necesidad de retomar, desde el punto de vista cristiano, una fe libre de privilegios y comprometida socialmente.

      Por todo lo dicho, me gustaría que nuestra Semana Santa se mantuviese siempre como algo más que como una simple escenificación con fines exclusivamente turísticos, y que suprimiera algunos prejuicios antijudíos que todavía perviven en ciertas tradiciones semanasantistas. Bueno sería también que, por esa misma razón, para superar definitivamente intolerancias y dogmatismos excluyentes, no figurasen en las fachadas de nuestras iglesias las lápidas que recuerdan a una parte de nuestros paisanos muertos trágicamente en una dramática guerra civil mientras que se olvidan, siempre se olvidan, a la otra parte de nuestros vecinos y parientes. La Iglesia, si quiere ser fiel al mensaje de reconciliación evangélica, debería de evitar esta afrenta permanente, este recuerdo en sus templos de una contienda incivil. Y la Semana Santa, es un buen momento para superar todos estos errores, prejuicios y deformaciones que no hacen otra cosa que desvirtuar el verdadero mensaje que hace dos milenios nos legó Jesús de Nazaret y que, desde distintas perspectivas y conciencias, se nos hace más cercano en estas fechas.

      Esta es mi visión personal de nuestra Semana Santa, lo que siento y lo que pienso, en medio del atronador retumbar de nuestros tambores, los mismos que remueven nuestras más profundas convicciones y los que nos unen a nuestras raíces, a nuestra tierra.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(La Comarca, 22 marzo 2005)

 

 

 

ÁNGEL LACUEVA, LA VOZ DEL BAJO ARAGÓN AL SENADO

ÁNGEL LACUEVA, LA VOZ DEL BAJO ARAGÓN AL SENADO

         

Conozco a Ángel Lacueva desde la infancia y debo de decir que siempre admiré en él su  capacidad de trabajo, su  lucha constante y entusiasta por todo aquello en lo que creía. Esta actitud, esta forma de ser, la ha mantenido en su actividad política, un compromiso cimentado en la ética, la honestidad su tenacidad, todo ello unido a un amor apasionado por el progreso de su Alcañiz natal y, por extensión de nuestra comarca del Bajo Aragón.

Por ello, considero que ha sido un acierto el que Lacueva figure como candidato socialista al Senado de España en las presentes elecciones generales. Lacueva representa una opción de progreso para el Bajo Aragón, supone el auténtico voto útil de la izquierda plural en nuestra tierra, el único voto que, también en nuestra comarca, puede frenar a una derecha que nunca ha apostado verdaderamente por nuestra tierra, una derecha que sigue pretendiendo, todavía, hipotecar nuestro desarrollo futuro con proyectos trasvasistas. Consecuentemente, si queremos impulsar las políticas de progreso para el Bajo Aragón, frenar los planteamientos insolidarios y desvertebradores de la derecha que crispan la convivencia entre los ciudadanos y los territorios de España, pienso que resulta imprescindible apoyar las candidaturas socialistas, apoyando lo que es y lo que representa Ángel Lacueva.

Es cierto que el PP presenta candidatos del Bajo Aragón en sus listas pero, si nos atenemos a lo ocurrido en la pasada legislatura, en que estuvieron más interesados en desgastar al Gobierno de Zapatero que en plantear propuestas ilusionantes y de futuro para nuestra comarca, mucho me temo que, de perder las elecciones, vuelvan a hacer lo mismo.

Hubo un tiempo en que la voz del Bajo Aragón se dejó oír en el Senado: fueron los años en que estuvimos representados por Rufino Foz, senador socialista. Ahora, Ángel Lacueva, si resulta elegido, puede continuar su labor. Su dedicación y sus convicciones lo avalan. Por ello, Lacueva debe ser la voz firme, la mirada positiva de este Bajo Aragón que progresa, que avanza hacia el futuro con trabajo, con tenacidad y sin crispaciones inútiles. El futuro está por construir y Lacueva, comprometido plenamente en esta tarea,  merece representarnos, ser la voz del Bajo Aragón en el Senado de España. Por ello, espero y deseo que asuma este honor y esta responsabilidad, pues Lacueva es un valor seguro a la hora de defender los intereses bajoaragoneses en el nuevo tiempo político que ahora comienza.

