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Se muestran los artículos pertenecientes a Mayo de 2014.

LA CIÉNAGA DE LOS CIE

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     Por ciénaga entendemos un lugar malsano, difícilmente habitable, lo mismo que ocurre actualmente con los Centros de Internamiento de Extranjeros, los CIE, en que los inmigrantes indocumentados, los “sin papeles”, son encerrados como medida previa a su expulsión. En los 8 CIE existentes en España (5 en la península y 3 en Canarias),  han pasado 60.000 personas en los últimos cinco años, bien fueran éstos recién llegados a nuestras costas en pateras o bien otros que llevaban años en España en situación irregular por carecer de permiso de residencia lo cual, recordemos, es una infracción administrativa pero nunca un delito.

     Los CIE, creados tras la aprobación de la polémica Ley 7/1985 sobre Derechos y Libertades de los extranjeros, han sido objeto de un aluvión de críticas por la opacidad de su funcionamiento y por la vulneración de os derechos humanos de los inmigrantes en ellos internados. Además, se han producido en los CIE algunos fallecimientos como los de Idrissa Diallo (enero 2012) o Samba Martina (diciembre 2011), cuyos nombres han sido borrados por el viento y el olvido, como los de tantos otros inmigrantes que pierden la vida en su sueño de alcanzar una vida mejor atravesando desiertos y mares en condiciones muy precarias.

     Las críticas a los CIE proceden tanto de diversas ONGs como del Defensor del Pueblo, de la Fiscalía y de diversas instancias judiciales e internacionales. Los principales reproches se deben a que, frente a lo que insta la normativa de la Unión Europea, en concreto la Directiva 2008/115/CE, conocido como la “Directiva de Retorno”, los CIE se rigen por un modelo policial gestionado por el Cuerpo Nacional de Policía  y en el que los internos son considerados prácticamente como delincuentes, sin considerar las circunstancias políticas, económicas o humanitarias que motivaron la salida de sus países de origen. De este modo, los CIE, pese a tener nominalmente un carácter no penitenciario y a su función exclusivamente preventiva o cautelar con el fin de tramitar una expulsión, la realidad es bien distinta hasta el punto de que existen más garantías para los internos en un Centro Penitenciario que para quienes se hallan retenidos en los CIE. De este modo, resulta especialmente grave el hecho de que las condiciones de vida en los CIE  sean peores que en una cárcel a pesar de que, excepto la “libertad deambulatoria”, el resto de los derechos y libertades deberían de de estar garantizados. Y, sin embargo, las restricciones de estos derechos y libertades son constantes: la información que reciben los inmigrantes a su llegada no la entienden porque está escrita en una lengua que no conocen, porque no saben leer o porque está redactada en lenguaje técnico. Además, no reciben información comprensible de su situación jurídica concreta, de las gestiones que se realizan durante su internamiento o la fecha de su expulsión, todo ello unido a las dificultades para contactar con sus abogados. En cuanto a las expulsiones, éstas se realizan sin previo aviso, ya sea de día o de noche, sin indicar la fecha, hora, localidad de destino los datos del vuelo, todo lo cual no se comunica a la familia ni en su caso, al abogado.

     Junto a todo lo anterior, el descrédito de los CIE se debe, también a otras de sus condiciones de funcionamiento interno: no disponen de servicio de traductores e intérpretes, la comunicación con el exterior es muy limitada, el régimen de visitas tiene tintes carcelarios, la asistencia social y sanitaria resulta muy deficiente, no existen actividades estructuras (ocio, juego, deporte, formación o educación), se carece de enfermerías y atención psicológica, llegándose al caso de que algunos CIE, como es el caso del de Barcelona, las celdas no tienen inodoros razón por la cual por la noche los internos tienen que llamar a un policía para que los acompañe al aseo.

