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EL SUEÑO DE UN PACIFISTA

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    Todas las noticias que nos llegan de Oriente Medio están teñidas de sangre, odio y violencia: la guerra en Siria, la brutalidad del Estado Islámico en los territorios que domina, el eterno conflicto entre Israel y Palestina nos lo recuerdan cada día. Por ello, en estos tiempos de desesperanza se necesita, más que nunca, la luz que irradian el ejemplo y los ideales de determinadas personas. Este era el caso del pacifista israelí Abraham Jacob (“Abie”) Nathan (1927-2008).

    Nuestro protagonista había nacido en la ciudad iraní de Abadán, en el seno de una familia judía tradicional que más tarde se trasladaría a residir a Bombay, en la entonces India británica. Siendo un joven piloto de líneas aéreas, al estallar del guerra de Independencia de Israel en 1948, se unió a la defensa del joven Estado judío como piloto de combate en el frente de Galilea y participó en el bombardeo de  las aldeas árabes de Sa’sa y Tarshina, hecho éste que le provocó una profunda depresión y, ello hizo que, a partir de ese momento se convirtiese en un firme partidario del diálogo y la paz entre dos pueblos enfrentados: el palestino y el israelí.

    Años después, intentó poner en práctica las ideas pacifistas que había ido madurando gradualmente. Así, en 1965 se presentó como candidato al Knesset, el Parlamento de Israel con la promesa de intentar hablar de paz con Gamal Abdel Nasser, presidente de Egipto, y por aquel entonces principal enemigo de Israel. No salió elegido pero se reafirmó en que era necesario demostrar con su ejemplo que con el adversario se puede y se debe intentar dialogar. Fue por ello que el 28 de febrero de 1966 voló a Egipto en un avión pintado de blanco y en el que estaba escrita la palabra “paz” en hebreo, árabe e inglés. Nada consiguió pues, tras aterrizar en Port Said, se le negó la entrevista con Nasser y fue devuelto a Israel. Lo volvió a intentar al año siguiente con el mismo resultado infructuoso. Pese a estos fracasos y las burlas y críticas  de que fue objeto, Ben Gurión calificó la acción de Abie Nathan como “un acontecimiento de importancia moral y política, despertando respeto y no el ridículo” puesto que el vuelo a Egipto dio un nuevo rumbo a su vida y, a partir de entonces dedicó todas sus energías y recursos a lo que se convirtió en su razón de ser: el impulso del diálogo judeo-árabe, la promoción de la paz y la defensa de los derechos humanos.

     El hecho por el cual el compromiso pacifista de Abie es más conocido fue cuando, tras comprar un navío al que bautizó con el nombre de “Barco de la Paz”, instaló en él una emisora clandestina de radio que emitía desde aguas del Mediterráneo: había nacido “La Voz de la Paz”, cuya primera emisión tuvo lugar el 19 de mayo de 1973, unos meses antes del estallido de la guerra del Yom Kippur. Las emisiones del emblemático barco, anclado  en aguas internacionales, a 25 km. de la costa de Israel, fueron financiadas con la venta de las propiedades personales de Abie y con diversas donaciones internacionales, entre ellas de John Lennon, pues a ambos les unía un “Imagine” de la que debería ser un Oriente Medio en paz. Tal vez por este compromiso pacifista que siempre caracterizó a Lennon, éste tuvo prohibido durante años actuar en Israel.

    “La Voz de la Paz”, transmitió a lo largo de dos décadas, desde 1973 hasta 1993, sus emisiones para  todo el Oriente Medio (según la prensa inglesa tenía una audiencia de 23 millones de oyentes) y su programación, emitida durante las 24 horas del día, consistía en música (pop y rock) y, sobre todo, mensajes a favor de la paz, la concordia, la cooperación internacional. y temas de actualidad en hebreo y árabe. Los ingresos obtenidos por publicidad eran destinados a programas de ayuda humanitaria.

    Un rayo de esperanza para Abie  fue la firma del tratado de paz con Egipto (26 marzo 1979) pero no por ello cejó en su ideal pacifista y, coincidiendo con la guerra del Líbano de 1982, se entrevistó por primera vez  con Yasser Arafat, el carismático líder de la OLP, al igual que haría en un nuevo encuentro con el dirigente palestino refugiado en Túnez en septiembre de 1989. En ambas entrevistas, Abie intentó convencer a Arafat de la necesidad de que cesasen las acciones terroristas y que la OLP comenzase a negociar con Israel un acuerdo de paz. Este encuentro, que produjo una enorme polémica en la sociedad israelí, le supondría su detención al regreso a su país.

