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Se muestran los artículos pertenecientes a Julio de 2017.

EN MEMORIA DEL MAQUIS TUROLENSE

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     En la recuperación de la memoria histórica antifranquista, un capítulo importante fue el de la lucha guerrillera, el maquis, el cual tuvo su máxima actividad durante los años 1946-1947, también en Aragón, y de forma especial en las tierras turolenses, tanto es así que Eduardo Pons Prades en su libro Guerrillas españolas: 1936-1960,  destacaba el hecho de que la provincia de Teruel “fue sin lugar a dudas, una de las más guerrilleras de España. Tanto por la existencia de bases principales en todas sus zonas montañosas sin excepción como por la importancia de sus partidas y también por la duración del enfrentamiento guerrillas-fuerzas del orden”.

     Y así fue, pues el maquis turolense, partiendo de sus bases de operaciones en el Maestrazgo, Cuencas Mineras y Montes Universales, fueron diversas partidas guerrilleras las que actuaron a lo largo de toda la provincia. Este fue el caso de, entre otros, de “Espartaco”, una partida libertaria mandada por “Modesto”, un minero de Armillas, de la cual dependían otros grupos como los de “El Zagal” (un joven anarquista de Escucha), “El Macho” (Justiniano García) y “El Chaval” (Pedro Acosta), ambos libertarios y naturales de Utrillas, o el grupo de guerrilleros socialistas al mando de “El Soriano”. Otros dirigentes guerrilleros fueron “Rabós” y “Petrol” (José Ramia Ciprés), ambos de Aguaviva, “Paco el Serrano” (Francisco Serrano Iranzo) y su compañera “La Pastora” (Teresa Plá), los dos de Castellote, “El Pinchol” (Florencio Guillén), natural de Gúdar, “Jalisco”, “Pepito el de Mosqueruela”, el turolense “Delicado” o el grupo del anarquista alcañizano Paco Antolín. Cuando en 1947, momento álgido de la actividad del maquis en Aragón, la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA), bajo dirección del PCE, destacará la figura de “Ricardo” (Pelegrín Pérez), posiblemente el mejor dirigente del maquis de cuantos actuaron en tierras turolenses.

     La importancia del maquis en Teruel nos la ofrecen los mismos datos oficiales de la dictadura franquista a la que combatían. Según éstos,  se produjeron en la provincia las siguientes acciones: refriegas con las fuerzas del orden (73), muertos en la población civil (43), secuestros (27), sabotajes (57), golpes económicos (302), guerrilleros muertos (105), guerrilleros heridos (32), guerrilleros presos (67), guerrilleros entregados (10), enlaces de la guerrilla detenidos (812), fuerzas del orden muertos (12) y fuerzas del orden heridos (32). Como vemos, destaca el importante número de turolenses detenidos por colaborar con el maquis, así como los golpes económicos, a los que habría que añadir las multas a los delatores y confidentes de la policía. Entre los muertos, además de los maquis caídos, hay que añadir la ejecución de, además de algunos torturadores o colaboradores con las fuerzas represoras, a autoridades franquistas locales tales como los alcaldes de Villar del Cobo, El Cuervo, Tramacastiel o los casos del cabo de la Guardia Civil y el médico de Mas de las Matas. Estas acciones sólo sirvieron para desatar una violentísima represión, la cual, bajo el mandato del general de la Guardia Civil Manuel Pizarro Cenjor,  de triste recuerdo en las tierras turolenses, caracterizó a la lucha antiguerrillera por parte de las fuerzas del régimen franquista.