     Ante esta lamentable situación, en una reciente publicación de Cristianisme i Justìcia, Cristina Manzano (Centro Pueblos Unidos) y Josetxo Ordóñez (Fundació Migra Studium), exigían, en relación a este tema la reducción de la población de los CIE a medio plazo ya que “la exigencia de una orden de expulsión no es suficiente para privar de libertad a una persona”, la necesidad de que el nuevo  Reglamento de 2014 sea plenamente garantista, que mejore sustancialmente las condiciones de internamiento y revise el modelo policial actual. Además, se debe  iniciar un debate riguroso sobre el tema de la expulsión como eje de la política migratoria, del internamiento como su instrumento y de la misma existencia de lugares como los CIE.  Y todo ello porque, como señalaban los citados Manzano y Ordóñez, “el modelo actual resulta una deshonra y un descrédito para la sociedad que los alberga y porque produce sufrimiento gratuito a quienes son recluidos en ellos”.

    Ciertamente, resulta necesario un debate social y político sobre el actual funcionamiento e idoneidad de los CIE, los lugares más cuestionados y represivos de la actual política migratoria. Tal vez de este modo se pueda acabar con esta ciénaga pantanosa y malsana en la que, hoy por hoy, parecen haberse convertido los CIE en España.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(publicado en El Periódico de Aragón, 4 mayo 2014)

 

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04/05/2014 16:40 kyriathadassa Enlace permanente. Política-España No hay comentarios. Comentar.

LA AMARGA MEMORIA DE DOMINGO FÉLEZ

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     En este año en que se cumple el 75 aniversario del exilio republicano, es  importante fomentar acciones que reivindiquen la memoria histórica democrática y antifascista. En este sentido, pese al evidente rechazo y aversión que este tema produce en los sectores conservadores (recordemos la supresión en Aragón del Programa Amarga Memoria por parte del Gobierno PP-PAR), resulta más necesaria que nunca la labor de investigadores, asociaciones y personas comprometidas en recuperar esta parte de nuestra historia. Es por ello un motivo de alegría la reciente publicación en Venezuela de un libro escrito por la prestigiosa investigadora Laura S. Leret, hija y nieta de republicanos represaliados por el franquismo, titulado Domingo Félez. Veterano de tres guerras (Víctima de los nazis, prisionero de EE.UU.). Dicha obra es un serio y documentado relato de la vida del republicano aragonés Domingo Félez Burriel, actualmente residente en Venezuela, a donde arribó tras haber sobrevivido a los avatares de nuestra contienda civil,  de la II Guerra Mundial y, de forma especial, después de los 5 años que pasó por el campo de concentración  nazi de Mauthausen.

     Laura S. Leret plasma la trayectoria vital de Domingo Félez desde su nacimiento en Alcorisa en 1920, en el seno de una familia de hondas convicciones republicanas, y en donde, iniciada la guerra civil, “como buen militante del Partido Socialista Obrero Español, a los 15 años me fui como voluntario”. De este modo, se convirtió en “el soldado más joven de España” y que, tras integrarse en la columna Carod-Ferrer y más tarde en la Macià-Companys, formó parte de la 30 División del Ejército Republicano, combatiendo en Belchite, Teruel y en la batalla del Ebro, siendo ascendido a sargento por méritos de guerra.

     El éxodo republicano le llevó a Francia y pasó por los campos de Argèles y Saint-Cyprien hasta que, reclutado por las Compañías Militarizadas de Trabajo francesas, estuvo construyendo las defensas de la Línea Maginot. Tras la derrota del ejército galo (junio 1940), fue capturado por los nazis cerca de Estrasburgo y enviado, al igual que varios miles de compatriotas, al campo de Mauthausen. Era el preso nº 4.779 en aquel lugar donde la vida y la dignidad humana no tenían ningún valor, una “matazón”, como lo define Félez. Allí trabajó en la tristemente célebre cantera, aquel infierno hecho piedra, al igual que Manuel Rifaterra, también de Alcorisa, el maestro de obras que realizó la famosa escalera de los 186 escalones y la construcción del reciento exterior del campo. Más tarde pasaría por el campo auxiliar de Gusen y fue trasladado por los nazis para trabajar como mano de obra esclava en la fábrica de motores de avión de Foche Wolf cercana a Viena, de donde no regresaría a Mauthausen hasta principios de 1945, permaneciendo allí hasta la liberación del campo por los americanos el 5 de mayo de ese año.