José Ramón Villanueva Herrero

(La Comarca, 7 de marzo de 2008)

  

Y ALCAÑIZ GIRÓ A LA IZQUIERDA

Y ALCAÑIZ GIRÓ A LA IZQUIERDA

     Después de las pasadas elecciones municipales del 27 de mayo, tras décadas de hegemonía conservadora en Alcañiz, siempre apoyada por el PAR, se han cumplido los sondeos previos y la ciudad bajaoragonesa ha experimentado un giro político hacia la izquierda. Este  cambio de rumbo ha sido propiciado por diversas causas: un evidente desgaste de proyectos y gestión por parte del equipo de gobierno conservador-parista en la corporación municipal y, sobre todo una buena labor de la candidatura de IU encabezada por Amor Pascual que, sin duda, ha conectado con un amplio sector de la ciudadanía lo cual se ha reflejado en que, por vez primera, IU es la lista más votada en Alcañiz lo cual la convierte en la vencedora real, y también moral, de las elecciones. Este hecho, unido a los resultados obtenidos por Angel Lacueva y el PSOE, pese a la pérdida de un edil, convierten a la suma de la izquierda en la opción política por la que claramente se han decantado los alcañizanos. Ciertamente, la ciudadanía ha hablado claro: es preciso un cambio político en la ciudad y este, sin duda, supone un giro a la izquierda de la corporación municipal. Esta es la realidad, este es el reflejo de la voluntad popular y soberana de los alcañizanos que debe ser tenida muy en cuenta pues evidenciaba que la larga etapa de ayuntamientos conservadores, siempre apuntalados por el PAR, estaba agotada y debía de abrirse un período político nuevo.

     Frente a la evidencia de estos hechos, el pragmatismo de las negociaciones políticas postelectorales podría producir resultados insospechados y hasta sorprendentes. No sería ético, ni tampoco coherente desde el punto de vista ideológico que, en aras a la teoría del “pacto global” defendido por Biel y que tanto ha beneficiado al PAR, sempiterna bisagra política, se desvirtuase el sentir de la voluntad popular. Consecuentemente, resultaría incomprensible para muchos ciudadanos, entre los que me incluyo, cualquier pacto local que aislase políticamente a la auténtica vencedora de las elecciones locales en Alcañiz, esto es, a Amor Pascual y a IU, con la intención de impedir un gobierno municipal de izquierdas IU-PSOE en la capital del Bajo Aragón.

     Si Alcañiz ha tenido una mayoría social y electoral de izquierdas, parece obvio que ello deba quedar reflejado a la hora de conformar la nueva corporación municipal. De este modo, el nuevo Ayuntamiento debería de ser el resultado de un pacto político IU-PSOE con Amor Pascual como alcaldesa y Angel Lacueva como primer teniente alcalde: sería el equipo de gobierno ideal al aunar la simpatía y carisma de Amor Pascual con la capacidad de trabajo y de gestión de Angel Lacueva ya que ambos, trabajando unidos,  podrían ser la punta de lanza para dinamizar las potencialidades de una ciudad como Alcañiz, sumida en una cierta inercia durante los últimos años de gobierno conservador-parista.

     Cualquier otra solución política que se plantee distinta al pacto natural IU-PSOE no dejaría de ser una componenda que, al margen de la realidad y del sentir ciudadano, respondería a otras estrategias e intereses. Por ello, la mayoría de izquierdas en Alcañiz es un hecho objetivo que no debe ser desvirtuado por “pactos globales” que pretendan convertir a  esta ciudad en moneda de cambio en beneficio de la derecha regionalista que el PAR representa. De hecho, ante la posibilidad de un hipotético pacto PAR-PSOE, conviene  recordar que, por lo que al caso de Alcañiz  respecta, no ha habido experiencia de gobierno conjunta puesto que, desde siempre, los paristas siempre han optado por los conservadores como socios de gobierno y no por los socialistas como ocurre en el gobierno de la Comunidad Autónoma o en el caso de la ciudad de Teruel. Pese al supuesto “centrismo” del PAR, éste nunca ha apoyado en Alcañiz al PSOE tal vez porque, en el fondo y en la forma, se ha sentido muy cómodo con la derecha conservadora  que ha hegemonizado la política local prácticamente desde la recuperación de las libertades democráticas.