     Las principales acciones del maquis ocurridas durante 1947, el año de su mayor actividad,  hechos de los cuales ahora se cumplen siete décadas, fueron la voladura y descarrilamiento del ferrocarril Central de Aragón entre Barracas y Rubielos (7 mayo), el asalto al tren pagador en Caudé (julio), el ataque a dos camiones de la Guardia Civil que se dirigían desde la localidad conquense de Tragacete a Teruel (3 diciembre) el cual ocasionó 12 muertos y varios heridos y que generó una brutal represalia posterior por parte de las tropas a las órdenes del general Pizarro, o la ocupación temporal por parte del maquis de algunos pueblos como Sarrión, Foz Calanda o La Cerollera. En este última localidad, la ocupación tuvo lugar en una fecha tan simbólica como era el 18 de julio y allí, tras  desarmar al somatén local, se ordenó que se personase un vecino de cada casa en la plaza en donde, ante una pancarta en la que podía leerse “Campesinos: los guerrilleros de Levante te protegen”, se procedió a la quema de los retratos de Franco y José Antonio y a izar la bandera tricolor en el Ayuntamiento de La Cerollera. Posteriormente, se homenajeó en el cementerio a dos maquis muertos en un enfrentamiento con la Guardia Civil el pasado 14 de marzo,  y tras cantar el “Himno del Guerrillero” y disparar salvas de honor, los combatientes volvieron al monte.

     La actividad guerrillera no sólo se dejaba notar en el monte, en las masías y en los pequeños pueblos serranos, sino que también se extendía a poblaciones más grandes como era el caso de Alcañiz. En la ciudad bajoaragonesa, en donde existían núcleos clandestinos (y activos) de la CNT, la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas (ANFD) y de Juventudes Socialistas (JSE), se tiene constancia que en vísperas del 18 de julio se colgaron banderitas republicanas y el grupo “La Monegal”, tapadera de la CNT local, actuaba como enlace de la guerrilla de la zona. De hecho la desarticulación de la CNT, ANFD y JSE alcañizanas en agosto de 1947, al poco de ser nombrado Gobernador Civil de Teruel el general Pizarro, dio lugar a varios asesinatos, como el del grupo alcañizano de “El Bonito” en Civán, y más tarde los ocurridos en Monroyo, ambos en aplicación de la “ley de fugas” a presos republicanos, así como a la desarticulación de 3 campamentos guerrilleros, entre ellos, el existente en los montes de La Cerollera.

     Si bien 1947 fue el momento álgido de la guerrilla antifranquista en la provincia de Teruel, momento del cual ahora se cumple el 70º aniversario y por ello hoy lo recordamos, también es cierto que la llegada  en ese mismo año del general Manuel Pizarro Cenjor como nuevo Gobernador Civil de Teruel con plenos poderes políticos y militares, así como la implacable represión desatada por éste contra el maquis y sus apoyos, produjo al poco tiempo un cambio radical de la situación, tema éste al que nos referiremos posteriormente en otro artículo.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(publicado en: El Periódico de Aragón, 9 julio 2017)

 

 

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10/07/2017 08:18 kyriathadassa Enlace permanente. Memoria histórica No hay comentarios. Comentar.

LA LARGA SOMBRA DEL GENERAL MANUEL PIZARRO

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     Ante el creciente auge de la actividad guerrillera  en la provincia de Teruel, el general Franco nombró, por  Decreto de 17 de julio de 1947, Gobernador Civil de la misma al general de la Guardia Civil Manuel Pizarro Cenjor con el mandato expreso de acabar con el maquis, al igual que ya había hecho antes dicho militar en las provincias de León y Granada. De este modo, Pizarro asumió plenos poderes civiles y militares ya que, además de Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, cargo que ocupó hasta 1954, era también Jefe de la V Región de la Guardia Civil.

     Manuel Pizarro, estrecho colaborador del Franco, razón por la cual se vanagloriaba de ser de los pocos que podían llamar con familiaridad  (y en su presencia) “Paco” al dictador, tuvo un carácter duro, autoritario e implacable. Recuerdo que me contaron que, en cierta ocasión, Pizarro ordenó a un funcionario de un municipio de la sierra de Cucalón que se comiese en su presencia un ejemplar del Boletín Oficial de la Provincia como castigo por haber incumplido una disposición del general-gobernador allí publicada.