    A lo largo de sus campañas pacifistas, también realizó varias huelgas de hambre, entre ellas, la  de 1978, motivada por su rechazo a la construcción de asentamientos judíos en Cisjordania y Gaza,  o la que protagonizó en 1991 como protesta contra la ley israelí que prohibía reunirse con miembros de la OLP, por lo que fue condenado a 18 meses de cárcel. Curiosamente, estos hechos coincidieron con  la celebración de la Conferencia de Madrid (octubre 1991),  las primeras negociaciones directas  entre Israel y la OLP y en la que se empezó a vislumbrar una tenue esperanza de paz para tan enquistado conflicto.

    Tras los acuerdos de paz de Oslo de 1993, Abie decidió cesar las emisiones de “La Voz de la Paz” y el 28 de noviembre de ese año hundió simbólicamente el barco frente a las costas de Israel.  Sin embargo, desde entonces, tras los acontecimientos sangrientos que cada día tienen lugar, esta esperanza de paz justa y duradera parece haberse hundido más profundamente que aquel barco con el que Abie y Lennon soñaron empezar a imaginar la paz en el Próximo Oriente.

    Pese a sus fracasos, pese a su impulsiva ingenuidad, Abie fue un digno merecedor del Premio Nobel de la Paz, que nunca recibió. De Abie, al igual que Yossi Sarid, histórico dirigente de la izquierda israelí fallecido el pasado  4 de diciembre y cuya desaparición deja aún más huérfano si cabe al campo del pacifismo hebreo, nos queda su sueño pacifista y su quijotesco esfuerzo en defensa de los valores universales de la paz y la justicia como única forma de resolver los conflictos entre los pueblos enfrentados por el odio y la violencia.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(publicado en: El Periódico de Aragón, 6 marzo 2016)

 

 

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06/03/2016 15:52 kyriathadassa Enlace permanente. Oriente Medio No hay comentarios. Comentar.

ALBERT EINSTEIN EN ZARAGOZA

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     En estas fechas en que ha sido noticia la comprobación de la existencia de las ondas gravitacionales, como predijo Albert Einstein en su Teoría General de la Relatividad, es buen momento para recordar la relación este científico, sin duda el más conocido y popular de los últimos tiempos, con la ciudad de Zaragoza.

    A principios de 1923 el sabio alemán realizó un viaje a España que le llevó, sucesivamente,  a Barcelona y Madrid. Al regreso de esta última, y por iniciativa del Jerónimo Vecino, físico de la Universidad zaragozana, Einstein,  el brillante Premio Nobel de Física de 1921,  accedió a desplazarse a ella para pronunciar dos conferencias en la Facultad de Medicina y Ciencias, actual Edifico Paraninfo, de la Universidad de Zaragoza, por las que cobró 575 pesetas por cada una de ellas,  además de otras 250 pesetas para gastos.

    La visita de Einstein, que tuvo lugar entre los días 12 y 14 de marzo, fue todo un acontecimiento que revolucionó la vida cultural de la capital aragonesa: de ella se hizo amplio eco  la prensa local (Heraldo de Aragón, El Noticiero, El Día)  y Thomas F. Glick, en su libro Einstein y los españoles. Ciencia y sociedad en la España de Entreguerras, le dedicó su capítulo 5º titulado “Einstein en Zaragoza”.

    Durante las 50 horas en que el eminente científico permaneció en la capital aragonesa, como recordaba Antón Castro, Einstein quedó gratamente impresionado por la gran acogida, tanto intelectual como afectiva, de que fue objeto. Por su parte,  Zaragoza se sintió muy honrada con la presencia del ilustre invitado y por ello,  Gonzalo Calamita aludió a la presencia de Einstein en la Universidad zaragozana como un “espléndido regalo científico” a la ciudad. Por aquel entonces Zaragoza era una capital provinciana, pero no era un yermo cultural: allí había dejado su impronta Ramón y Cajal y era destacable el trabajo científico que Antonio Gregorio de Rocasolano estaba llevando a cabo en su laboratorio de investigaciones bioquímicas, tema que interesó a Einstein, por lo que aprovecharía su estancia en la ciudad para visitarlo.

    De este modo, el lunes 12 de marzo de 1923, a las 6 de la tarde, a las dos horas escasas de su llegada a Zaragoza, Einstein pronunció en francés su primera conferencia que trató sobre su teoría de la relatividad. Con una expectación enorme y la sala abarrotada por escuchar al sabio, expuso sus teorías en un acto de gran relieve académico pues estuvo presidido por Ricardo Royo Villanova (rector de la Universidad), el general Mayandía (futuro ministro en la ya inminente dictadura del general Primo de Rivera), Gonzalo Calamita (decano de la Facultad de Medicina), Antonio Gregorio de Rocasolano y Manuel Lorenzo Pardo que clausuró el acto en su condición de Secretario de la Academia de Ciencias Exactas, Físico-Químicas y Naturales de Zaragoza, entidad que aprovecharía la visita de Einstein para nombrarlo miembro de la misma y que, fundada el 27 de marzo de  1916, cumplirá en unos días su primer centenario.

