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75 AÑOS DE RADIO NACIONAL DE ESPAÑA

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     En este año se cumple  el 75º aniversario de de Radio Nacional de España (RNE),  emisora inaugurada en Salamanca el 19 de enero de 1937 en medio del desgarro dramático que supuso  la guerra civil, para servir de órgano de propaganda de los sublevados contra la República, esto es, del bando llamado “nacional”, de ahí el adjetivo adoptado por dicha emisora.

      Quisiera dedicar unas líneas al origen de RNE no sólo por el reciente aniversario de la misma, sino, también, por el hecho de que fuese su primer director un destacado franquista alcañizano, un jerarca del régimen de larga trayectoria política,  Emilio Díaz Ferrer y Gascón (1896-1966), el cual fue alcalde de Alcañiz durante 13 años (1942-1955) y procurador en las Cortes franquistas durante cuatro legislaturas.

     Emilio Díaz, en una entrevista que publicó El Noticiero el 5 de febrero de 1956, relataba cómo surgió RNE y la  importante labor propagandística de la emisora al servicio de la España franquista. Así, Díaz, voluntario falangista al inicio de la guerra, fue más tarde nombrado delegado de Falange en el periódico zaragozano Amanecer y estuvo como corresponsal en el frente de Madrid durante noviembre de 1936 en lo que se suponía la inminente conquista de la capital por las fuerzas franquistas. La heroica defensa republicana de la misma desbarató los planes militares de los sublevados de poner fin de una forma rápida a la contienda, la cual, a partir de entonces, se convirtió en una lucha  larga y sangrienta.

     Fracasado el ataque frontal contra Madrid, Emilio Díaz fue enviado a Salamanca, en donde se hallaba el cuartel general de Franco. Allí, como el falangista alcañizano relata, se reencontró con su viejo amigo el general Millán Astray y éste, “me puso a sus inmediatas órdenes”. Millán Astray, fundador con Franco de la Legión, hombre rudo y violento que protagonizó el 12 de octubre de 1936 un sonado enfrentamiento con un Unamuno anciano y desencantado cuando bramó aquel grito cavernario de “Muera la inteligencia!”, había sido nombrado por Franco Primer Delegado de Prensa y Propaganda de la España nacional con el objeto de que “organizase sin dilación un organismo rector de la divulgación de las noticias de la guerra”. De este modo, Millán Astray  hizo uso de una pequeña emisora de 2,5 Kw instalada en un estudio de la Facultad de Ciencias de la Universidad salmantina sito en el palacio de Anaya. Allí  se colocó un micrófono conectado con un cable a las instalaciones de Radio Salamanca: este fue el origen de RNE.

     Entre el personal encargado de poner en marcha la nueva emisora “nacional”, además de Millán Astray, (que obligaba a los periodistas a sus órdenes a cuadrarse y alinearse a toque de silbato como si de un cuartel se tratara), estaban Ernesto Jiménez Caballero, Eugenio Montes y Emilio Díaz. No obstante, la salida de Jiménez Caballero a realizar tareas propagandísticas en la Italia fascista, hizo que Emilio Díaz fuese nombrado “segundo jefe de la Delegación y director de Radio Nacional”. Gradualmente se fueron incorporando otros colaboradores como Vicente Gay, Juan Aparicio, Víctor de la Serna, Antonio de Obregón, Mariano Rodríguez de Rivas, Antonio Asenjo, José Antonio Jiménez Arnau y el dominico P. Getino, responsable de una sección que Díaz define como “la guerra vista a través de la Teología”, claro ejemplo de la instrumentalización del sentimiento religioso por parte de los sublevados. De las tareas de locutor se encargó el mismo Emilio Díaz hasta que más tarde se contrató al actor Fernando Fernández de Córdoba, cuya voz leyó, con el habitual tono castrense, el último parte militar de la guerra.

