LOS BANKOMUNALES: UN MODELO DE AUTOFINANCIACIÓN CREDITICIA
Estamos viviendo un tiempo en el que el dogal de la crisis económica se cierra con fuerza sobre todos nosotros, un tiempo en que el “Mercado” se ha convertido en amo y señor de nuestros destinos y, postrados ante su supremo poder, parecen haberse rendido los gobiernos de todo signo político. Es como si se hubieran difuminado las ideologías, sobre todo las de signo socialdemócrata, renunciando con una fatal resignación a plantear una alternativa a la dictadura de los mercados y de los especuladores financieros, aunque ello suponga poner en peligro los logros del Estado de Bienestar que tanto ha costado conseguir (y consolidar) en las democracias occidentales.
La crisis económica está derivando en una crisis social como lo prueba la creciente indignación de los trabajadores, empleados públicos, pensionistas y personas dependientes a los que se está haciendo pagar una crisis que no hemos generado. Este hecho es una enorme injusticia y resulta inaceptable si los sectores económicos financieros y empresariales no asumen de forma inmediata por medio de unas cargas fiscales progresivas adecuadas, su responsabilidad solidaria para salir de la profunda crisis en la que nos han sumido.
Mientras el mundo desarrollado y muy especialmente la Unión Europea se debaten en esta crisis global (económica y de modelo productivo), leo con interés noticias procedentes de la República Bolivariana de Venezuela relativas a cómo las finanzas deben de estar al servicio de las personas, especialmente de los humildes, y no al revés como estamos acostumbrados a ver y padecer. Me refiero a la experiencia de los Bankomunales (con “k”), también llamados “Grupos de Autogestión Financiera”, popularmente conocidos como BK.
Los Bankomunales están inspirados en las ideas del Premio Nobel Muhammad Yunus, creador de los microcréditos destinados a las mujeres de Bangla Desh por medio del Grameen Bank. Y es que si las ideas y realizaciones prácticas de Yunus han demostrado que se pueden financiar a las poblaciones pobres del Tercer Mundo, los Bankomunales (BK), significan una forma concreta de autofinanciación para estas mismas comunidades. De hecho, se trata de pequeñas asociaciones formadas a partir de los capitales aportados por los propios socios con el fin de invertir y prestarse servicios de microinversiones, todo ello organizado de forma autogestionaria.
La iniciativa de los BK ha alcanzado una gran pujanza en Venezuela a partir de la fundación del BK Banpeninsular en 1999. Éstos, surgieron a partir del impulso de la antropóloga Diana Vilera y de Salomón Raydán, filósofo y fundador de la Fundación de Financiamiento Rural (FUNDEFIR) a partir de la idea de formar pequeños grupos de personas, geográfica y socialmente homogéneos, los cuales ponen sus ahorros en común con lo los que se constituye el capital inicial del BK, el cual se prestará posteriormente a sus miembros a cambio de un mínimo interés.
Los BK están diseñados para actuar en tres niveles: el consumo, la generación de ingresos y la capitalización familiar. El objeto de los mismos es el de satisfacer las necesidades vitales de alimentos, medicinas, ropas y otros elementos del hogar para sus asociados, además de financiar a las pequeñas empresas familiares y enseñar técnicas de administración a sus miembros. Las posibilidades de las nuevas tecnologías también son aprovechadas por los BK y de hecho, en el presente año 2010, se está trabajando con objeto de compartir recursos en la red y de este modo crear un software de telefinanciación. En consecuencia, los BK, que actualmente son autónomos, pretenden ahora poner en marcha una gestión centralizada de los mismos utilizando sistemas informáticos.
Dentro de los BK existe un triple sistema de calificación de los solicitantes de préstamos (niveles A, B y C) en función de la solvencia de éstos y de la prontitud para amortizar éstos. Existe, además, un tope máximo para las cuantías a prestar, la cual se debe devolver en 18 meses y, en caso contrario, la penalización de los pagos atrasados que puede llegar hasta el 12 %.
En la actualidad existen centenares de BK en Venezuela, lo cual ha supuesto un éxito indudable en el proyecto de autofinanciación de las comunidades pobres y su ejemplo ha sido seguido por proyectos similares que se están ensayando en Bolivia, Brasil, Colombia, Senegal e incluso España.
Un impulso decisivo para la expansión de los BK fue la aprobación en el año 2004 en Venezuela de una ley mediante la cual cada estudiante universitario debe dedicar 120 horas de su tiempo a trabajos comunitarios. De este modo, la Universidad de Oriente (UDO) no sólo creó su propio BK, sino que está desarrollando una importante labor social en este sentido al ofrecer a otros BK el apoyo y asesoramiento de los estudiantes de la Facultad de Administración, además de impartir cursos universitarios sobre microfinanzas, proyectos éstos a los que se ha unido más recientemente la Universidad de Caracas.
Como señalaba Salomón Raydán, “el sistema bancario tradicional sólo es útil para más o menos el 20 % de la población mundial, pero los demás también tienen necesidades financieras, aunque no tan sofisticadas como las de los bancos actuales”. De hecho, como señala Raydán, “Muhammad Yunus enseñó al mundo que nos pobres son financiables. Nosotros hemos demostrado que son auto-financiables”: para ello surgieron los BK, un proyecto alternativo y autogestionario de autofinanciación del crédito al cual algunos han dado en llamar “capitalismo de tercera generación” pues, tras los modelos propios de la era industrial y de la era financiera, se pretende ahora impulsar una nueva forma de gestión del capital crediticio más humana, incorporando la ética a la economía práctica financiera.
Tal vez, el proyecto de los BK esbozado en Venezuela, se consolide como una alternativa humana y justa ante la actual voracidad que el capitalismo financiero supone y que, como consecuencia de la crisis global, está socavando los cimientos de nuestra economía y los principios y valores de nuestra sociedad. Ciertamente, se trata de una idea de gran interés en los convulsos y cambiantes tiempos que nos ha tocado vivir.
José Ramón Villanueva Herrero
(Diario de Teruel, 21 junio 2010 ; El Periódico de Aragón, 20 julio 2010)
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