UN MANIFIESTO CONTRA LA CRISPACIÓN POLÍTICA
Desde hace ya demasiado tiempo, se ha instalado en el debate político español un creciente grado de crispación que resulta preocupante. Este hecho, que está deteriorando la vida pública y la convivencia ciudadana, debe llamarnos a todos a una reflexión serena y a adoptar soluciones que le pongan fin lo antes posible. Es por ello que considero un hecho positivo la aparición en estos días de un “Manifiesto por la convivencia, frente a la crispación” en tanto que supone toda una prueba de sensatez cívica así como una seria llamada de atención hacia la clase política y, de forma especial, hacia la oposición contumaz y desabrida que caracteriza la actuación de la derecha española desde que hace tres años fue apeada del poder, lo cual no parece haber asimilado plenamente.
El Manifiesto nos ofrece un exhaustivo análisis de la actual situación política española. En primer lugar, se constata la profunda inquietud que, entre la ciudadanía, está produciendo la creciente crispación y el acalorado enfrentamiento instalados en la vida política. En su texto se advierte de una serie de riesgos que se derivan de hechos tales como el que el debate sereno y argumentado se ha sustituido por la descalificación y el insulto, del cuestionamiento de diversas instituciones e, incluso, de la legitimidad del mismo Gobierno socialista actual, así como que el derecho a recibir una información veraz está siendo invadido por la manipulación sistemática de los hechos con mentiras y medias verdades que no hacen sino crear confusión en la ciudadanía. Esta cúmulo de circunstancias, definidas como “conjunto de procesos indeseables”, pueden suponer el primer síntoma de una fractura, de una quiebra de la convivencia social, que hay que evitar a toda costa.
Esta situación resulta especialmente grave cuando, tal y como señala el Manifiesto, esta crispación no responde en absoluto a la situación real de España puesto que se ignoran “hechos objetivos” como una situación económica aceptable o el logro de significativos avances sociales y políticos. Además, al margen de los errores del Gobierno, se reprocha a la oposición el que haya sido incapaz de presentar auténticas alternativas constructivas en temas concretos, y también de Estado, que le hubieran dado una mayor credibilidad al margen de posiciones y actitudes demagógicas. Bien al contrario, la oposición se ha ido descentrando a la vez que enarbolaba temas de profunda carga emocional como supuestos riesgos para la unidad de España o el bulo de que el Presidente Zapatero había rendido el Estado ante los terroristas etarras. El Manifiesto no duda en señalar que “tamaña desmesura no tiene nada que ver con la realidad”, razón por la cual rechaza con contundencia el hecho de que la oposición haya convertido el tema de la lucha antiterrorista en el “eje exclusivo” de su agria pugna con el Gobierno. Esta situación resulta especialmente grave puesto que, como se enfatiza en su texto, “esta postura no tiene antecedentes en la Unión Europea”. (Recordemos, a modo de contraste, la absoluta lealtad del Partido Conservador británico para con la política de pacificación del Ulster impulsada por Toni Blair).
El Manifiesto critica igualmente la actitud de la oposición de patrimonializar la idea de España, tan propia de la rancia derecha, mediante la apropiación, casi en exclusiva, de banderas e himnos, así como el que la “política de confrontación” haya llegado a instituciones que, como el Tribunal Constitucional o el Consejo General del Poder Judicial, deberían de quedar al margen de la lucha política.
Junto a todo lo dicho, este Manifiesto plantea una serie de propuestas de interés. En primer lugar, exige al Gobierno que, sin caer en la tentación de la confrontación, asuma con convicción el liderazgo social impulsando propuestas positivas que impidan la ola creciente de confusión y desencanto que se extiende entre la ciudadanía. Igualmente, considera que las próximas elecciones serán una buena ocasión para exigir a toda la clase política que se ocupe realmente de los problemas que, de verdad, preocupan a todos los ciudadanos, y no de esa “realidad virtual” con tintes apocalípticos diseñada por una derecha que, a tambor batiente, redobla sus ataques contra el Gobierno y, sobre todo contra el Presidente Zapatero, para recuperar el poder. Finalmente, con el sentido común que impregna todo este Manifiesto, se nos solicita a todos los ciudadanos unidad y sensatez ante temas esenciales que deben quedar lejos de toda manipulación interesada como son la paz, la libertad, la lucha contra el terrorismo, la defensa del Estado de Derecho y sus instituciones, y, también, los avances sociales y civiles logrados “frente a los que pretenden hacernos retroceder en el tiempo”. Con este mismo espíritu, el “Manifiesto para la regeneración del PP de Galicia” de 16 de septiembre de 2005, ya exponía ideas similares que parecen haber olvidado los dirigentes populares al señalar que “el PP hará un esfuerzo en desterrar las actitudes que generan crispación política, incluso en la defensa de posiciones antagónicas, que no suponen más que desasosiego social, inquietud y rechazo de los ciudadanos hacia la clase política y no añade nada positivo a un diálogo fructífero y constructivo. La buenas maneras deben de instaurarse en la clase política como ejemplo de tolerancia y convivencia ante la sociedad”.
Como vemos, tanto en este documento del PP de Galicia, como en el Manifiesto por la convivencia a los que nos hemos referido en este artículo, nos plantean todo un reto y, también, un compromiso cívico para reconducir la actual situación que a nadie beneficia, un reto y un compromiso de los cuales depende la salud futura de nuestra sociedad democrática.
José Ramón Villanueva Herrero
(Diario de Teruel, 15 abril 2007)
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