     La inauguración oficial de RNE tuvo lugar el 19 de enero de 1937 por parte de Franco, acompañado de Vicente Gay (segundo Delegado del Estado para Prensa y Propaganda), el embajador de la Alemania nazi (Von Faupel) y, a su lado,  Emilio Díaz, el primer director de la emisora, tal y como se refleja en las fotografías de la época. Para entonces, las instalaciones de RNE habían mejorado considerablemente puesto que se había comprado una emisora nueva en la Alemania hitleriana de 79 kw de potencia y “montada en siete camiones”. A ella se refería con admiración Emilio Díaz: “era una emisora formidable entonces y de grandes ventajas para una nación en guerra, ya que llevaba generadores para producirse ella misma la energía que se gastaba”. Todos estos equipos fueron instalados por el ingeniero alemán Von Krasner en el Frontón Salamanca, en donde se contaba con diversos estudios de grabación y, también,  con una antena telescópica de 40 metros. Emilio Díaz permaneció al frente de RNE hasta finales de abril de 1937, momento en que fue sustituido por el periodista Jacinto Miquelarena.

     Nada queda de aquellos orígenes fascistas de RNE excepción hecha del adjetivo de “nacional”  y las alusiones coloquiales a los  “partes”, término de reminiscencia militar, en referencia a los boletines de guerra del bando franquista que, precedidos de un toque de corneta, eran leídos con aire marcial y retórica franquista durante la contienda civil. Y es que también RNE tiene su historia, tiene su memoria histórica, vinculada en sus orígenes a un fascista turolense de incómoda memoria y que ahora, cuando se han cumplido los 75 años de vida de dicha emisora,  hemos querido recordar.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(publicado en El Periódico de Aragón, 4 junio 2012)

 

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04/06/2012 09:37 kyriathadassa Enlace permanente. Política-España No hay comentarios. Comentar.

WANNSEE

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     En tiempos de crisis económica y social, se suelen agitar los negros espectros del racismo y la xenofobia: ocurrió en la Europa de entreguerras y vuelve a ocurrir ahora, y hay que estar alerta ante este peligro, este cáncer para la democracia. Es preciso recordarlo, ahora,  en este año en que se cumple el 70º aniversario de la Conferencia de Wannsee en la que el 20 de enero de 1942 se reunieron  15 jerarcas nazis para adoptar las medidas necesarias para poner en marcha la “solución final”, el exterminio de todos los judíos de Europa en lo que fue conocido como el Holocausto, la Shoah, una de las páginas más trágicas de la historia de la Humanidad.

      En dicha reunión, presidida por Reinhard Heydrich,  jefe de la Oficina Central de Seguridad del Reich (RSHA), se expuso un plan, el Protocolo de Wannsee, definido por Mark Roseman como “el documento más vergonzoso de la era moderna” dado que “no ha existido jamás una descripción más tenebrosa y funesta” de la planificación metódica de un genocidio. Sus artífices (oficiales de las SS, altos funcionarios y miembros del Partido Nazi), eran personas de un elevado nivel de instrucción: dos tercios de ellos tenían títulos universitarios y, más de la mitad, doctorados, generalmente en derecho. Nadie podía imaginar que, como Wannsee puso de manifiesto, en Alemania, país de los poetas y  filósofos, se pudiera engendrar la bestia del nazismo cuyo delirio criminal avocó al mundo a la sangrienta II Guerra Mundial y al Holocausto.