     Todavía sería más contra natura un entente PAR-PSOE-PP que, con variante o sin ella, desconcertaría al electorado socialista en la misma medida que mitigaría la derrota de la derecha que, recordémoslo, ha sido la perdedora de  los comicios en Alcañiz.

     Confiemos en que, tras tantos años de espera, un gobierno municipal de izquierdas IU-PSOE sea posible en Alcañiz. Este anhelo no puede ser frustrado con otro tipo de pactos difícilmente comprensibles por la ciudadanía alcañizana, la misma que se ha expresado con claridad demandando un  cambio político, un giro a la izquierda, que, sin ninguna duda, la ciudad necesita. Como suele decir el político socialista alemán Oskar Lafontaine, “el corazón siempre late a la izquierda” y el del electorado mayoritario de Alcañiz así lo ha hecho. Por ello, y pese a quien pese, el corazón de Alcañiz ha latido (y girado) a la izquierda.

José Ramón Villanueva Herrero

(militante de la Corriente de Opinión Izquierda Socialista del PSOE)

(Diario de Teruel, 3 de junio de 2007)

EL RETO DE LAS COMUNICACIONES EN EL BAJO ARAGON

EL RETO DE LAS COMUNICACIONES EN EL BAJO ARAGON

Desde siempre, el Bajo Aragón ha carecido de las comunicaciones merece en relación a sus potencialidades económicas y a su posición geográfica. Ha sido esta una demanda histórica de nuestra comarca. Por ello, en 1868, la prensa se hacía eco de esta situación señalando que, “para viajar  por el Bajo Aragón es preciso primeramente encomendarse a Dios”, añadiendo que, “recomendamos a los que tengan necesidad de viajar hacia la Tierra Baja, lo aplacen hasta pasados diez años, que entonces, ya tendremos terminado el ferrocarril de Escatrón y la carretera” (El Eco de Aragón, 18 julio 1868). Ciertamente, como señalaba el historiador Vicente Pinilla, los transportes fueron durante todo el s. XIX “un factor de estrangulamiento” para el desarrollo de las tierras turolenses, lo cual supuso un considerable atraso económico debido al notable grado de aislamiento de nuestra provincia de lugares más desarrollados cual eran Cataluña y Levante.

Consecuentemente, el bajoaragonesismo comarcalista mantuvo siempre una permanente reivindicación a favor del trazado de nuevas vías de comunicación (carreteras y ferroviarias) por las cuales llegase el progreso a nuestros pueblos. En este sentido, hay que recordar la infatigable labor del P. Nicolás Sancho Moreno (1801-1883) desde que se crease en Alcañiz una Junta de Carreteras en 1841. Bajo su impulso, realizó multitud de gestiones para mejorar las comunicaciones en el Bajo Aragón. A instancias de dicha Junta, se acordó la construcción de la carretera que uniese Zaragoza, Alcañiz y Tortosa, así como otra que enlazase con Vinaroz, además de promover la que debía de unir a Alcañiz con la ciudad de Teruel.

Junto a las carreteras, la llegada del ferrocarril se convirtió en otra demanda permanente para el Bajo Aragón. En 1863, como consecuencia de los primeros proyectos de trazados férreos que debían unir Zaragoza con Cataluña, se estableció en Alcañiz una Junta de Ferrocarriles en la cual volvió  a tener un papel relevante el P. Nicolás Sancho. Los distintos proyectos sobre su trazado enfrentarían durante estos años a Alcañiz y Caspe y, por ello, cuando en marzo de 1873, recién proclamada la I República, la Asamblea Nacional rechazó el que dicho trazado pasase por Alcañiz, se produjo una profunda decepción en la capital de la Tierra Baja turolense.