     Pero mucho mas duro fue Pizarro en la lucha contra el maquis. Unos meses antes de su nombramiento como Gobernador de Teruel, el régimen había aprobado el Decreto-Ley de Represión del Bandidaje y del Terrorismo (18-IV-1947) y una Circular de la Dirección General de Seguridad (11-III-1947) prohibía expresamente utilizar el término de “guerrilla” o “guerrillero”, ordenando que se emplease el de “bandolerismo” o “bandolero”. Estas circunstancias van a ser utilizadas por Pizarro para, investido de plenos poderes, y tras militarizar todo el territorio provincial considerándolo “zona de guerra”, iniciar lo que Mercedes Yusta define como “una guerra personal contra el maquis”, a los que el general llamaba  despectivamente “forajidos”.

     Pizarro que, en su “cruzada” particular contó con el apoyo  de numerosos contingentes de la Guardia Civil, y, también de  la Policía Armada, voluntarios de Falange y somatenistas, intentó controlar los refugios naturales de la guerrilla en las serranías. Para ello, ordenó el desalojo de todas las masías para así cortar el apoyo y los suministros al maquis, utilizó nuevas tácticas de contraguerrilla (guardias disfrazados de maquis que roban y torturan indiscriminadamente) y de “tierra quemada” (quema de cosechas) para así minar los apoyos civiles al maquis. Igualmente, bajo su mandato se vivió una situación de auténtico terror entre la población sospechosa de simpatizar con la guerrilla utilizando métodos de enorme dureza: las palizas, los fusilamientos simulados para lograr confesiones, el envenenamiento de víveres o la implacable aplicación de represalias y de la fatídica “ley de fugas”, fueron frecuentes. Además, como testigos mudos de todo ello, ahí quedaron nuevas fosas comunes, como las existentes en Alcalá de la Selva, Mora, Monroyo, Civán y otros lugares de triste recuerdo.

     La ofensiva de Pizarro se inició el 9 de agosto de 1947 con el ataque, mediante un bombardeo con morteros y el posterior incendio del pinar en que se refugiaban, del campamento guerrillero de La Cerollera, en el que tenía su base de operaciones el Sector 17 de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA) al mando de Angel Fuertes (“Antonio”). Unos meses más tarde, el 18 de diciembre, la Guardia Civil asaltó el campamento del maquis en Monte Camarracho, cercano a Cabra de Mora y poco tiempo después el objetivo fue el campamento-escuela del Sector 11 del AGLA de Monte Rodeno, situado en el término de Tormón.

     Aunque en 1948 tuvo lugar la llamada “ofensiva de primavera” del AGLA, ésta se hallaba muy debilitada por la acción represiva de Pizarro. No obstante, el maquis mantuvo una cierta actividad hasta finales de 1949, fecha en la cual murió cerca de Alcañiz Pelegrín Pérez (“Ricardo”), máximo responsable del AGLA, y el 7 de noviembre era asaltado el importante campamento de Santa Cruz de Moya, localidad conquense convertida en la actualidad en un auténtico memorial de la lucha guerrillera antifranquista.

     Por todo lo dicho, la larga y negra sombra del general-gobernador Pizarro quedó marcada a sangre y fuego en las tierras de Teruel. No obstante, ahora, 70 años después de aquellos trágicos hechos,  es de justicia recordar la memoria del maquis turolense, de aquellos tenaces combatientes antifranquistas, de todos los enlaces civiles que, en tan difíciles circunstancias apoyaron su lucha para intentar abrir nuevos horizontes de libertad y de progreso social para España. En este sentido, resulta esperanzador el hecho de que las instituciones aragonesas reactiven políticas públicas de la memoria: este es el caso de la futura Ley de Memoria Democrática impulsada desde el Gobierno de Aragón, la  concesión el pasado día 4 de julio por parte de la Diputación Provincial de Zaragoza de la Medalla de Oro de Santa Isabel de Portugal a las asociaciones memorialistas aragonesas, la recuperación de las subvenciones esta materia por parte tanto del Gobierno autonómico como por las diputaciones de Huesca y Zaragoza, o el futuro proyecto del Memorial por la Paz de Teruel. Ese es el camino a seguir por un  elemental sentido de justicia democrática.

 

José Ramón Villanueva Herrero

(publicado en: El Periódico de Aragón, 24 julio 2017)

 

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30/07/2017 18:38 kyriathadassa Enlace permanente. Historia Teruel No hay comentarios. Comentar.

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