    Hasta aquí la historia de Félez sería similar a la de tantos republicanos españoles que sufrieron el cruel zarpazo de la barbarie nazi y lograron sobrevivir a la política de exterminio hitleriana. Pero el caso de Félez es distinto puesto que, tras  la liberación, fue detenido por las fuerzas de los EE.UU.  bajo la acusación, nunca probada, de haber colaborado con los verdugos nazis. Esta grave acusación ha pesado como una losa sobre la memoria de Félez y, uno de los capítulos más interesantes del libro es el que la autora dedica a los llamados Juicios de Dachau donde, junto a 1.672 criminales nazis,  se juzgó a 5 españoles, entre ellos Félez. Las investigaciones de Leret, basadas en la consulta de los Archivos Nacionales de los EE.UU. (NARA) y de los datos ofrecidos por Joseph Harlow, quien fuera transcriptor del Tribunal de Dachau y autor de un libro revelador (Innocent at Dachau, 1993), demuestran que se trató de juicios viciados, plagados de irregularidades (los testigos del fiscal estaban pagados, la defensa  no pudo contar con testigos fiables, se careció de intérpretes y asesores para los republicanos, etc.). Félez, tras 26 meses en prisión, fue juzgado en julio de 1947. El alcorisano alegó que “Todo esto es puro embuste” y, sin embargo, fue condenado a 2 años de prisión. Al conocer la sentencia, declaró: “Quiero decirle al Tribunal que he luchado contra el fascismo por once años y que no soy ningún criminal”. No obstante, fue acto seguido liberado pues su condena era equivalente al tiempo que había estado en la celda de Dachau a la espera de juicio.

     A su salida de la cárcel, un viejo alemán le leyó la mano y le predijo su destino: “Tienes un futuro bueno, un viaje muy largo a un lugar donde te espera una muchacha morena muy bonita”. Y así fue: embarcó en Bremen con destino a Venezuela a donde llegó en octubre de 1947 y allí inició una nueva vida, se casó con Gladis González y tuvo tres hijos (Ilich, Thaelman y Coromoto).

     Otro capítulo interesante de la vida de Félez es el de sus años de participación en la guerrilla revolucionaria procastrista de Venezuela, a la cual se unió en 1962 permaneciendo en la clandestinidad durante 7 años hasta que, como consecuencia de la política de pacificación del presidente Calderón, en 1969 retornó al hogar familiar en La Victoria,  donde hoy sigue residiendo.

     Félez es una de las últimas voces de los republicanos españoles supervivientes del nazismo y hoy, a sus 94 años, casi ciego, en su vivienda ocupa un lugar destacado una fotografía de la puerta de su casa natal en Alcorisa (C/ Mayor, 24), a donde ya nunca regresó, mientras, con sereno estoicismo, señala que “estoy esperando a que llegue la hora de morirme”.

     Esta es la amarga memoria de Domingo Félez, un luchador republicano contra el fascismo en España, superviviente de la barbarie nazi en Mauthausen, guerrillero revolucionario en Venezuela, el cual representa un testimonio emotivo y veraz de un tiempo rasgado por las tragedias y luchas del s. XX y, a la vez, una lección de compromiso político, tenacidad y coraje ante la adversidad.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(publicado en El Periódico de Aragón, 26 mayo 2014)

 

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26/05/2014 09:41 kyriathadassa Enlace permanente. Memoria histórica No hay comentarios. Comentar.

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