     ¿Cómo se llegó a Wannsee?. La semilla del odio antisemita fue germinando con fuerza desde años antes: baste recordar la retórica antijudía de Hitler en Mi Lucha (1925) y, tras la llegada de éste al poder en 1933, las leyes racistas de Nüremberg (1935) o la trágica Noche de los Cristales Rotos (9 noviembre 1938). Fueron años en que la Alemania nazi pretendió eliminar la influencia social judía, desposeerlos de sus bienes y riquezas y expulsarlos del Reich. Todo cambió al estallar la II Guerra Mundial en que la brutalidad antijudía adquirió una nueva dimensión y la idea de exterminio se fue abriendo paso. Ya lo había advertido Hitler a sus fieles: “Cierren sus corazones a la compasión: método brutal”. Así, tras la invasión nazi de la URSS (junio 1941), se inició la guerra genocida contra los judíos. Fue allí donde tuvieron lugar los primeros fusilamientos masivos (recordemos Babi Yar) y en donde se fueron ampliando gradualmente el espectro de las matanzas: del asesinato de funcionarios soviéticos y judíos  con cargos se pasó al asesinato de todos los judíos varones en edad militar, al de mujeres y niños  y luego al de comunidades enteras.

     En este contexto, el 31 de julio de 1941 Hermann Goering encargó a Heydrich  “un plan total de las medidas organizativas, prácticas y financieras preliminares para la ejecución de la solución final en Europa”. Se acababa de este modo la idea inicial de Hitler de deportar a los judíos a los territorios del Este  y tenerlos allí como rehenes y sólo actuar contra ellos en caso de que EE.UU. entrase en la guerra. En consecuencia, como señala Gerlach, tras la declaración de la guerra por Alemania a los EE.UU. (11 diciembre 1941),  Hitler decidió dar el paso definitivo para lograr el “exterminio de todos los judíos europeos” y de la “solución territorial” (reserva judía en el Este) se pasó a la “solución final”: fue entonces cuando se hicieron los primeros ensayos  de asesinatos en cámaras de gas como método alternativo a los fusilamientos  masivos cometidos  hasta entonces por los Einsatzkommandos creados por Heydrich.

     A mes siguiente tuvo lugar la Conferencia de Wannsee en cuya acta se señala, con absoluta frialdad, que la “solución final” afectaría a 11 millones de judíos europeos, los cuales aparecían desglosados en una tabla  dividida en una Parte A (número de judíos a exterminar en cada uno de los países bajo ocupación o control alemán) y una Parte B, en la que se indican los judíos de los países europeos aliados de la Alemania nazi, de los países neutrales (se incluye España en la que se señala, había 6.000 judíos) y aquellos otros países con los que el Reich estaba todavía en guerra.

     Tras la Conferencia de Wannsee, Heydrich, su promotor, estaba satisfecho: se había puesto en marcha la “solución final” y, por ello,  y se fumó un puro acompañado de tres copas de coñac. En Wannsee estaba nevando, también sobre las gélidas conciencias de los artífices del genocidio.

     La guerra siguió con virulencia creciente, y el Holocausto se desarrollaba con precisión germánica. Pero, en medio de tanta tragedia, la historia hizo justicia con los criminales de Wannsee: Heydrich murió en Praga en un atentado  de la Resistencia checa (junio 1942) y Adolf Eichmann,  su principal colaborador y Jefe del Departamento de Asuntos Judíos de la RSHA, tras huir a Sudamérica al final de la guerra, fue secuestrado en Buenos Aires por un comando judío del Mossad y, tras ser juzgado, fue ahorcado en Jerusalem un 31 de mayo de 1962, hace ahora 50 años.

     La sombra de Wannsee fue dramática pero el combate jurídico contra el nazismo, como pusieron de manifiesto los procesos de Nüremberg y Eichmann, sentaron las bases de la legislación penal internacional, la imprescriptibilidad de los crímenes contra la humanidad y abrió la puerta para juzgar, entonces y ahora, a criminales y dictadores. Por ello es necesario recordar lo que supuso Wannsee ahora que el espectro del nazismo reaparece peligrosamente en diversos países de Europa, entre ellos, Grecia, la cuna de la civilización occidental.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(publicado en El Periódico de Aragón, 18 junio 2012)

 

18/06/2012 09:07 kyriathadassa Enlace permanente. Memoria histórica No hay comentarios. Comentar.

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