Otro caso distinto fue el ferrocarril Val de Zafán-San Carlos mediante el cual se pretendía que el Bajo Aragón tuviese un acceso rápido al mar y a los mercados catalanes. Iniciadas las obras en 1865, su construcción se prolongó durante muchos años avanzando con desesperante lentitud. El 14 de diciembre de 1869, el diputado alcañizano Francisco De Pedro, Barón de Salillas, ya planteó “la oportunidad y conveniencia para el país de pedir la prolongación del ferrocarril desde Val de Zafán al Mediterráneo cruzando por esta Ciudad”, propuesta que poco después sería apoyada por los alcaldes de Híjar y Valderrobres. Las dudas persistieron durante años  y, en septiembre de 1876, el Ayuntamiento alcañizano manifestaba que, de no pasar el Val de Zafán por esta ciudad, ésta entraría en “una decadencia completa”. El tema se enquistó y nuevamente el Bajo Aragón se movilizó reivindicando los necesarios trazados ferroviarios: fueron los años de las campañas de Santiago Contel desde su periódico “La Alianza” (1880) , continuadas por la obra del infatigable Nicolás Sancho titulada Una ojeada retrospectiva y de actualidad sobre las carreteras y vías férreas del Bajo Aragón (1881). Hubo que esperar hasta el 31 de julio de 1895 para ver llegar la primera locomotora a Alcañiz pero la vía del Val de Zafán siguió su construcción con suma lentitud: no fue hasta 1942 en que este trazado llegó hasta Tortosa y, pocos años después, un 19 de septiembre de 1973, esta histórica y demandada línea era cerrada definitivamente.

Peor suerte tuvo el inacabado ferrocarril Teruel-Alcañiz con lo cual se frustró una importante vía de comunicación que hubiera permitido una muy necesaria vertebración de la provincia turolense.

Tras este recorrido histórico, y después de tantas décadas de espera, también de desencuentro y frustración, la comarca se halla en un momento en el que algunas de sus reivindicaciones históricas sobre las comunicaciones comarcales pueden lograrse en breve. Pese a todo un cúmulo de dificultades, pese a las polémicas sobre el trazado de diversos tramos y variantes, el desdoblamiento de la N-232 y su conversión en autovía, cuando menos en el tramo El Burgo-Ventas de Valdealgorfa, parece haberse encauzado de forma definitiva. Posteriormente, quedará pendiente el determinar la salida más idónea de dicha autovía hasta el Mar Mediterráneo, con lo cual culminaría una de las demandas históricas de nuestra comarca.

También resultan interesantes las propuestas para reactivar el ferrocarril en la comarca. En este sentido, la Ciudad del Motor, un proyecto socialista que debe ser un elemento proyector y dinamizador del Bajo Aragón en el exterior, puede hacer viable la construcción de una lanzadera ferroviaria que enlace con las vías rápidas con los consiguientes efectos positivos para no sólo la Ciudad del Motor sino, también, para el conjunto de la comarca.

Después de tantos años de anhelos y dificultades, sentimos una profunda satisfacción al comprobar que, ante las desidias de la derecha y la inacción del equipo de gobierno conservador-parista del Ayuntamiento de Alcañiz, ha tenido que ser un Gobierno socialista el que haya asumido finalmente el saldar la deuda histórica que, en el tema de las comunicaciones, le debían los poderes públicos al Bajo Aragón, lo cual no sólo es un acto de justicia, sino, también, una forma de asegurar nuestro desarrollo futuro. En este sentido, y dada la proximidad de los comicios electorales, queremos reconocer públicamente el trabajo constante que nos consta que, en este y otros temas, ha llevado a cabo desde siempre Ángel Lacueva  Soler, el candidato socialista a la alcaldía de Alcañiz. Esta mención la hacemos conscientemente puesto que, recordando lo que fue nuestra historia comarcal, pensamos sinceramente que en Ángel Lacueva se reflejan  con toda nitidez los ideales y el espíritu de regeneración del bajoaragonesismo  que, desde el s. XIX, se ha esforzado, frente a toda adversidad, por impulsar el desarrollo y el progreso social de nuestra ciudad y comarca. Por ello, consideramos que Lacueva es el político alcañizano que, sin ninguna duda, con su tenacidad y capacidad de trabajo, mejor refleja el necesario espíritu regenerador de esta comarca nuestra y que, por ello, merece nuestra confianza y apoyo.

 

José Ramón Villanueva Herrero y Cándido Marquesán Millán.

(Diario de Teruel, 17 mayo 2007)