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Kiryat Hadassa: el blog de José Ramón Villanueva Herrero

AUSTERICIDIO

AUSTERICIDIO

 

     La dimensión y calado de la actual crisis global, no sólo está deteriorando nuestro modelo social y la esencia de nuestra democracia, sino que también nos está cambiando a nosotros, a los ciudadanos de a pie: percibimos que hemos retrocedido en nuestro nivel de vida, que la realidad presente nos está empobreciendo, y sentimos un fundado temor ante lo que un incierto futuro nos pueda deparar. Hemos cambiado (a peor) nuestra percepción de la clase política, convertida en un mero instrumento ejecutor de los dictados de lo que ahora se llama “los mercados”, y que son las fuerzas del capital de siempre, nos hemos indignado con la nefasta gestión de la crisis, con la degradación de nuestra democracia, con la voladura controlada de nuestro Estado de Bienestar. También nuestro lenguaje ha ido cambiando y se ha ido llenando de términos nuevos: descubrimos que la “prima de riesgo” nada tenía que ver con una pariente conflictiva, que el “rescate” financiero no significa la salvación de un país como bien saben los sufridos ciudadanos griegos, que las agencias de calificación de riesgos se descalifican por sí solas dadas sus inmorales y delictivas maniobras especulativas, y empezamos a hablar de “terrorismo y genocidio financiero” y ahí está el escándalo de los desahucios, un auténtico oprobio para el supuesto Estado Social y Democrático de Derecho que consagra nuestra Constitución.

     Entre estos nuevos términos, vinculados a la economía que todo lo envuelve, ha aparecido también el de “austericidio” el cual hace referencia, y bien lo saben los ciudadanos griegos, portugueses o españoles, a los destructivos efectos ocasionados por la aplicación estricta  de las políticas de ajuste y recortes, la letal punta de lanza  de las imperantes políticas neoliberales, unas políticas que, como señalaba Jean Ziegler, vicepresidente de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, nos quieren hacer creer que son “ la única política posible”, una política destructora que, los hechos lo demuestran,  “sólo se aplica a la clase trabajadora y nunca a los banqueros”.

   El austericidio, que exigió (y consiguió) incluso reformas constitucionales (recordemos la modificación del artículo 135 de nuestra Carta Magna en un nefasto pacto PSOE-PP), está suponiendo unos costes sociales y un cúmulo de sufrimientos que resultan inaceptables en aquellos países donde están siendo aplicados siguiendo los férreos dictados de la Troika (Banco Mundial, FMI y Comisión Europea) y, especialmente, de la canciller Merkel que es la que marca el rumbo económico a una Unión Europea que parece renunciar a construir una auténtica Europa Social. Frente al austericidio se han alzado las voces y los argumentos de Susan George, presidenta de ATTAC, y de diversos economistas críticos con la actual dictadura económica neoliberal como Juan Torres, Vicenç Navarro o Alberto Garzón, todos los cuales han expresado repetidamente cómo el empecinamiento en mantener las actuales políticas de austeridad, sólo están sirviendo para empeorar la ya de por sí grave situación económica y social.

     A estas voces críticas se une Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía quien también ha manifestado repetidamente su rechazo a las políticas de austeridad y de recortes que es aplican en la Eurozona al considerar que conducen a una reducción de la actividad económica (caída del consumo interno, incremento del paro) y ello ahonda la depresión económica. Stiglitz, como Paul Krugman y otros economistas que han recuperado las propuestas de Keynes que sirvieron para salir de la Gran Depresión posterior a 1929,  recuerdan a los gobernantes, hasta ahora sin éxito, que nunca se debe de recortar el gasto público en tiempos de recesión puesto que ello produce efectos letales en los sectores sociales más vulnerables a los embates de la crisis y, como alternativa, proponen políticas de crecimiento basadas en la inversión pública, el incremento del salario mínimo, las prestaciones sociales, la búsqueda del pleno empleo y la lucha contra la desindustrialización. De lo contrario, de mantenerse las políticas de austeridad a ultranza, un negro futuro nos espera y, como advertía Stiglitz, las consecuencias de la crisis serán “largas y severas” , ésta se extenderá a otros países y, para el caso de España,  vaticina “muchos años de crisis” de seguir de forma contumaz con los ajustes.

     Por todo lo dicho, el austericidio, dados los nefastos efectos sociales que ocasiona, puede considerarse como un “crimen económico contra la humanidad”, delito que la Corte Penal Internacional (CPI) define como “cualquier acto inhumano que causa graves sufrimientos o atenta contra la salud mental o física de quien lo sufre, cometido como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil”. Este concepto, reactivado como consecuencia de  la actual crisis, ha hecho que las economistas  Lourdes Benería y Carmen Sarasúa reclamen con toda justicia y razón su denuncia  penal ante los tribunales internacionales. En esta misma línea, se ha manifestado igualmente Jean Ziegler al señalar que  los “especuladores financieros deben ser juzgados y condenados, reeditando una especie de Tribunal de Nüremberg”, pues son ellos, los culpables de esta crisis sistémica y de los crímenes económicos contra la humanidad que han ocasionado. Y, precisamente por ello, el pasado 24 de julio, un grupo de ciudadanos griegos acudió a la CPI para presentar cargos contra los líderes de la Eurozona y el FMI por “genocidio económico y social”, todo un ejemplo a seguir puesto que, de no hacer frente al austericidio y la violencia estructural que genera, habremos perdido toda esperanza de alcanzar un futuro más justo y solidario.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(publicado en: El Periódico de Aragón, 18 noviembre 2012)

 

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