     La segunda conferencia se celebró al día siguiente, el martes 13 de marzo, en el mismo lugar que la anterior y en esta ocasión trató sobre “La estructura del Espacio”. Durante ella Einstein realizo diversas ecuaciones y dibujos en una pizarra. Este hecho hizo que el rector Royo Villanova propusiese que dicha pizarra se conservase intacta, tal y como la dejó el eminente científico  “para que quede algo perenne y constante del paso de Einstein por la Universidad […] a fin de poder mostrarlos a las generaciones venideras, como reliquias de la fecha de hoy” (Heraldo de Aragón, 14 marzo 1923). Ignoro si la famosa pizarra se conserva en la actualidad.

    El elevado nivel científico de dichas  conferencias sólo era comprensible para un reducido número de personas, aunque no por ello mermaba la fascinación del auditorio por Einstein: como señalaba Antón Castro, el diario El Día dejó constancia de su “veneración admirada” por el sabio mientras que  otro testimonio, con noble sinceridad reconocía: “No lo entiendo, pero es una eminencia”.

    Por su parte, la comunidad científica agasajó al ilustre invitado con una comida en el Casino Mercantil. Le dio la bienvenida, con un discurso en alemán, el filólogo Domingo Miral y, en su respuesta, Einstein hizo una mención a su patria, a aquella República de Weimar que, tras la derrota alemana en la I Guerra Mundial, se debatía en una profunda crisis económica y social, señalando, como apuntaba El Noticiero, “su confianza de que se llegue a salvar la crisis de Alemania para hacer posible la urgentemente necesaria reconstitución de Europa”. Ciertamente, el clarividente científico erró en su vaticinio pues la crisis de Weimar, no sólo socavó la democracia alemana, sino que fue el fermento del nazismo, de aquella bestia parda, que, tras llegar al poder en 1933, obligaría a Einstein, judío y antifascista, a exiliarse en Estados Unidos.

    La estancia de Einstein en Zaragoza, sus 50 horas en la capital aragonesa, de la que partió el 14 de marzo, el día de su cumpleaños, en el tren rápido de la tarde con destino a Bilbao, fue todo un hito destacable y recordado en la vida social y cultural de la ciudad. De este modo, en la Memoria de la Academia de Ciencias de 1923, redactada por Lorenzo Pardo, el ilustre ingeniero dejó constancia de ello al indicar  que, “Para la comunidad científica la visita de Einstein fue realmente significativa. No sólo su presencia honró a la ciencia aragonesa, sino que, además, el nombre de Zaragoza se vincularía en lo sucesivo a su prestigio”. Ahora, 93 años después, aquella  visita  de Einstein sigue siendo un recuerdo que perdura en la historia de la ciudad y, desde luego, también,  en  la de la Universidad de Zaragoza.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(publicado en: El Periódico de Aragón, 14 marzo 2016)

 

14/03/2016 12:50 kyriathadassa Enlace permanente. Cultura No hay comentarios. Comentar.

LAS LÁGRIMAS DE EUROPA

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     En estos días en que la Unión Europea (UE) parece haber vendido su alma a Turquía al precio de su nefasta, inhumana e ilegal política ante la desesperada llegada de migrantes a su territorio huyendo de las tragedias que asolan sus países de origen, un nuevo y brutal atentado yihadista ha dejado su zarpazo de barbarie en Bruselas, en pleno corazón de Europa.
     Nuestra historia se ha construido sobre un pasado trágico (ahí está el recuerdo de las dos guerras mundiales que asolaron Europa en el pasado siglo XX), pero tras años de un decidido empeño de reconciliación y de construir un futuro en común, estos ideales se plasmaron en la actual UE, cimentada sobre los valores democráticos de la libertad, los derechos humanos y el progreso solidario, que la han convertido en un referente no sólo político, sino también ético para la comunidad internacional. Se habla de valores europeos, esos valores que han quedado en entredicho ante la insolidaridad, por no decir rechazo, de la UE ante la hecatombe humanitaria a la que estamos asistiendo. Y, por ello, hoy, en que la brutalidad yihadista nos plantea un auténtico conflicto global entre civilización frente a la barbarie, es cuando más necesario resulta reafirmar y defender nuestros valores, tan devaluados por muchos de nuestros dirigentes políticos.
     Este es un conflicto de muy difícil solución político-militar, máxime tras las intervenciones en Somalia, Irak, Libia o Afganistán, lanzadas bajo la bandera de combatir el terrorismo y que han dado, lugar a un mundo más inseguro, a una geopolítica más inestable. Y las consecuencias son obvias, entre ellas, la expansión global del yihadismo radical, tal y como refleja el libro de Eduardo Martín de Pozuelo, Jordi Bordas y Eduard Yitzhak que lleva el inequívoco título de Objetivo: Califato Universal. Claves para comprender el yihadismo (2015).
     Esta radicalización yihadista ha llegado al punto de que, de los 1.900 millones de musulmanes existentes en la actualidad en el mundo, se estima que unos 75 millones se consideran yihadistas o apoyan, de un modo u otro, la guerra santa, la yihad. Y una parte de ellos se hallan en la vieja Europa, son musulmanes de 2ª o 3ª generación, nacidos entre nosotros, que han sufrido un proceso de radicalización en mezquitas o redes sociales.
     Resulta una evidencia la creciente influencia de la tendencia del wahabismo saudita como impulsara de la tendencia más rigorista del Islam. De este modo, el dictatorial régimen de Arabia Saudí, ante cuyos crímenes y violaciones de los derechos humanos muchos gobiernos europeos, también España, pretenden ignorar para salvaguardar proyectos e inversiones millonarias, es el que impone a los imanes y financia las mezquitas de muchas ciudades europeas, desde que el determinados casos se lanzan soflamas incendiarias contra nuestros valores y modelo de sociedad libre y tolerante. De este modo, no deben extrañarnos casos como el del portavoz de la mezquita de La Haya el cual, tiempo atrás, se opuso a la Declaración Universal de los Derechos Humanos alegando que se trataba de “una fundación ajena a Dios”.
     Demás de las necesarias medidas policiales, de seguridad, debiéramos de analizar otros temas como es el de la educación. Así, por ejemplo, tras los atentados de París del pasado 13 de noviembre, como señalaba Federico Gaon, las autoridades francesas comenzaron a “poner la lupa en la educación que se imparte dentro de las escuelas musulmanas, hasta entonces ajenas al escrutinio del Estado”. En este sentido, la educación islámica que ofrecen determinados currículums escolares, por un cierto complejo a “no ofender”, de no ser tachados de islamófobos, no han favorecido una lectura más racional y crítica de las fuentes religiosas musulmanas. Otros ejemplos de esta voluntad de “no ofender” sería el caso de Alemania, donde el pasado año diversos diputados alemanes del lander de Baviera rechazaron la propuesta de que todos los alumnos de Secundaria visitasen lugares del holocausto nazi como parte del currículo escolar.
     Otra consideración es relativizar, lo que Federico Gaon considera un “mito”, el de que el radicalismo prospera entre los musulmanes europeos cuando el Estado falla en su labor integradora, “asumiendo axiomáticamente que el desempleo y la marginalización son el saldo de la mala planificación de las políticas públicas”, dado que, aún siendo cierto, habría otras razones que explicarían esta radicalización y que no responden a motivos socioeconómicos. En este sentido, estaría la búsqueda de un sentido nuevo a unas vidas que estos jóvenes musulmanes consideran frívolas y materialistas y que, por ello, les acerca a identificarse como mensajes radicales, totalitarios, imbuidos de aparente legitimidad religiosa, lo que con acierto José Luis Trasobares a calificado como “islamofascismo”. De este modo, Maajid Nawaz, un británico de ascendencia pakistaní, antes extremista islámico, ahora político liberal, recuerda que los terroristas nos provienen solamente de los barrios pobres, y apunta el dato de que un considerable número de yihadistas globales tienen formación universitaria como lo prueba el hecho de que, en el 2011, el 45 % de los condenados en Gran Bretaña por vínculos con Al-Queda, tenía estudios superiores. Y ahí tenemos el conocido ejemplo de Yihadi John (Mohammed Emwazi), el tristemente célebre verdugo de los rehenes occidentales del EI, que tenía el grado en Tecnología por la Universidad británica de Westminster.
     Ciertamente, la Vieja Europa, esa vieja dama azotada por los avatares de la historia, vive tiempos de incertidumbre. La sociedad europea es vulnerable frente al azote del terrorismo yihadista pero esa debilidad es, a la vez, nuestra fortaleza, porque defendemos valores, porque creemos en el respeto a la diversidad, porque somos herederos de los principios enarbolados por la Revolución francesa hace más de dos siglos de libertad, igualdad y fraternidad y que cimentan nuestra convivencia social. Esa es nuestra fuerza para hacer frente a la barbarie.

José Ramón Villanueva Herrero
(publicado en: El Periódico de Aragón, 27 de marzo de 2016)





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27/03/2016 23:24 kyriathadassa Enlace permanente. Terrorismo No hay comentarios. Comentar.

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